BILBAO. El futuro de los libros es sonoro. “El audiolibro es otra manera más de aproximarse a un texto, igualmente rica”, defiende Eva Güell, directora de Marketing y Negocio Digital en Anagrama, quien afirma que el reto de las editoriales consiste ahora en tener presencia en este nuevo formato que, a su vez, se reproducirá mediante los asistentes virtuales de voz que comienzan a irrumpir, poco a poco, en los hogares. ¿Y la inteligencia artificial de la que se nutrirán? Será la mayor prescriptora de libros. Tiempo al tiempo.

¿El mundo distópico ideado por la nueva novela de Ian McEwan, ‘Máquinas como yo’, en el que la inteligencia artificial se apodera de nuestras vidas, está más cerca de lo que creemos?

-La tenemos bastante cerca. El desarrollo de la industria basada en la robótica está llegando muy lejos. Lo interesante de la novela de McEwan es ver cómo llega a nuestra cotidianidad para ayudarnos a hacer más fácil nuestra vida. Ese es el reto. La tecnología siempre corre más que la sociedad y la legislación, eso provoca conflictos de convivencia, cuando se requiere mucha más reflexión.

¿A qué se refiere?

-Tecnológicamente los coches autónomos son posibles, pero ante un riesgo de accidente por atropello, ¿qué instrucciones le damos al algoritmo? ¿que atropelle a una persona para salvaguardar la integridad de los que están en el vehículo? ¿O al revés? Probablemente la inteligencia artificial sea capaz de llegar más lejos en los ámbitos científicos que los humanos. Pero los verdaderos límites están en cómo hará frente a los dilemas morales que nos hacen humanos.

Se dice que la inteligencia artificial determinará la próxima revolución del sector editorial.

-La tecnología ha cambiado los hábitos de consumo, y cuando los lectores buscan información continúan guiándose por las recomendaciones. Pero estamos conectados a las redes sociales y recibimos muchos impactos. Tenemos que adaptarnos a este entorno que nos permite medir mejor el impacto que podemos llegar a tener.

¿Han comenzado los contactos entre las editoriales y los responsables de los asistentes virtuales de cara a que estos incorporen la función de recomendar libros?

-Nuestro papel más relevante ahora es que tengamos presencia en formato de audiolibro que estos dispositivos son capaces de reproducir. Como sello editorial nuestra presencia en estos dispositivos llegará tarde o temprano. Ya hay grupos editoriales que han empezado a desarrollar aplicaciones para que un usuario pueda decir: “Alexa, léeme un libro”.

Cuando los asistentes virtuales recomienden libros, ¿será mayor la competencia entre editoriales?

-No, el espacio dedicado a la lectura compite con otro tipo de contenidos como Netflix, la música o las películas, o el consumo de redes sociales. Son un canal más a través del que tendremos que ser capaces de posicionarnos y preparar nuestros metadatos pensando en estos dispositivos para cuando un consumidor pregunte a través de un altavoz “me he leído tal autor y me ha gustado mucho, recomiéndame un libro similar”. El reto ahí es que nuestros libros salgan recomendados de manera prioritaria.

Del formato papel al electrónico y ahora al audiolibro. ¿Escuchar un libro es leerlo?

-Están conviviendo los diferentes formatos, no se matan entre ellos. El papel del libro como objeto y dispositivo de lectura es muy difícil de superar. El formato audio nos remite al origen de la transmisión de la literatura que fue oral. ¿Es leer? Yo creo que sí. Probablemente será más válida para un tipo de textos, de divulgación o narrativos, pero no para textos científicos o ensayos más densos.

¿Qué hay de su calidad?

-Los que he escuchado los he disfrutado muchísimo, siempre y cuando estén bien sonorizados y el narrador esté haciendo un trabajo de transmisión a partir del respeto por el texto. Es una manera de aproximarse a un texto diferente pero igualmente rica.

¿Qué supone para una editorial editar un libro que vaya a consumirse en diferentes formatos?

-La labor del editor sigue siendo la misma desde hace 500 años. El formato es una capa más que le añadimos al final, pero el núcleo de la obra se tiene que seguir trabajando igual para que continúe siendo incluso más relevante que antes, porque tiene que permitirnos diferenciarnos de los libros que publican otros editores.

¿Una editorial como Anagrama tiene capacidad para editar sus libros en formato audiolibro?

-Ojalá. Su producción es muy cara. Estamos buscando diferentes fórmulas para empezar a poner en formato audiolibro los títulos de nuestro catálogo que creemos más adecuados o relevantes. El editor debe ser consciente de que el lector debe poder elegir en qué formato quiere llegar a una obra, incluso para momentos en los que la lectura no es posible porque está conduciendo o en el gimnasio.

El libro electrónico abrió la veda a la piratería, con el audiolibro pasará lo mismo...

-Basta con entrar en YouTube y ver la cantidad de contenido asociado que hay. Pero la mayoría de audiolibros que encuentras son caseros, de personas que se ponen a leer un fragmento. Un audiolibro entero son muchas horas y pesa muchos gigas, Youtube no soporta formatos tan largos. Es un contenido de tan baja calidad que es muy difícil que compita con el tipo de audiolibros que se están sonorizando desde las editoriales, en estudios de grabación especializados.

¿Y el audiolibro no promueve que los lectores dejen de leer?

-Estudios de Estados Unidos demuestran que aquellos lectores que también escuchan audiolibros al cabo del año leen mucho más y no por escuchar audiolibros dejan de leer.

Entonces el audiolibro sí puede ser una forma de aproximación a la lectura para aquellos que nunca leen.

-Absolutamente. No hay una canibalización de formatos; al contrario, ayuda a crear nuevos lectores. Es una oportunidad que los editores tenemos que saber aprovechar. Las encuestas de las plataformas demuestran que una parte muy importante de los usuarios de audiolibros no había comprado un libro en los últimos 12 meses.

Se dice que se ha frenado el ‘boom’ del libro electrónico.

-Ha tenido un crecimiento exponencial como cualquier producto innovador que se lanza. Ahora ha llegado el momento en el que la curva se estabilice. Es un ciclo de evolución normal. No disponemos de datos de ventas de una forma tan directa como de la venta en papel, pero el mercado existe y no hay que abandonarlo.

Muchos libros electrónicos se distribuyen por Amazon, que no aporta información sobre sus ventas.

-Sí, es uno de los principales canales de venta de libros electrónicos.

¿Existe una guerra abierta entre Amazon y las editoriales?

-La irrupción de Amazon en un mercado provoca que los agentes que estaban antes tengan que acelerar su adaptación a las nuevas tecnologías. Amazon ha sido un gran dinamizador del mercado editorial. Pero también es un agente perjudicial por su agresividad para agentes como la red de librerías independientes, principal canal de venta de los libros.

¿Puede llegar a ser una amenaza?

-Como editor Amazon tiene mucha más relevancia en Estados Unidos que en España. Nosotros tenemos la ley del precio fijo que protege la diversidad editorial y la pervivencia de las librerías. En Estados Unidos hemos visto cómo han desaparecido las pequeñas librerías, y las grandes cadenas también han sufrido. ¿Que podría pasar aquí? De momento no tiene esa relevancia. ¿Que lo hará? Está por ver. Hay espacio para nuevos sellos pero no es fácil entrar en el top of mind de los lectores.