L nombre de Carmen Laforet va unido inevitablemente a Nada, su imprescindible novela con la que muy joven ganó la primera edición del Premio Nadal en 1944 pero, cuando se cumplen los cien años de su nacimiento, la vida y el resto de la obra de esta escritora reivindican mucho más espacio.

Mañana se cumplirá el centenario del nacimiento de Carmen Laforet (Barcelona, 1921 - Madrid, 2004), día en el que darán comienzo algunos actos de conmemoración de este aniversario, entre ellos la entrega de un legado de la autora en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes por parte de sus hijos.

Pero también se han reeditado algunas de sus obras, entre ellas, por supuesto, Nada, en la editorial Destino, una obra que sigue atrapando a lectores de todas las generaciones por la forma en la que retrataba las vivencias de una mujer que, ante una realidad cruel y opresiva, no desiste de su empeño por ser quien quiere.

“Si uno es escritor, escribe siempre, aunque no quiera hacerlo, aunque trate de escapar a esa dudosa gloria y a ese sufrimiento real que se merece por seguir una vocación”, aseguraba Carmen Laforet. Y ella comenzó pronto aunque su obra literaria no fue muy prolífica.

Tras vivir hasta los 18 años en Las Palmas de Gran Canaria, en 1939 regresó a su ciudad natal para estudiar Filosofía y Letras. Tres años después se instaló en Madrid, donde escribió Nada y se convirtió en la revelación de la narrativa española de posguerra. Una temprana fama que le supuso un “sufrimiento” debido a su carácter introvertido, según reveló hace unos años su hija Cristina Cerezales.

Y aunque se retiró voluntariamente del mundo literario de la época, publicó otras grandes novelas: La isla y los demonios, en 1952, o La mujer nueva (1955), Premio Nacional de Literatura, sobre una mujer que en los años cincuenta se separa del marido y demuestra que puede valerse por si misma.

En 1963 publicó La insolación y, póstumamente, en 2004, Al volver la esquina. Escribió además, 7 novelas cortas (reeditadas también ahora por Menoscuarto ediciones), 22 cuentos, narraciones de viaje e innumerables artículos para periódicos y revistas.

En 2003 se publicó Puedo contar contigo, con la relación epistolar que mantuvo con el escritor Ramón J. Sender, en las que desvelaba su silencio literario y su necesidad de intimidad, que después cristalizó en un distanciamiento paulatino de la vida pública.

Para ella fue “difícil” aceptar que ninguno de los libros escritos posteriormente tuviera el reconocimiento de Nada, según explicó su hija.