bilbao - La Asociación Bilbaina de Amigos de la Ópera (ABAO) inició su andadura como el empeño de unos valientes enamorados de la ópera que querían consolidar en Bilbao una temporada a la altura de los grandes ciclos europeos. 66 años más tarde, la ABAO sigue creciendo, convertida en una de las principales instituciones culturales de la capital vizcaina. Ahora, está de estreno: estrena etapa, logo y pronto estrenará nueva temporada, la 68ª, que promete convertirse en cita indiscutible para aficionados al bel canto a nivel internacional. Juan Carlos Matellanes, que dirige la asociación lírica desde hace más de quince años, cuenta los futuros proyectos.

Nueva etapa, nuevos aires... ¿Era necesario?

-El mundo es cambiante, las cosas cambian, los gustos cambian y todos nos tenemos que adaptar. Las empresas que existían hace sesenta años ya no existen o tienen nuevos enfoques. En ABAO la transición no es tan exagerada, pero sí necesitábamos dar un impulso. Después de un cierto tiempo, que ha sido magnífico, que hemos tenido muchas iniciativas, grandes éxitos, algún que otro fracaso, crisis que hemos afrontado y superado... Después de 66 años, de más de mil funciones, casi acabando el proyecto Tutto Verdi, que es algo emblemático y único en el mundo, necesitamos reinventarnos, aprovechar todo lo bueno que teníamos del pasado y mirar al futuro.

Se han puesto como horizonte 2028.

-Es un objetivo realista y coincide con el 75º aniversario de la asociación. No podíamos llegar sin movernos, sin hacer cosas, sin innovar, sin ampliar, sin mejorar lo que estamos haciendo ahora... Aprovechamos todo lo bueno, pero nos damos ese impulso. Queremos que sea además un proyecto integrador, para instituciones, socios, público y patrocinadores. Los que han estado y ya no están, queremos que vuelvan, este es su proyecto; a los que están ahora, pues que sigan muchos años, por lo menos hasta 2028. Y a los que han estado siempre, a esos, chapó, gracias por su fidelidad.

El eslogan de la asociación es ‘Yo soy ABAO’. ¿Por qué la ópera es importante?

-Primero tengo que decir que el concepto ABAO es más genérico que ópera. Pero hay muchas razones para decir “Yo soy ABAO”. Queremos reforzar el orgullo y el reconocimiento tanto de nuestra comunidad como a nivel internacional, de la misión y actividades que desarrollamos. En la antigüedad también se decía que una ciudad era importante porque tenía ópera. Bilbao es una ciudad cosmopolita, con valores, en constante innovación, una ciudad en la que la cultura juega un papel protagonista. Queremos ser un instrumento imprescindible para que cada persona sienta con orgullo que la labor de ABAO es importante, porque lo es para Bilbao. Hemos entrado en el circuito internacional de aficionados al bel canto que se mueven y que viajan por la ópera. Antes iban a Madrid y a Barcelona, ahora vienen también a Bilbao.

Han cambiado también de nombre. Ahora ABAO/OLBE se llama ABAO Bilbao Ópera.

-En los tiempos que corren, una marca tiene que ser claramente identificable, reconocible, moderna, pero, sobre todo, debe responder al espíritu de lo que es. Y nosotros hemos respondido a nuestra esencia en tres palabras: somos ABAO, estamos y nos sentimos muy orgullosos de estar en Bilbao, una ciudad que es conocida como una de las más agradables para vivir por sus congresos, por su actividad cultural, por el Guggenheim ... ¿Y qué hacemos? Algo fundamental, ópera, que es una palabra internacional. Tres palabras de las que nos sentimos orgullosos. Lo cual no significa que no seamos la ópera de Euskadi, que lo somos.

Mucha gente considera todavía que la ópera es un espectáculo elitista, reservado a unos pocos. ¿Por qué cree que está tan extendida esta opinión?

-¿Dónde se representan las óperas? En un teatro. ¿Qué capacidad tiene un teatro? Muy limitado. Un concierto lo haces en un campo de fútbol y pueden asistir 50.000 personas. El ser minoritario, por el sitio en que se desarrolla, se suele confundir con elitista. Por eso a la ópera le rodea un poco el carácter elitista. Luego dicen que los artistas cantan y no les entienden... Eso también refuerza ese carácter minoritario, que deriva en elitista. Todo puede ser elitista. Si para leer un libro, tengo que ser experto en literatura, pues nunca leeré un libro. Si para ir al fútbol o a los toros tengo que ser experto, pues igual no voy. La ópera, el fútbol o el cine te gustan o no, te emocionan o no. Con eso basta.

¿Qué les diría a la gente que piensa que la ópera es cara?

-Hay que superar la barrera conceptual de que la ópera es elitista y cara. Les diría que hay 34 modalidades de entradas con diferentes precios para socios. ¿Qué equipo de fútbol los tiene? Nadie nos supera en eso, tenemos un abanico de precios muy amplio. Estamos trabajando también con las nuevas generaciones para crear afición. Es un trabajo constante. Hoy en día todo el mundo tiene programas didácticos, pero nosotros hemos sido los primeros. Hace treinta años nadie se ocupaba de ello. Aplicamos esa filosofía, queremos ser los primeros, aunque no seamos los mejores. Eso lo tenemos clarísimo.

En una época en la que la mayoría de los teatros son públicos y sobreviven con subvenciones, ¿cómo lo hace una asociación privada como la ABAO?

-Es muy difícil. Creo que hay un planteamiento que es erróneo. Cuando estamos hablando de presupuestos públicos, al final hay una tendencia natural de favorecer y dotar de más fondos a los míos, ¿Y qué es lo mío? En lo que yo participo, en lo que yo estoy. Si el teatro Real depende del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música y está en el Instituto, los primeros recursos van al teatro madrileño. Nosotros defendemos que con los presupuestos públicos, las asignaciones se tienen que hacer de otra forma, en base a criterios de eficiencia, de calidad, de excelencia... Y no tiene que ver nada con que sea privado o público.

Para la próxima temporada contarán con un presupuesto de apenas siete millones de euros, de los que el 75% provienen de recursos propios.

-Es un modelo muy difícil de seguir, tenemos que soportar el coste del teatro, las orquestas... Abogamos por un gran pacto, un modelo eficiente, sensible, inteligente, con vistas a un futuro de colaboración público-privada. ABAO no puede seguir dependiendo en hasta un 75% de los recursos propios. Es un modelo insostenible. El modelo de financiación que deberíamos lograr es un 33% de aportaciones públicas, 33% privado y de patrocinios y 33% de entradas y socios. El futuro de ABAO debería de pasar porque las instituciones se comprometan de forma estable a alcanzar ese 33%.

Cinco grandes títulos en la próxima temporada, con figuras como Jessica Pratt, Celso Albelo, Angela Meade y Roberto Tagliavini. ¿Estamos ante la mejor temporada de la historia reciente de la ABAO?

-Cada temporada creemos que es la mejor, pero dicho esto, yo creo que es la mejor de los últimos años. Es una temporada redonda, muy equilibrada, con títulos muy interesantes, con dos que no se han visto nunca en la historia de la ABAO, Jérusalem, de Verdi, y La fanciulla del West, de Puccini; que tiene el atractivo de que todas las producciones nunca se han visto aquí, que son estreno en España; que cuatro son coproducciones nuestras con otros teatros, lo que remarca el carácter internacional... En total serán 47 funciones, a las que esperamos que asistan 74.000 espectadores. Realmente, estamos muy contentos. Además, tenemos un concierto en un formato distinto, tenemos una ópera de salón, nos vamos diversificando más por Bilbao, además de Euskalduna y Arriaga estaremos en la Sala BBK... Tenemos ABAO Txiki, los programas didácticos, ciclos de conferencias... Estamos reforzando el programa social, incluso igual con un programa social cruzamos el charco.

En alguna ocasión se ha dicho que el público de Bilbao es tradicional, que le gusta escuchar grandes obras, con puestas en escena clásicas...

-El público va evolucionando admiten propuestas de calidad distintas, les gustará más o menos, pero les resultan interesantes. Este año l Lombardi, de Verdi, y Semiramide, de Rossini, han sido un ejemplo de esto. Los que no han ido se han arrepentido; los que han ido, las han disfrutado... Tratamos de hacer una temporada equilibrada. Pero, hay que reconocer y decirlo, nosotros no corremos aventuras financieras, además de ser innovadores, uno de los múltiples factores que influyen en la elección de una obra, en ese cóctel de treinta motivos, es cuál es la repercusión que puede tener en taquilla. Para nosotros no tiene sentido poner una ópera en la que no vaya nadie o vayan solo cien personas.

El director del Teatro Real dice que quiere una programación cañera...

-El concepto cañera o no cañera no lo entiendo, con todos mis respetos a mi colega. Yo quiero una programación que arrase, que encante al público, que cree afición, que el espectador salga deseando repetir la ópera. Ese es nuestro objetivo, el cliente, las instituciones, el público y los socios.

Con ‘Jérusalem’ programada en la próxima temporada, solo quedará un título para que finalice el proyecto ‘Tutto Verdi’ puesto en marcha en 2006. ¿Tienen previsto hacer algo especial?

-Tutto Verdi no va a acabar con la última ópera. Estamos preparando dos cosas muy importantes en el aspecto musical y en el cultural, que serán el broche final de un programa que nos ha costado tantos sudores, tantos años, y que al final, lo hemos conseguido. Es único en todo el mundo. Creo que van a marcar historia.