bilbAO - Hace dos años, durante la dirección de Miguel Zugaza, el Museo de Bellas Artes encargó a Maite Paliza Monduate, catedrática de la Universidad de Salamanca y especialista en Arquitectura de Bizkaia de los últimos siglos, un libro sobre la historia del centenario museo. No es la primera vez que esta historiadora del arte contemporáneo, de ascendencia vizcaina, ha escrito sobre el edificio del Bellas Artes. En 1999 publicó un artículo "pero fue algo breve. En esta ocasión he buceado durante casi dos años en la documentación que existe en el propio archivo del Bellas Artes, que es prolífica y muy detallada, aunque un tanto complicada, por lo que estoy muy agradecida a Mikel Urizar, responsable del archivo, cuyas orientaciones y ayuda han sido muy valiosas para mí".

Paliza ofreció ayer una conferencia en el Bellas Artes durante la cual habló de arquitectura, pero también de vanguardia, de apuesta por la cultura y la modernidad de una ciudad que no se conformó con un museo cualquiera: "Desde su inicio, ha ocupado un lugar muy relevante, no solo para Bilbao, sino también a nivel estatal. Cuando se creó por parte del Ayuntamiento y la Diputación solamente había en España otros dos que fueran de carácter similar, que eran el de Barcelona y el de Madrid. Resulta inédito también que se tomase la decisión de proyectar el edificio primitivo en 1938, en ese contexto en el que todavía no había acabado la Guerra Civil a nivel del Estado, en el que Bilbao había quedado destrozado por la guerra . En lo que llamamos los historiadores el primer franquismo, el periodo que va de 1939 a 1954, en España solo se construyen dos museos: el de Bilbao y el de América, de Madrid. El de Bilbao se concluye en 1945, mientras el de América se terminó en 1964. El Bellas Artes de Bilbao vuelve a destacar como una empresa arquitectónica inusual".

La segunda fase del edificio se proyectó en enero de 1963 y fue el primer proyecto museístico diseñado en España con lenguaje moderno, cinco años antes que la Fundación Miró de Barcelona y seis años antes que el antiguo Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, que es el actual Museo del Traje. "Vuelve a destacar no solo en el ámbito de Bilbao como uno de los primeros edificios que se diseñan en la ciudad de vocación moderna, sino una vez más también a nivel estatal".

Para la autora de Las arquitecturas del Museo de Bellas Artes de Bilbao. "las ampliaciones han sido fruto de la necesidad del paso del tiempo, pero también de vanguardia. El museo es el reflejo de lo que ha sido Bilbao en este tiempo, de su espíritu emprendedor, de su apuesta por la cultura y la modernidad. La evolución del museo ha ido en paralelo a la ciudad".

un museo centenario La fundación del Museo de Bellas Artes data del 5 de octubre de 1908, fecha en la que Diputación y Ayuntamiento firmaron el acuerdo por el que se comprometían a costear sus instalaciones y mantenimiento a partes iguales. Previamente, habían existido algunas actuaciones, como el Museo de Pinturas, ubicado en varios inmuebles del Casco Viejo en 1842, donde también se celebraron exposiciones de pintura de aficionados locales y se impartieron clases de esta disciplina.

De la mano de Manuel Losada, que estuvo al frente de la institución cultural hasta su muerte en 1949, el Bellas Artes abrió las puertas por primera vez en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao, en el antiguo hospital de Atxuri, el 8 de febrero de 1914. En 1924 se inauguró el Museo de Arte Moderno en la calle Rodríguez Arias, dirigido por Aurelio Arteta. Durante la guerra, las piezas de las dos pinacotecas fueron enviadas a lugares distintos: las del Bellas Artes, al Depósito Franco de Uribitarte; las del Moderno, a La Rochelle, en Francia. Fue el diputado Hurtado de Saracho quien apostó por un único edificio, que construyeron Fernando Urrutia y Gonzalo Cárdenas y que fue inaugurado en 1945.

La primera ampliación, cuando se abrió la parte contemporánea, se proyectó en 1963 y se inauguró en 1970 con el segundo director del museo, Crisanto Lasterra. Estuvo a cargo de los arquitectos Álvaro Líbano y Ricardo Beascoa, con influencias arquitectónicas de Mies van der Rohe.

Le siguieron varias reformas, hasta la importante remodelación llevada a cabo entre 1997 y 2001, que acabó por dar al museo su fisonomía actual. En 1991 el Gobierno vasco entró a formar parte del Museo de Bellas Artes, sumándose al Ayuntamiento de Bilbao y a la Diputación Foral de Bizkaia.

El último capítulo del libro de Maite Paliza recoge el avance del proyecto de ampliación que presentó el 16 de diciembre del año pasado Norman Foster junto al proyectista vasco Luis María Uriarte y que marcará el futuro de la pinacoteca. "Supondrá una ampliación muy importante, pero la de 1963 también lo fue. Si nos ponemos en la perspectiva histórica, fue un cambio brutal en cuanto a superficie y dotaciones. Las reformas son lo que exigen los tiempos, la museografía ha avanzado muchísimo, los museos no son solo contenedores de obras de arte, sino espacios que prestan otros servicios a la sociedad, de difusión, de educación... En el caso de Foster, dará una proyección internacional al Bellas Artes, un museo que no está terminado, que está vivo", concluye la autora del libro.