Bilbao - El Plan Estratégico aprobado en 2017 por el ya Itsasmuseum Bilbao comienza a percibirse más allá de las mesas de reunión internas. Además de la optimización de espacios en las instalaciones, con una nueva tienda y espacio expositivo, el museo estrena la identidad corporativa con la que aspira a convertirse en el referente del golfo de Bizkaia. “Redondea un proceso de cambio muy profundo”, afirma el director Jon Ruigómez, quien menciona proyectos como Port Center o Erain entre los más destacados de esta nueva era.

El que ha sido Museo Marítimo de Bilbao afronta un nuevo ciclo.

-Abrimos una nueva etapa que coincide con el decimoquinto aniversario, pero esto viene de atrás. En 2017 el museo aprobó un Plan Estratégico para tener un posicionamiento marítimo más claro: la ría de Bilbao es el núcleo, pero nos conecta con el golfo de Bizkaia. De ese plan surgen varios proyectos que empezamos a implantar en 2018.

¿De ahí el cambio de nombre?

-Es el colofón de la suma de cambios, la nueva identidad corporativa, Itsasmusem Bilbao. Estrenamos logotipo, con una proa de barco saliendo de un astillero, que hace referencia al lugar en el que estamos, el antiguo astillero Euskalduna, y ya antes a los diques de Olabeaga, la pieza de la colección con más valor patrimonial.

Los cambios de denominación suelen ser arriesgados.

-Es arriesgado, pero tenemos claro que es una marca atractiva y sólida, que simboliza lo que somos. Con el juego de palabras nos abrimos al mundo partiendo de saber lo que somos. Da pie a un diálogo, a que el extranjero pregunte: “¿Qué es Itsas?”.

¿Cuál es el objetivo de cambiar su identidad corporativa?

-Itsasmuseum Bilbao pretende ser una marca potente, que abra una nueva etapa. Redondea un proceso de cambio muy profundo. Y mantiene todo lo bueno de la experiencia de estos quince años.

En ese camino ha sido imprescindible abrir vías de colaboración.

-Sí, tenemos talante colaborativo. Estamos metidos en la red de museos de la costa vasca, en la red de museos de la península. En Bilbao estamos involucrados en todo lo que se cuece: Gau Zuria, Art District, Basque Fest... Nos gusta destacar la colaboración con el Museo de Bellas Artes, dentro de su colección de obras las que tengan temática marítima van a pasar por aquí. Es un puntazo.

Hay algunas cifras que resumen los quince años de andadura.

-No es que le demos mucha importancia a las cifras, pero las tienen. Hemos conseguido conformar una colección de más de mil piezas, traer ochenta exposiciones temporales, sesenta grandes embarcaciones... Todos los años vienen 10.000 escolares y en conjunto han pasado por el museo cerca de un millón de personas. Son cifras que nos ponen en el mapa.

¿Tiene relación la nueva estrategia con el deseo de atraer más público?

-Sí, aunque tenemos una cifra de visitantes bastante razonable: 55.000 anuales. Queremos expandir ese número con más extranjeros y visitas familiares. En el plano educativo queremos seguir creciendo en tramos de edad que no abarcamos.

También funcionan como aliciente las embarcaciones que llegan hasta aguas del museo.

-Tenemos un acuerdo de colaboración estable con el Atyla. Hace poco estuvo el Aita Mari, esta semana viene el Artic Sunrise, de Greenpeace. Periódicamente vienen embarcaciones que generan mucho interés, además de la colección que ya tenemos en el dique.

¿Qué acogida tiene la iniciativa Port Center, el centro de interpretación portuaria?

-Muy buena, nos permite que el museo hable del presente en la instalación Piel de luz, que describe la transformación de Bilbao y cómo es el puerto en la actualidad. Además se introduce tecnología y nos abre a otros públicos. Y nos arropan las empresas portuarias, que se han involucrado en apoyar el proyecto.

También cuentan con un proyecto para renovar el ‘Anchústegui’.

-Le llamamos Erain porque abarca mucho más. Tiene tres vertientes: una zona expositiva de la que estamos muy orgullosos, el taller para ver a la gente trabajar en vivo y el dique en el que está el Anchústegui, del que se está haciendo una restauración.

¿Cuándo está previsto que finalice?

-Es un proyecto a medio plazo, en seis años más o menos. Estamos trabajando desde el punto de vista de una restauración científica. Intentamos que prevalezca el criterio de mínima intervención. Si se puede respetar una trabajo original, se respeta. Cada tabla se analiza y se valora. No solo documentamos el barco, sino todo su contexto. Hay un equipo multidisciplinar con diferentes agentes que debaten.

El proyecto integra, además, un factor de inclusión social.

-Así es, no es solo lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. En este caso, se trata de que jóvenes que están en riesgo de exclusión social puedan acceder a un empleo. En el taller conviven personas de diferentes generaciones y orígenes sociales.

Han cambiado algunos espacios para optimizarlos.

-Tanto en la página web como en la visita hemos pensado mucho en la persona y en cómo intentar mejorar su experiencia: abrir espacios, facilitar el acceso, que todo esté más a su disposición... Hemos movido en el atrio las canceladoras, la tienda, tenemos un espacio expositivo nuevo...

Que se abre hoy, ¿no es así?

-Sí, en la antigua zona de tienda, abrimos una exposición sobre los Gyotakus, una técnica japonesa que consiste en imprimir un pez en tinta y pasarlo a papel. Es una técnica ancestral, realizada por José Mari Ferarios, científico de Azti, en colaboración con el artista José Abel.

A finales de mes, además, se inaugurará una muestra sobre Elcano.

-Se llamará Tras la huella de Elcano y es una exposición biográfica sobre Juan Sebastián Elcano. Hace 500 años inició junto a Magallanes la circunnavegación que acabó culminando solo, junto con 18 personas entre las que había tres vizcainos: Juan de Zubileta, Juan de Arratia y Juan de Acurio. En la expedición tanto Bilbao como Bizkaia tienen mucha importancia en el acopio de pertrechos, en las embarcaciones... La exposición pone de manifiesto la importante contribución de los vascos en esta expedición.

¿Prevé el Plan Estratégico el camino a seguir en los próximos años?

-Es un cambio continuo, no paramos. La visión que tenemos, ilusionante y ambiciosa, es la de ser una referencia marítima en el golfo de Bizkaia. Cuando uno viene en avión del continente americano el primer accidente geográfico que ve es el Bay of Biscay. El objetivo es que pongamos ahí el Itsasmuseum Bilbao. Somos un museo muy joven, pero consolidado.

¿Se miran en algún espejo?

-Nuestra referencia es el Museo Marítimo de Barcelona, con el que hay buena sintonía. Es el más se parece a nosotros, aunque sea más grande.