bilbao - A finales de los 60 ya se hacía rock’n’roll en euskera. Lo prueba el medio siglo que cumple el grupo Leok’k, banda pionera enamorada del rock y el blues de Cream, The Doors, Led Zeppelin o The Spencer Davis Group. Lo celebrará hoy en la plaza Txurruka de Zestoa, su localidad natal, con la presentación de su tercer disco, Infinituari segika. “Fuimos de los primeros, previos a Egan, Akelarre, Errobi y Koska”, recuerdan.
Cincuenta años cumplidos... y el gran público no los conoce.
-No fuimos demasiado famosos. Éramos unos jovencitos con unas ganas terribles de tocar el rock que nos gustaba. Eso sí, logramos entrar en casi todos los pueblos de Euskadi en fiestas y en locales de baile de la comarca del Urola con nuestras versiones. El grupo se deshizo en 1972 por el servicio militar obligatorio.
Y los discos llegaron después.
-Sí, en 1992 nos juntamos y participamos en diversos conciertos y festivales, involucrándonos en campañas a favor de pueblo saharaui y destinando las ganancias de los discos a la Unión Nacional de las Mujeres Saharauis. Grabamos Saemel, con versiones en euskera y que por motivos burocráticos secuestró la SGAE, y en 2010, Une bat.
Si se situaran, como en una de sus canciones, ante el espejo, ¿cómo recuerda los tiempos iniciales?
-Con mucha pasión, alegría y unas ganas enormes de tocar. Ahora estamos con las mismas ganas, con más años, experiencia y si me apuras, con más pasión y con la suerte de contar con mejores medios técnicos.
¿Cómo se engancharon al rock?
-Sin menospreciar a nadie, en la radio solo se escuchaba folklore, trikitixas, coplas y algunas pachangas veraniegas. ¡Fue la bomba que unos jóvenes melenudos con guitarras eléctricas tocaran Sunshine of your love (Cream), Gimme some lovin (Spencer Davis Group) o Roadhouse blues (The Doors)! La gente joven estaba ansiosa de escuchar ese tipo de música, pero con la dictadura hubo mucha mano dura.
Y estaba la censura. Además, cantando en euskera.
-La cosa estaba muy restringida. Para poder tocar teníamos que sacarnos el carné de Artista de Circo y Variedades... Está todo dicho. Y con el euskera, no es que se nos cerraran puertas, pero la censura fue cruel. Algún lío sí tuvimos.
Reivindican que fueron de los primeros roqueros euskaldunes.
-De los primeros, sí. Entre 1966 y 1972 hubo movida con Ez Dok Amairu, pero eran cantautores con mensajes sociales contra la dictadura. El rock estaba más bien centrado en la libertad, la paz, el amor... vamos, hacia el movimiento jipi. Posteriormente salieron Egan, Akelarre, Errobi, Koska...
¿Qué ha ganado la banda y perdido en el camino?
-Perdimos por el camino al bajista, Alejandro Kortadi, y al batería, Sebastián Etxeberria. ¿Y ganar? Mucho: ilusión y ganas de seguir tocando.
¿Por qué regresar ahora?
-No hemos regresado, siempre hemos estado ahí aunque con una evolución lógica. Han ido y entrado miembros, pero esté quien esté esto sigue siendo Leok’k. El Athletic era Athletic cuando estaban Zarra, Panizo y Gainza, y sigue siendo Athletic con Aduriz, Nolaskoain y Williams. El que sigue debe hacerlo con dignidad y pasión. Grabar este tercer disco es la guinda del pastel del quincuagésimo aniversario y la continuidad del proyecto Saemil (Saharako Emakumeei Alkartasuna).
Es un disco ajeno a las discográficas.
-Ha sido gestionado y autoeditado por nosotros, con familiares y amigos. Las discográficas están para otra cosa, no se mojan con grupos como el nuestro, con nuestra edad. Ha merecido la pena el esfuerzo y Elkar nos ha gestionado el disco: diseño, maquetación, copias... La gente pasa de comprar y se los baja de Internet por el morro. Así nos va como nos va, y culturalmente no hay nada que hacer. No saben ni entienden el sacrificio que cuesta hacer música.