Bilbao - “El espíritu rebelde no me lo quita ni Dios”. A escasos días de cumplir 85 años, Paco Ibáñez sigue en la carretera, cantándole a los poetas, al ser humano y a la rebelión contra el poder. Ahora aprovecha que su mítico concierto y disco en el Olympia de París cumplen medio siglo para recordar sus poemas-canciones míticas en Euskadi. Hoy lo hará en el Teatro Gayarre, de Iruñea; el domingo, en el Teatro Campos, de Bilbao, y el 9 de noviembre, en el Kursaal donostiarra.

Fue el pasado 24 de enero, en París y “con un lleno total”, cuando dio comienzo la gira internacional de Ibáñez que conmemora el quincuagésimo aniversario de su mítico concierto en el Olympia de París, celebrado el 2 de diciembre de 1969, varios años después de debutar en disco cantando a Lorca y Góngora, y ya exilado en Francia. El cantautor asegura que el concierto del Olympia “tiene su importancia debido a la repercusión” que logró en su día, pero “los recuerdos” que se acumulan en teatros vascos como el Arriaga o el Campos los convierten “en mi casa”.

La gira actual coincide con la reedición del doble disco que el cantautor grabó en solitario en el Olympia, que incluía adaptaciones musicadas de poemas de Luis de Góngora, Quevedo, Antonio Machado, Rafael Alberti, Jorge Manrique, León Felipe, José Agustín Goytisolo, Gabriel Celaya... Canciones como Coplas por la muerte de su padre, A galopar, La mala reputación, Palabras para Julia, Déjame en paz amor tirano, Andaluces de Jaén o La poesía es un arma cargada de futuro, entre otras.

Todas estas canciones sonarán en sus conciertos vascos, cuya duración será de unas dos horas, con “un entreacto de unos veinte minutos”. Con el apoyo de “grandes músicos que acompañan con gran sensibilidad”, también recreará otras canciones de su trayectoria, cantando en euskera, gallego, catalán y francés, “todas mis nacionalidades”, según indicó a DEIA. Como alguna de Georges Brassens, uno de sus héroes, junto a Atahualpa Yupanqui y Jesús Rafael Soto. En Euskadi suele interpretar también Zure tristura, de Imanol; Txoria txori, de Mikel Laboa, y Ni naiz, de Xabier Lete.

Leyenda viva Ibáñez, convertido en leyenda viva y punto de referencia para varias generaciones que miran su devenir personal y artístico como un ejemplo de rebeldía y compromiso, ofrece en esta gira un viaje a un tiempo y espacio de amor y deseos de libertad. “No comprendo a quienes no se molestan con ciertas cosas, que no reaccionan”, explica el músico. “Nos queda todo aquello que nos quieren robar y extirpar. Todo lo referido a la dignidad, a la cultura, los sentimientos y la solidaridad. Lo quieren borrar y construir robots, la sociedad Walt Disney. Y que todo el mundo hable inglés es algo que me horripila”, apostilla.

Ibáñez, que espera que el público vasco vaya a sus conciertos “a armarse de emociones”, tiene un recuerdo ambivalente de su época en París y el espíritu de mayo de 1968. “Fue una gran rebelión con la que una juventud que vivía encorsetada abrió las puertas de su propia libertad, con una propuesta maravillosa, que lamentablemente fue ahogada pocos años después”. Al contrario que aquella generación, considera que hoy en día la gente “está adormilada y ausente; ha desertado”. Eso sí, él afirma que “la rebeldía no me la quita ni Dios”.