ES uno de los directores de escena con más prestigio en el circuito internacional operístico. Hugo de Ana es el encargado de dirigir escénicamente La fanciulla del West, obra que se ha visto desplazada por la fuerte inercia de otras óperas de Puccini. Y, sin embargo, según destaca el escenógrafo argentino, que también es el responsable del vestuario, "estamos ante una obra maravillosa, que merece ser vista. Ha sido un gran esfuerzo de la ABAO, ya que no se hacía en España desde que se puso en escena en la Maestranza de Sevilla en 2009. No quiero que la gente se arrepienta por no haberla visto", explica.

La ópera, que llega a Bilbao con el patrocinio de la Fundación BBVA, es todo un éxito. Hugo de Ana está muy satisfecho de cómo ha salido todo: "El montaje se hizo también en un tiempo récord. En el Euskalduna no se puede ensayar muchos días por problemas de agenda de programación. Pero, realmente, tenemos una compañía de primer nivel gracias a Cesidio Niño -director artístico de la ABAO- que ha sabido elegir un casting verdaderamente excelente, con una protagonista de garra, como Oksana Dyka, que debuta en el papel de Minnie y lo hace de una manera importantísima, atendiendo a todas las indicaciones actorales que fueron muy complejas, llevando adelante un personaje muy interesante. Los otros dos protagonistas, Marco Berti y Claudio Sgura, ya habían trabajado conmigo en otras obras, también en esta producción, estrenada en Nápoles en 2017 y tienen un gran nivel actoral. En algún momento puede parecer que el tenor tiene un personaje mucho más opaco, pero hay que entender cuál es la psicología del personaje, no todos son de grandes efectos teatrales. Yo quiero destacar la interpretación de Marco Berti porque es muy coherente. En ese sentido, es muy interesante ver cómo se amalgaman tres personajes que son totalmente distintos. También es importante la labor del resto de la compañía y la del coro que se ha entregado tanto a las exigencias vocales como musicales". En el podio, Josep Caballé-Domenech se sitúa frente a la Orquesta Sinfónica de Euskadi.

una historia diferente La fanciulla del West narra una historia diferente, ambientada en un espacio, un lugar y un tiempo poco habituales en la lírica. Una estética que evoca los grandes musicales de Broadway, pero en un gran espectáculo de ópera. Basado en una narración fácil de intuir por el espectador y con un estilo cinematográfico inspirado en los clásicos westerns de John Ford o Sergio Leone, Hugo de Ana presenta una visión fresca sobre la gran aventura de la colonización, el amor y la eterna lucha por la búsqueda de la felicidad y la fortuna.

La acción tiene lugar en un campamento de buscadores de oro de las altas montañas de Sierra Madre, en California, donde no falta de nada: la vieja mina con su gran molino, raíles y vagonetas, el saloon La Polka y su ambiente de tahúres, naipes y alcohol, así como la humilde casa propiedad de Minnie en la que esconde a su amado.

Después de una serie de personajes femeninos destinados al sacrificio como Manon, Mimì, Tosca, Cio-Cio-San, con Minnie, la única mujer en un mundo de hombres rudos, bandidos y mineros, Puccini descubre un nuevo modelo de feminidad: una heroína valiente, una guerrera fuerte, pero al mismo tiempo apasionada y decidida a defender su felicidad a toda costa.

La fanciulla del West es una superproducción, una obra coral con 17 personajes y más de 197 personas en el escenario entre artistas, cuerpo técnico y equipo creativo. "Puccini fue un adelantado, pero esta ópera no tiene nada que ver con el far west que nosotros conocemos, no es la convencional que nos ha presentado el cine americano de los años 30, 40 y 50. Está más entroncada en un factor de atmósfera ambiental y, de alguna forma, de una gran sugestión. El cine del salvaje oeste es el primero que abre el espacio al exterior, el primero que transporta las cámaras a los exteriores... Una gran pantalla al fondo del escenario del Euskalduna transmite la atmósfera de los distintos ambientes. Las proyecciones juegan con el concepto del zoom cinematográfico", explica Hugo de Ana.

No obstante, para el director la ópera pucciana con más energía cinematográfica es Tosca, "que es como un thriller de acción. Es una obra de acción continuada, como si fuera un tráiler cinematográfico. En La fanciulla, Puccini buscaba colores y atmósferas nuevas, exóticas, que ya habia utilizado en Madame Butterfly, pero en esta ocasión lo hizo con un lenguaje mucho más moderno".

"Se habla de que no se representa mucho, pero no es porque no sea maravillosa, porque no guste al público, simplemente es porque es muy difícil. Si no se tiene una preparación musical y actoral del conjunto general de los solistas, es imposible llevarla a cabo. Además, no se puede programar en teatros pequeños. En su momento Madame Butterfly tuvo una orquestación muy grande y el mismo Puccini autorizó a que se hiciera una reducción de la orquesta para poder llevarla también a teatros pequeños, algo que no sucedió con La fanciulla".

En las obras de Puccini siempre hay un elemento religioso. ¿Y en La fanciulla? "Aquí también, aunque muchas veces no se comprenda. El último acto se convierte en un símbolo de la posibilidad del ser humano de redimirse. No es un final feliz como mucha gente cree, es abierto. No hay final en La fanciulla del West. La obra nos habla de que existe esperanza en nuestra vida, en la de los mineros, en la de la gente que se muere en mitad del oeste. Nos dice que más allá de todo esto, a través del amor se puede llegar a la felicidad".

Tras ser estrenada el pasado sábado, todavía quedan dos representaciones -mañana y el lunes, a las 19.30 horas- de esta superproducción lírica correspondiente a la 68ª temporada de la ABAO en el Euskalduna.