BILBAO. Treinta años después de su estreno, la tragicomedia ¡Ay, Carmela! llega al escenario de Pabellón 6; bajo la dirección de Ramon Barea, e interpretado por Olatz Ganboa y Diego Pérez. Lo que Sanchis Sinisterra escribiría en 1985 se ha convertido ya en un clásico del siglo XX.

Es, según explica el propio Ramón Barea, una obra que sin quererlo se ha convertido en un alegato sobre la memoria histórica. Y es que “cuando la escribe Sanchis Sinisterra lo hace como homenaje a las Brigadas Internacionales que colaboraron con la república española”, destaca.

En ella, se cuenta como dos cómicos pobres y cansados en plena Guerra Civil se ven atrapados en la zona franquista y obligados a ofrecer un espectáculo de varietés a las tropas nacionales y a milicianos de las Brigadas Internacionales.

De ese modo, la obra que se estrena este próximo jueves y estará hasta el día 29 de septiembre quiere “dar voz a todos aquellos que quieren ser recordados, para reivindicar la memoria de los pueblos”. Muestra de ello son algunos de los diálogos entre los protagonistas, que dejan en el aire mensajes como: Los vivos os olvidáis muy fácilmente de las cosas. Lo hace además, con la maestría del dramaturgo Sanchis Sinisterra, quien tiene la habilidad de “ jugar con el tiempo teatral”. “En ¡Ay, Carmela! hay varios saltos a lo largo de la obra, que hacen que a veces no sepas si estás viviendo el presente, el futuro, el pasado? lo que le da una poética muy especial, es bonito”.

Y ¿por qué llevar a escena una obra que surgió hace 30 años? Ramón Barea lo tiene claro: “Tengo un compromiso con el tema de la memoria histórica, y además me hacía ilusión dirigir a Olatz Ganboa, que ya interpretó este papel hace años; y estar al frente del mismo modo de un actor con el que todavía no había trabajado pero conocía, Diego Pérez”.

Y es que como explica el director, no es la primera vez que se sumerge en un trabajo que trata la memoria histórica sobre las tablas. “Hace años estuve en un espectáculo de Andrés Lima que se llamaba El pan y la sal, que tenía que ver con el juicio que se le hizo a Garzón por el tema de la memoria histórica”. Por eso, resume su afán por emprender este proyecto en dos ideas: “un impulso personal por trabajar con gente, y hay un compromiso con el tema de la memoria histórica. Es además, una obra que sin ser demagógica ni doctrinaria conmueve, y mucho”.

Lo que la hace especial, es como explican Diego Pérez y Olatz Ganboa, lo que cuenta y la manera en la que lo hace. Además, Ganboa destaca que es una obra que tiene de todo; y es que además de ser una comedia y tragedia al mismo tiempo; ¡Ay, Carmela! tiene canciones, bailes... “tiene una segunda parte que es como si fuera un espectáculo de variedades, hacemos números completos. Es como si pusiéramos un cabaret en el peor escenario posible”. “Un cabaret en el corredor de la muerte”, añade Barea.

Y es que “es una comedia, una tragicomedia con la que te ríes un montón, pero al mismo tiempo tiene pellizcos muy emotivos, porque la relación entre los dos, entre Paulino y Carmela es muy especial”, explican los protagonistas.

Así, la ya clásica pareja está conformada por una ingenua y empática Carmela, Olatz Ganboa, y un cobarde, pero superviviente Diego Pérez; que son, en boca del equipo teatral, unos cómicos de tercera. “Es un quiero y no puedo, lo máximo a lo que llegan es a fiestas de los pueblos. Dan un circuito por pueblos porque en capitales no pueden actuar, ya que hay mucha competencia de artisteo humilde”.

La interpretación Aunque han sido muchas las veces que ¡Ay, Carmela! ha pisado las tablas de un teatro o incluso ha llegado a la gran pantalla; lo que marca la diferencia entre unas y otras es la interpretación de los protagonistas. Es lo que defiende Ramón Barea, que aunque admite que el texto de Sanchis Sinisterra se ha mantenido totalmente; “se le rinde respeto a su obra, no hemos querido hacer una adaptación”, el papel de Diego Pérez y Olatz Ganboa tiene su propia personalidad. “Es una obra que la han hecho grandes actores y directores. La interpretación de ellos es la clave. Son un Paulino y una Carmela especiales”. Y aunque pudiera parecer que los intérpretes sintieran cierto vértigo por meterse en los papeles en los que antaño estuviesen actrices como Carmen Maura, nada más lejos de la realidad. “La verdad es que ni hemos pensado en ello; además las comparaciones son odiosas, es mejor obviar que previamente Paulino y Carmela han sido interpretados por grandes actores y actrices”, defienden los protagonistas.

Equipo local Todos el equipo que forma parte de esta obra es local; empezando por el director Ramón Barea y los intérpretes Diego Pérez y Olatz Ganboa; hasta el técnico de sonido Adrián García de los Ojos, el técnico de luces... Además, como quiso destacar Barea, el decorado de la obra, que está formado por un alambre de espino, y una pared que se asemeja a un paredón, que a lo largo de la obra adquiere un doble significado, ha sido llevado a cabo por el equipo de Oficios entre Bambalinas, un grupo que el año pasado estuvo en un taller de oficios teatrales. “Son chicas y chicos veinteañeros que hicieron unos talleres de realización de decorados”. De hecho, en el montaje de la obra ¿Qué fue de Ana García? dirigida por Borja Ruiz e interpretada por la Compañía Joven, el material de las máscaras también lo realizó el mismo grupo que se ha encargado de la escenografía de ¡Ay, Carmela! La colaboración con equipos como este “se hace y se quiere seguir haciendo”, destaca Ramón Barea, ya que a medida que crece el sector, y la gente del sector envejece, la inclusión de la gente joven es muy complicada.