Bilbao - “Es una apuesta arriesgada y un choque de estilos emocionante”, señala Eñaut Elorrieta sobre Harian, su proyecto compartido con Kaabestri String Ensemble, quinteto de músicos de la Orquesta Sinfónica de Euskadi (OSE). Mañana recalará en la Sociedad Filarmónica de Bilbao en un concierto de DEIA para los lectores. “Estamos consiguiendo momentos mágicos, en los que floto y todo fluye”, explica el músico vizcaino, que proseguirá con su carrera en solitario en 2019 y adelanta que no hay planes en el horizonte cercano para Ken Zazpi.
¿Cómo va la gira? ¿Qué esperaba de esta nueva aventura y qué está recibiendo de ella?
-La gira está yendo genial. Empezamos en el Arriaga y ya hemos actuado en Oñati y el Teatro Victoria Eugenia de Donostia. Ya hemos dejado atrás la tensión inicial, que es normal.
¿Sintió vértigo al subir al escenario? No deja de ser una aventura nueva para usted.
-Lo viví con una tensión extra en estos primeros conciertos, ya que no deja de ser un estreno. Ahora se va asentando el proyecto aunque sigue estando en proceso y creo que ganará actuación tras actuación, haciéndose cada vez más y más. Esa es la sensación que tengo porque cada vez que subo al escenario me voy cada vez conjugando más y mejor con el quinteto. Estoy advirtiendo nuevas vías para enfocar cada canción, los recursos que tengo, el margen de riesgo a la hora de experimentar las canciones en directo...
¿Qué buscaba con Harian?
-Dos cosas. La primera, poner en el centro la voz e intentar crecer como músico y cantante con espacios nuevos de expresión. Que me diera pie a experimentar. Cantar en espacios no conocidos te lleva a buscar unos recursos que en otras situaciones no buscas; o no encuentras. Y a veces sí, y te sorprenden. Me encantan los retos nuevos, esos espacios que se me están abriendo. Me motivan y me hacen aprender mogollón.
¿El de Harian es su público habitual y el de Ken Zazpi o los arreglos sinfónicos han abierto el abanico del público?
-Aunque me falta datos objetivos, diría que la mayoría de la gente que ha acudido a los conciertos hasta ahora sí puede ser mi público habitual. Pero también percibo gente nueva, y me satisface ver el apoyo a Harian. Me he sentido muy arropado, lo que me da mucha fuerza ante una apuesta arriesgada e interesante. Creo que lo puede ser también para el público, aunque al principio tenía dudas al ser un formato inhabitual. La gente acude y, además, lo vive como una experiencia nueva y aprecia ver al quinteto de cuerda, los arreglos, las canciones nuevas, el concepto... Está llegando, sí. La gente sale contenta.
El concierto de Bilbao imagino que lo sentirá como algo especial ¿no?
-Sí, será un concierto muy especial, tanto como el recinto. Es un sitio precioso y con mucha solera. Estoy convencido de que sería dífícil, casi imposible, poder tocar en la Sociedad Filarmónica de Bilbao, si no fuera con este formato. Harian me está abriendo puertas a sitios nuevos, no habituales. Eso es también muy gratificante.
Imagino que Harian surgió por esa situación en el filo, en la cuerda floja, que suponía para alguien como usted, proveniente del pop y el rock. ¿Cómo se está adaptando?
-Sí es un lenguaje novedoso. Lo advertí desde los ensayos, cuando intentaba aportar alguna idea y ellos, el quinteto, lo traducían llevándolo al terreno de Stravinski o Schubert. Esta parte la hacemos más tal o cual, decían (risas). Fue muy curioso.
¿Qué le aporta esta asociación? ¿Es fruto de ir creciendo y madurando, y abrir caminos nuevos?
-Artísticamente tiene componentes muy interesantes. Creí al principio que tendría que rellenar muchos espacios, pero no ha sido así. He tenido la sensación de que había momentos en los que me tenía que callar y dejar espacio al lucimiento del quinteto. Ha sido un reto el tempo. Cuando Ken Zazpi tocó y grabó con la Orquesta Sinfónica de Euskadi lo hicimos con claqueta. Ahora no hay nada de eso. He buscado el tempo adecuado en momentos e instrumentos diferentes, incluso de forma visual.
¿A qué se refiere?
-Ver al quinteto tocar me daba seguridad. Me ha dado mucha libertad, aunque todavía estoy adaptándome, ya que no tengo la sensación absoluta de sentirme seguro. Me siento flotando sobre el concepto. El objetivo es sonar como seis instrumentos de cuerda... o como uno solo, mejor. Y, a veces, se consigue, en momentos mágicos en los que floto y todo fluye.
Creo que apenas toca la guitarra acústica con Harian.
-Es cierto, sí. Porque es un instrumento que marca mucho el ritmo de la canción. Artísticamente, ha sido un descubrimiento ver la multitud de posibilidades que da leer o interpretar una misma partitura. Me está resultando apasionante.
Con Ken Zazpi ya tuvo una experiencia previa con la OSE. ¿Cómo optó por los músicos de Kaabestri String Ensemble?
-Lo que buscaba con Óscar López (violín), Arkaitz Martínez (viola), Igor Torre (violín), Paloma Torrado (contrabajo) y Jon Larraz (cello) era gente con cultura clásica. Me parecía interesante el choque entre mi visión y la suya. Aunque buscaba también que fuera gente muy abierta a jugar y a experimentar, la que era mi propia actitud. Y han encajado muy bien. Es gente currela, con la que se trabaja fácil, y unos musicazos dispuestos a aprender también.