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Julián Lacunza : “Han pasado cincuenta años, pero el espíritu del CIT permanece”

El Centro de Iniciativas de Tolosa (CIT) será uno de los premiados por Sabino Arana Fundazioa, que celebrará este domingo la gala cultural en el Teatro Arriaga de Bilbao

Julián Lacunza : “Han pasado cincuenta años, pero el espíritu del CIT permanece”

tolosa - El Centro de Iniciativas de Tolosa (CIT) celebra su quincuagésimo aniversario de una manera muy especial ya que recibirá el domingo el premio Sabino Arana 2016 por su contribución a la difusión de la cultura vasca y el euskera a lo largo de todos estos años. Julián Lacunza, presidente de la asociación, habla del reconocimiento que supone este premio y repasa la historia de dicha asociación.

¿Qué supone para el CIT el premio que le concede la Fundación Sabino Arana?

-Es un reconocimiento a la labor de toda la gente que ha trabajado durante todos estos años de forma desinteresada, altruista, con el fin de ofrecer algo a la sociedad. Este tipo de premios ayudan a pensar que lo que se está haciendo se está haciendo bien y es un empujón para seguir en la senda. Ver que la gente disfruta con lo que el CIT oferta y que la Fundación Sabino Arana lo aprecia reconforta y une a los equipos.

¿Qué es el CIT?

-Es una asociación que se formó hace cincuenta años por parte de un grupo de gente que compartía la idea de ofertar actos en forma de festivales, publicaciones, charlas?, En definitiva, querían impulsar la cultura y el conocimiento en nuestra localidad. Empezaron con mucha ilusión, absolutamente por romanticismo, y dedicando muchas horas. Algunos de los actos que empezaron a organizar están hoy en día arraigados y consolidados, tienen una gran proyección internacional y gozan de mucha aceptación por parte del público, como pueden ser el Certamen Coral o el festival de marionetas Titirijai.

La Fundación Sabino Arana valora la contribución que el CIT ha hecho a la difusión de la cultura vasca en el mundo.

-Sí, sobre todo algunas de las actividades que programa el CIT han conseguido importar mucha cultura de diferentes lugares del mundo. Grupos y artistas llegan aquí invitados por el CIT y conocen nuestra cultura, el País Vasco y el euskera. Gracias al Certamen Coral y el Titirijai han venido muchos profesionales y agrupaciones y han conocido el País Vasco a través de estos eventos. Asimismo, también se ha hecho un gran trabajo para exportar la cultura vasca al mundo, porque se ha conseguido que el euskera se cante prácticamente en los cinco continentes. El CIT ha llevado a cabo, y lo sigue haciendo, una labor gigante de dar a conocer la cultura vasca y el euskera, en general, y Tolosa, en particular, en el mundo.

Ha conseguido colocar Tolosa en el mapa del mundo...

-Tolosa es un pueblo con muchas inquietudes y gente muy válida que ha trabajado por la cultura de Tolosa, por organizar en Tolosa cualquier tipo de festivales, por amor al pueblo. Esta gente ha conseguido que Tolosa sea un foco de creación de cultura y punto de encuentro de muchas personas. En todos estos años han pasado por nuestro municipio miles y miles de personas y estoy seguro de que han contado bondades de Tolosa fuera de aquí.

Y todo esto sobre un modelo de trabajo propio. ¿Cuál es el método para llevarlo a cabo?

-Lo cierto es que hace cincuenta años las instituciones públicas no estaban tan desarrolladas como están ahora y los equipos eran absolutamente voluntarios. Estaban robando tiempo al tiempo y dedicándose a la organización de eventos a cambio de ver la satisfacción en los consumidores finales. Publicaban libros, organizaban festivales, concursos y celebraban charlas a cambio de nada. Es un modelo voluntarista de ofrecer algo a la sociedad. El tiempo ha pasado y ahora las circunstancias son otras, pero permanece el espíritu, la filosofía, que hace que siga habiendo un montón de gente que colabora desinteresadamente fabricando ideas y después desarrollándolas.

En el contexto actual, ¿sería imposible el surgimiento de un centro como el CIT?

-Posiblemente sí. En las nuevas generaciones hay gente inquieta, con ideas, pero las circunstancias han cambiado y sería difícil. Por ejemplo, el CIT comenzó a organizar las Olimpiadas Escolares de Tolosa porque el centro vio una necesidad, pero hoy en día el deporte escolar está muy desarrollado y tiene su propia dinámica. En aquella época el CIT detectó que había lagunas o nichos sobre los que trabajar, pero hoy en día hay ayuntamientos, Diputación o Gobierno vasco, que organizan muchos actos. Sin embargo, no siempre hay que refugiarse en las instituciones públicas, también es bueno que la gente tenga ideas propias y que sepa llevarlas por buen cauce. Hay que buscar el equilibrio entre iniciativa privada e iniciativa institucional.

El CIT ha hecho bandera de la participación activa. ¿Cómo ha colaborado el pueblo de Tolosa con el CIT?

-Ha habido diferentes épocas, diferentes directivas, pero siempre ha habido gente dispuesta a tomar las riendas del CIT. Desde el inicio ha habido mucha colaboración por parte de las sociedades populares y sigue habiéndola. La clave es que se vaya dando el relevo entre los diferentes equipos y que cuando termine una etapa, las personas sigan manteniendo una relación vital importante con la casa.

Si nos remontamos a 1967, ¿qué vida cultural había en Tolosa?

-Tolosa era otra, como lo eran casi todos los municipios del entorno. La gente que intervino en la gestación del CIT dice que no fue fácil conseguir permisos, ya que había que explicar qué querían hacer, había que dar a entender cuál era el objetivo. Se consiguió, consiguieron, que la gente creyera en el proyecto, porque después de tantos años el CIT se sigue manteniendo con salud. No obstante, la estructura del centro hoy en día es otra. Sin ir más lejos, hay quince personas trabajando de forma continua; entre encargados del museo y las exposiciones, educadores, secretaría, organización...

¿Es un reflejo el CIT del carácter inquieto de los tolosarras?

-Tolosa ocupa en los medios de comunicación más minutos o más metros de papel impreso que otras localidades, sin entrar en comparaciones. Es algo que mucha gente lo reconoce. Creo que el CIT es reflejo de esa inquietud local. Si se ve la programación anual de Tolosa, vemos que siempre hay algo en cualquier recinto o plaza, organizado por el Ayuntamiento o por cualquiera de los colectivos o agrupaciones locales. La gente de Tolosa lo disfruta, está acostumbrada a ello, y la gente de fuera también lo conoce y lo disfruta.

Sin embargo, el CIT no se ha ceñido a la actividad cultural. ¿Qué otros campos o temáticas ha trabajado?

-Algunos acontecimientos, sobre todo culturales, han conseguido mayor éxito y han llegado hasta nuestros días, pero la oferta ha sido global. Algunos de ellos han sido efímeros y de temática muy dispar, por mencionar algunos: un concurso de micología, tertulias taurinas, regatas de bateles, un festival internacional de folclore, concursos de fotografía, dibujo o literatura, iniciativas relacionadas con el Carnaval... y un larguísimo etcétera.

Uno de los grandes legados es el Certamen Coral que, además, cumple en 2018 el quincuagésimo aniversario.

Es uno de los acontecimientos más importantes en cuanto a duración y repercusión. A mucha gente se le pone la piel de gallina cuando ve a coros de todo el mundo venir a Tolosa y cantar en euskera. Es un certamen muy reconocido por su calidad, ya que forma parte del Gran Prix, pero también reconocido en el aspecto humano. El recuerdo que los coros se llevan de Tolosa, por cómo se les acoge y se les trata, es formidable y lo repiten vayan donde vayan.

¿Cuántos coros han pasado por Tolosa en todos estos años?

-Han participado coros de todos los lugares del mundo donde haya una cultura coral, es decir, prácticamente toda Europa y también ha habido representantes de países como Sudáfrica, Cuba, Argentina, Colombia, China, Japón, Filipinas, Indonesia, Corea, Taiwan, Canadá, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. La crisis obligó a traer desde 2012 solo quince coros por edición, es decir, unos 600 coralistas por año. En años anteriores venían entre veinte y 25 coros, con unos 900 coralistas.

Preparan una edición ‘entrañable’ para celebrar el quincuagésimo aniversario.

-Sí, se quiere hacer una edición especial y la intención es traer a grupos de prestigio que han dejado huella en Tolosa. Hay coros que mantienen una relación con Tolosa, otros que han venido más de una vez...

¿Es quizá uno de los logros del certamen, difundir obras de compositores vascos?

-Sin duda alguna. Al tener que interpretar de forma obligada obras vascas, los coros las van incluyendo en sus repertorio y hoy en día siguen interpretando las obras en sus actuaciones. Cuando los vemos cantar en Tolosa nos emocionan, pero lo más importante es que después cantan las obras en sus países, lo cual ayuda a la difusión de la cultura coral vasca.

Además de por el canto coral, el CIT también tiene pasión por las marionetas.

-Sí, el festival de marionetas Titirijai está consolidado y han visitado Tolosa compañías de países de todo el mundo, como pueden ser Irán o India. La pasión de un grupo de personas por las marionetas hizo que hace ocho años se creara el centro estable de la marioneta en Tolosa, el Topic, y no puedo hacer otra cosa que recomendarlo.

Durante muchos años hubo gente que peleó para que las instituciones creyeran en el proyecto del Topic, entre ellos Miguel Arreche, uno de los artífices que falleció en 2013.

-Yo no estaba en el CIT entonces, pero la labor que tuvo que realizar la gente fue enorme. Hubo que trabajar mucho para convencer a las instituciones de la viabilidad del proyecto en su conjunto, que hoy conocemos con el museo, el auditorio, las viviendas para los grupos...

Tolosa también cuenta, gracias al CIT, con un patrimonio escultórico al aire libre de valor incalculable, con esculturas de Oteiza, Basterretxea...

-Se marcó el propósito de dejar un legado permanente para la posteridad y después se publicó el libro Esculturas para el pueblo. De aquello aún quedan unas carcasas, que son las jornadas EskulturAstea que se celebran hoy en día.

¿Y cuál es la clave del éxito de las jornadas Amalur sobre naturaleza, viajes y antropología?

-Las jornadas siempre tratan de invitar a muy buenos comunicadores y las charlas siempre llenan el auditorio del Topic. Las jornadas responden al carácter viajero y aventurero de los tolosarras. Hace algunos años partió de Tolosa un autobús hacia Nairobi que muchos recordamos y es un símbolo del clima aventurero que se respira en Tolosa. Hay mucha gente a la que le gusta ir al monte, seguramente por la proximidad con Aralar, un paraíso para el que le guste el contacto con la naturaleza.

¿Cómo van a celebrar el quincuagésimo aniversario del CIT?

-Estamos intentando enlazar unos cuantos acontecimientos, festivales y otro tipo de actos, y se publicará un libro-recopilatorio sobre los cincuenta años del CIT. También se quiere realizar una comida de hermandad que sirva de encuentro para todos los que han formado parte de la casa.

En el plano personal, ¿qué es lo que le ha impulsado a ocupar la presidencia del CIT?

-Soy el presidente número 13. Mi padre, Julián Lacunza, fue presidente hace unos treinta años y quiero imaginar que algo habrá influido. Anteriormente, he tenido relación personal con gente del CIT y he disfrutado como público de muchas iniciativas que oferta el CIT, pero activamente no he estado vinculado. Me lo propusieron y yo planteé crear un equipo de personas. Llevamos cuatro meses y las relaciones personales son muy buenas, y eso compensa mucho. En estos momentos estamos nueve personas en la junta, pero es importante nombrar a los equipos de voluntarios. En el último Certamen Coral, por ejemplo, hubo alrededor de cincuenta voluntarios. Los llamas y atienden.