ToDA la trayectoria pictórica de Ramón Zuriarrain (Donostia, 1948) ha transcurrido entre los repertorios antropomorfos y la abstracción del paisaje circundante y cercano. En la presente exposición de Galería Kur de Donostia, sin embargo, parece centrarse más en su peculiar parque zoológico, eso sí, envuelto y rodeado de paisajes curvos, dinámicos, cargados de fuerte colorido o pintado en suaves gamas opalinas.

En los 25 cuadros presentados en diversos formatos, aparecen figuras desdibujadas de perros, caballos, elefantes, patos, serpientes, cocodrilos, peces, y por supuesto el hombre y la mujer, insertos en paisajes llenos de color y de pinceladas rápidas. Pintura casi líquida, suelta, a veces de varias capas superpuestas, en las que Ramón traza su peculiar Jardín de las delicias, un tanto caótico y deslavazado, expresión de su estado emocional de estos últimos años.

Zuriarrain pertenece a ese grupo de artistas de la década de los 70 adscritos al Realismo Mágico y a las Nuevas Figuraciones (Ameztoy, Llanos, Valverde, Goenaga, Sanz, Cárdenas) en los que las referencias a su vida personal y comunitaria, son constantes y una referencia de toda su pintura: Nouveau Roman.

Pintura en la que el paisaje natural, con sus montículos, rocas, caminos, árboles, y aguas, también ocupan un amplio espacio, en el que se entrelazan y aparecen personas y animales en fértil y cuidada planimetría. Son como un todo del cosmos en el que se mueve y habita el pintor, en un universo en el que se halla feliz el propio artista. Y es que todo el mundo proyecta y existe en su propia realidad, en una realidad que el pintor presenta como libre, expresiva, llena de emociones - colores fuertes y sutiles- plasmada con acentos líricos, poéticos, de manera personal y cercana. Es como un bloc de notas referenciales, como un diario íntimo y cercano. Zuriarrain vuelve a estar en un momento lúcido de su pintura. Un paisaje marítimo de azul cobalto con balandro así lo confirma, como también lo hacen muchas de sus obras expuestas.