bilbao- Hits es también el acrónimo de Humor Inteligente Trepidante y Sorprendente, una definición perfecta para este trío catalán que sugiere que esta visita antológica puede que sea la última oportunidad (“una despedida lenta”) de verles en directo en Bilbao.

Nueva visita al Arriaga y van...

-Ni idea, siempre hemos ido allí, excepto una vez al Euskalduna. Y ahora con más motivo desde la incorporación de Calixto Bieito a la dirección artística, ya que ha sido un revulsivo de la escena artística desde hace décadas. Es un fichaje magnífico, savia nueva con propuestas contemporáneas y, al mismo tiempo, sin olvidar la escena local.

¿Sienten realmente que esta es su última gira o es un modo de atraer a los escépticos?

-En principio, sí. No hay plan de realizar más espectáculos. Haremos Hits, que es un resumen de lo mejor de nuestros 37 años, hasta que nos cansemos y veamos que esto no da más de sí. Quizás sea adecuado despedirse ya.

¿A qué se debe el adiós? El tópico dice que resulta más complejo hacer reír que llorar. ¿Es real?

-Sí. No digo que el drama sea fácil, pero es más complicado provocar la risa. Quien va a la comedia no perdona que no le hagas reír; en caso contrario, se decepciona y se convierte en un público muy duro. Hacer humor para sorprender es muy difícil y nosotros hemos encontrado la fórmula que nos ha permitido renovarnos y seguir sorprendiendo, ya que la risa se basa en la sorpresa.

¿Cómo se logra sorprender cuando el espectáculo es una antología de sus mejores ‘sketches’?

-Ahí entramos en otra fase distinta. Es cuando una compañía se ha hecho su marca y se ha convertido en garantía a la hora de hacer reír. Ahí es cuando el público se ríe con gags que ya ha visto previamente, como en este caso. He de decir que sí existen sorpresas porque hay algunos cambios en el montaje. Es algo que ocurre con los cantantes de quienes se espera que interpreten aquellas canciones que tantas veces se ha oído, y no las del último disco.

¿Como los Stones y ‘Satisfaction’?

-Podríamos decir que sí, salvando las distancias (risas). Es algo que el público necesita.

¿Ha sido complicado seleccionar los ‘hits’ entre las más de trece horas de espectáculos que han realizado?

-Fácil no ha sido porque siempre fastidia dejar fuera algunos gags. Además, el público puede entrar en nuestra web y elegir cuáles prefiere. A veces, el espectáculo cambia aunque algunos los pide todo el mundo.

Creo que hay algunos cambios.

-Solo para actualizar algunos sketches. Tienen la misma energía pero se han incorporado algunos detalles, como el que los ejecutivos ahora lleven móviles en el aeropuerto.

Habla de la energía. Tantos movimientos durante hora y media, exigirán una gran forma física.

-Pues sí, casi como si tuviéramos 30 años, pero la adrenalina te transforma en escena. Eso sí, en lugar de ir de copas, cenamos ligero y nos vamos al hotel al acabar la función.

No sé si el trío es más o menos estable que la pareja. Ustedes llevan juntos casi cuarenta años.

-El trío es más estable, una mesa de tres patas nunca cojea. Y al haber problemas, se desbloquea la situación: dos a uno. Somos un matrimonio a tres, en el que hemos pasado por todo pero estamos sólidos. Y no ha habido sexo (risas), te lo aseguro.

Lo que sí mantienen es una cierta ingenuidad, como si fueran niños.

-Absolutamente, es una de nuestras bases. Salimos a jugar como niños con el público, que está muy presente. Improvisamos, hacemos volar la imaginación, le sacamos punta a los objetos, tiramos de personajes perdedores con los que la gente empatiza... Por eso, es querido nuestro universo y engancha.

¿Artistas o comediantes?

-No distingo: somos actores, cómicos, payasos...

¿Compañeros de El Joglars, Comediants, La Fura, Dagoll Dagom...?

-Sí, somos parte de esa gran tradición escénica catalana. Venimos de esa época, muy rica y muy variada. Cada grupo tenía un registro. Costará volver a tanta variedad y calidad.

La otra pata de su influencia les viene de Keaton, Lloyd y Chaplin.

-Esos grandes maestros del gesto sirvieron de referencia desde el principio. Y diría también los Hermanos Marx, Jacques Tati, Cary Grant...

¿Cómo andan de colesterol?

-Bien. Han buscado para el anuncio a otro que está peor: Bertín Osborne. Será por las conservas y tanto jamón.

¿Cómo se ve el mundo en 2017 desde un escenario?

-Siempre bien porque tenemos a un público que viene a reír. El humor es tan importante que la gente hasta paga para que le hagan reír. Es una obligación para nosotros.

¿Y desde fuera de él?

-Se ve distinto, la verdad.

Llamaron a su primer espectáculo ‘Manicómic’. Muy acertado.

-Sí, y la cosa creo que ha ido a peor en estas casi cuatro décadas. ¡Quién iba a pensar que Trump mandara en el mundo! O su competidor en Corea del Norte. Son situaciones extremas que no preveíamos hace unos años.

Y la crispación asola a Cataluña.

-Sí, con el referéndum y no digamos lo de La Rambla. Vamos de una cosa a otra y todo es muy tenso. Aplicando el humor, que es nuestro oficio, esperamos que las cosas se suavicen algo. Al menos hora y media.

¿Cómo resumiría con un gesto la situación catalana?

-Imposible, es algo muy complejo.