Cuando se hizo esta entrevista, a mediados de junio, le faltaban días para terminar el rodaje de El comensal, una historia real basada en el libro de igual título de Gabriela Ybarra, nieta del empresario Javier Ybarra, asesinado por ETA. Al acabar tenía previsto desplazarse a su refugio en Bidart (Iparralde) y lanzarse a coger con su tabla todas las olas que se le pusiesen por delante. Vive en Madrid, amarrada por su trabajo, pero en cuanto puede se escapa al norte. Dice que no puede vivir mucho tiempo sin tener el mar cerca. Para ella Bidart es disfrute y recuerdos de infancia. Desde pequeña quiso ser actriz y la profesión de su madre, el baile, nunca fue una tentación. Se ha convertido en una de las actrices del momento, y en los últimos tiempos es una de la mujeres más reclamadas por los mejores directores de cine y televisión. Ha estado nominada a los premios Forqué y a los Feroz, y ha recibido recientemente en la Semana del Cine de Medina del Campo el Roel como Actriz del siglo XXI.

¡Vaya! Por fin le ha tocado rodar en su tierra. ¿Se trabaja diferente?

—Se trabaja en casa y tengo a mis padres cerca. A nivel de equipos no hay diferencias, suelen ser los mismos, y en los casos que no es así son todos igualmente buenos. Es un gusto estar en mi tierra. En nada tienes la playa, en nada tienes la montaña. Esto es lo diferente. Y además comes muy bien. Es que la gastronomía es uno mis mayores placeres.

Hablemos de trabajo. ¿Cómo es su personaje en El comensal?

—Responde a la imagen de Gabriela Ybarra, la autora de la novela. En esta historia se llama Iciar y pertenece a una familia en la que hay poca comunicación, algo con la madre y casi nada o nada con el padre. Tras la muerte de su madre, por no saber gestionar sus sentimientos o por no comentarlos con nadie, empieza a tener ansiedad. Necesita saber qué pasó antes en su vida.

¿Un personaje con muchos traumas?

—Pienso que en esa etapa de su vida, Iciar es un personaje que está atravesando el duelo de lo anterior, de lo que ocurrió, o el de la muerte de su madre. Es una mujer tranquila que cuando quiere buscar algo va a por ello, pero está en un momento de su vida en el que se encuentra muy perdida. Está intentando buscar el camino por el que hacer discurrir su vida. Como se ve, es una historia muy personal.

Con el trasfondo de la violencia de ETA.

—Todo lo que a ella le ocurre está en un plano muy íntimo, pero en el fondo reside lo que le sucedió a su abuelo, que fue secuestrado y luego asesinado. Pero no se habla de ello en su casa, y sufre las secuelas de lo que ocurre cuando se callan las cosas, cuando todo es silencio, cuando no se sabe qué pasó exactamente.

Tiene usted solo 30 años, pero lleva casi quince trabajando de actriz. Empezó tan joven...

—Sí, tendría unos 16 o 17 años. Sí que era muy jovencita, y cuando miro hacia atrás y pienso que han pasado unos cuantos años, me doy cuenta de la suerte que he tenido mientras repaso el conjunto de trabajos que he hecho.

Su madre fue bailarina y tiene una academia de baile. ¿No tuvo tentaciones de dedicarse a la danza?

—He bailado toda mi vida, pero desde que vía películas de pequeña me sentí atraída por lo de ser actriz. Recuerdo cuando me enteré de que eso era una profesión. Ya no hubo nada que hacer, quería interpretar personajes. Les preguntaba a mis padres: ¿Eso es un trabajo? ¿Yo podría hacer eso? Y ellos me calmaban y me decían que unos podían y otros no.

¿Cómo se presentó la oportunidad de cambiar el sueño por la realidad?

—Llegó un director de teatro, Iker Ortiz de Zarate, que quería clases de baile y yo de teatro. Se lo propuse a mi madre. Él le dijo que podía resultar bien aquella pasión mía por la interpretación. Me presentó a un representante que había tenido él en su momento, y así empezó todo. Hice mi primer casting, fue mi primera peli, y aquí estamos tú y yo ahora mismo, hablando.

Hoy dicen de usted que es una de las actrices del momento, ha hecho personajes importantes y está en el sumario de intenciones de muchos directores. ¿Ha sido un camino duro?

—Ha habido un poco de todo. Ha habido recorridos buenos y otros un poco más enrevesados, pero quizás por mi personalidad nunca he vivido esos momentos en los que dices: Voy a tirar la toalla. No, eso nunca ha pasado por mi cabeza. He estado vendiendo hamburguesas, he estado en la tienda de Movistar trabajando… e hiciera lo que hiciera nunca he pensado en abandonar mi trabajo. Hice una mineserie para Antena 3, Cuéntame un cuento. Yo trabajé en el de Caperucita roja, ahí conocí a Adolfo Fernández y todo cambió. Él tiene una productora con su mujer, buscaban una actriz vasca y entré yo.

Aun así, parece que la suya siempre es una carrera con muchos obstáculos.

—Como todas, creo yo. Personalmente, al margen de vender hamburguesas o estar en una tienda, cuando no he hecho trabajos audiovisuales he estado haciendo teatro y no he tenido esa sensación de no tener nada entre manos.

Otro de los trabajos más importantes de su carrera fue en Patria. ¿Un rodaje intenso?

—Fue una maravilla. Tuve unos compañeros excepcionales y un director maravilloso, tanto que me los llevaría a todos a casa. De hecho, con Félix Viscarret he vuelto a trabajar en la película Desde la sombra. Patria fue un rodaje especialmente bonito. Elena Irureta, Ane Gabarain… Bueno, no voy a ponerme a recitar todo el elenco. Fue estupendo.

¿Esperaba la repercusión que iba a tener la serie?

—No lo sé. Ahora es fácil decir que sí. Sabíamos que era la primera serie de HBO en España, sabíamos también que era potente y que el libro era número uno en ventas. Sabíamos que iba a dar que hablar, que habría gente a la que le iba a gustar y otra a la que no. No estábamos ciegos en ningún sentido. Lo que sí que me ha sorprendido es la buena acogida que ha tenido.

¿Y esperaba las críticas?

—Eran previsibles, pero a mí, todo lo que me ha llegado ha sido bonito. Es una historia con alma y no pretendíamos ser abanderados de nada. Estábamos contando una historia de dos familias, punto. Creo que se habló más antes de estrenarse, porque estuvo la polémica del cartel, que una vez estrenada.

Ha terminado El comensal, ¿ahora, vacaciones o más trabajo?

—Un poquito de vacaciones y después me voy a Colombia.

¿Puede hablar de ese proyecto?

—No. Solo que es de televisión.

A ustedes les cansa mucho que les preguntemos sobre cuál es el medio que más les gusta, luego no la haré.

—Ja, ja, ja… Es una forma diferente de hacer la pregunta. No me molesta, pero es cierto que se trata de una pregunta que se hace muy a menudo. Cada medio aporta lo suyo a los profesionales. Ahora mismo estoy con un mono de teatro que no puedo. Llevo dos años sin subirme a un escenario y lo estoy echando muchísimo de menos. Siempre digo lo mismo: el teatro tiene una magia especial. Pienso que es la escuela para ser actriz, para ser actor. Es la pura verdad y en el momento real.

Mágico, aunque duro, ¿no?

—Pero es todo muy real. No hay cortes, no se arregla una imagen... Y eso que el cine también es pura magia, a mí me fascina. Y qué voy a decir de la televisión. Se están haciendo unas pedazo de series con unos personajes que pueden evolucionar que te atrapan del todo. Yo nunca elegiría entre un medio u otro. Quiero que los tres estén en mi vida.

Lo último que hizo en teatro fue La llamada. ¿Le gustan los musicales o el teatro musical?

—No especialmente, no es algo hacia lo que me vaya enfocar, para nada. La llamada surgió y fue todo un reto, pero no tenía que cantar como la gente de los musicales.

Aunque la protagonista canta...

—Sí, pero puede cantar mal, puede llorar... Para mí fue un reto personal coger un micrófono y ponerme a cantar delante de los espectadores. Musicales no es algo que quiera hacer. Los valoro demasiado y yo no soy cantante.

¿Qué le ha aportado el tener conocimientos de baile?

—Muchas cosas, pero no era lo mío, era la pasión de mi madre, aunque reconozco que me ha aportado muchas cosas bonitas para hacer teatro. El baile te da muchas tablas, pero nunca me planteé ser bailarina. De no haber sido actriz, bailarina tampoco sería mi profesión.

¿Y qué hubiera elegido?

—Actriz, actriz, siempre actriz. De una manera u otra, me hubiera dedicado a esto, lo sé perfectamente. Si me fuerzas mucho diré que me gusta mucho la psicología, pero porque está muy relacionada con esto. Como actriz debes analizar al personaje y tienes que empatizar mucho con el perfil de persona que te toque representar. No tienes que juzgar, debes ponerte en la piel del otro.

¿Qué aficiones tiene cuando no hay una cámara delante o está alejada de los escenarios?

—Lo primero ir a mi pueblo de Iparralde, Bidart. Si no estoy trabajando en Madrid, seguro que me encuentras en Bidart. Y hago surf. Siempre que puedo escaparme estoy en el agua con mi tabla. Y voy a decir lo de siempre: la otra afición son mi familia y mis amigas. Me gusta irme por ahí con mi furgoneta y con mis animales.

¿Cuánto tiempo lleva practicando surf?

—Desde los siete u ocho años. Es una afición que he heredado de mi padre. Toda la vida he estado entre Vitoria y Bidart. El mar al que voy está muy cerca de donde yo vivía, y en cuanto hacía bueno nos íbamos para allá: fines de semana, Semana Santa y los veranos. Al final, es el motivo por el que mi casa la siento en Bidart, aunque habitualmente tenga que estar en Madrid por motivos de trabajo. El mar y el surf son muy importantes en mi vida. Amo el norte, y en cuanto no tengo nada que hacer en Madrid, me escapo. Es muy raro que pasen dos meses en mi vida en los que no haya subido al norte.

¿Le ha quedado algún viaje pendiente durante esta pandemia?

—Me quedó Colombia. Tenía que haber rodado en el primer confinamiento lo que ahora voy a hacer. Me gusta viajar, pero ahora hay que mirarlo de otra forma. Se viaja mucho, cogemos muchos aviones y contaminamos mucho. Está bien conocer otras culturas y soy la primera en viajar. He estado en Perú, en Madagascar, en muchos sitios, pero he cogido conciencia con la situación del planeta.

Ha dicho que mete en la furgoneta a sus animales y se van por ahí. ¿Qué bichos tiene?

—Un perro y un gato. Txipiron el perro, Piña el gato.

¿Y se llevan como el perro y el gato?

—Ja, ja, ja… No, ellos se llevan bien, pero tampoco son como los que aparecen en los vídeos de Instagram, que están dormiditos juntos y esas cosas. Pero conviven muy bien.

PERSONAL

Edad: 30 años (5 de octubre de 1990).

Nacimiento: Vitoria-Gasteiz.

Trayectoria: Comenzó muy jovencita y debutó en la película de Helena Taberna La buena estrella. En 2009 se inició en la televisión con Una bala para el rey, miniserie de Antena 3.

Aficiones: El surf, su casa en Bidart, su familia y viajar con sus amigas y sus mascotas.

Trabajos: En cine, La buena estrella (2008), Bon appétit (2010, Stokholm (2012), La llamada (2017), 70 Binladens (2018), 4 latas (2019), Estándar (2020), Los inocentes (2020), Loco por ella (2021), Desde la sombra (2021) y El comensal (2021), entre otros trabajo. En televisión la hemos visto, por ejemplo, en Una bala para el rey (2009), Pelotas (2009), La pecera de Eva (2010), Isabel (2014), Cuéntame cómo pasó (2015), Sé quién eres (2017) y Patria (2020). Y en teatro destacan obras como Yo sí me entero (2012), El primer secreto de Francisca y Raimundo (2014), La flaqueza del bolchevique y La llamada (2015).