NADIE cuestiona el estilo de bilbaino de pro, elegante y socarrón que llevó con orgullo el artista Jon Andoni Frade K-Toño hasta el día de su fallecimiento en noviembre de 2018; ni tampoco esa inimitable forma de colocarse la txapela que ayer estuvo muy presente en el homenaje que le rindieron en su querida villa. El alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, fue el encargado de destapar una placa en el número 40 de la calle Ercilla. “K-Toño ha sido una persona excepcional, con una doble faceta; hombre familiar y con una gran influencia social”, dijo Aburto, quien también hizo hincapié en ese orgullo de bilbainismo del que el artista presumía y difundía por encima de todo. “K- Toño cumple con creces esa figura gráfica de lo que supone ser bilbaino”, destacó.

En el año 45, en el sexto piso de la calle Ercilla, llegaba al mundo en la cama de sus padres una persona solidaria, amigo de sus amigos y que ha dejado en Bilbao no solo su firma en forma de arte sino además una larga lista de corazones rotos de amigos que todavía no asumen su pérdida. El también artista e ilustrador Asier Sanz conoció de cerca a K-Toño y hoy es el día que busca entre la gente su txapela y su siempre sonrisa. “No me hago a la idea que ya no está”, dijo Sanz. “K- Toño era mi amigo y un maestro de la vida, del dibujo costumbrista. Se ha perdido un eslabón entre el Bilbao de toda la vida y el moderno”.

Un centenar de personas se acercaron para rendirle, al que han calificado como el último botxero, el homenaje que se merecía. Con el sonido del txistu de Mikel Bilbao, tras el aurresku quedó destapado para siempre ese recuerdo a un hombre que no necesitaba viajar ni lo deseaba porque aquí en la villa lo tenía todo. Su mujer, Begoña, y sus tres hijas, Elixabete, Miren y Andoliñe tampoco faltaron a este homenaje de sus amigos y allegados. “Queríamos no llorar, pero ha sido imposible no emocionarnos. Ha sido un acto precioso, mi aita estará feliz de ver a tanta gente querida que se junta por él”, destacó Antoliñe Frade. El cariño que mucha gente de Bilbao le tenía a K-Toño fue una constante en cada gesto a la viuda del artista fallecido, a sus tres hijas, así como en los numerosos elogios que se escucharon a la persona de K-Toño. “Desde que no está en su nombre llevo txapela”, confesó, visiblemente emocionado, el amigo y cocinero de la cofradía Makila, Javier Mestraitua.

Dos amigos También emocionados se mostraron Patxi Herranz y Piru Azu, dos de sus amigos y promotores del homenaje. “Estamos felices. Ha sido muchísima la gente la que se ha querido sumar a este reconocimiento. La idea era colocar una placa en el portal en el que nació K-Toño; solicitamos los permisos y el Ayuntamiento ha contribuido en todo y nos ha ayudado muchísimo”, destacó Herranz. K-Toño contaba a sus hijas cómo siendo un niño se asomaba por la ventana de su casa en la calle Ercilla y en frente veía caseríos y palacetes, nada que ver con los edificios que hoy se levantan en esa céntrica calle. “Echamos de menos sus historias. A Aita le criaron sus tías, que vivían en el séptimo piso de la calle Ercilla. Se acordaba de todo, tenía una memoria increíble”, concluyó Antoliñe, quien agradeció de corazón el acto en homenaje a su aita.