EL actor Kandido Uranga aprovechaba ayer uno de los escasos descansos del rodaje del largometraje Errementari, el herrero y el diablo, para disfrutar al aire libre de un pitillo de liar y estirar un poco las piernas por las instalaciones de la ferrería muskiztarra de El Pobal, en cuyas oscuras entrañas, el director gasteiztarra Paul Urkijo ha recreado el particular infierno en la tierra de Patxi, el protagonista de un viejo cuento popular euskaldun. Vestido con unos ropajes rayanos con el andrajo, Kandido/Patxi aún conservaba sobre su mejilla izquierda los restos de la sangre que habría brotado en su pelea con el diablo -uno de tantos- que venían a cobrarse su alma. Apenas media docena de caladas después, el protagonista de esta cinta fantástica, rodada en euskera, retornaba a su guarida ferrona para seguir recibiendo estopa, aunque no parecía que se iba a quedar manco, tal como se desprendía de las indicaciones que le daba el director para arrancar de un mordisco el lóbulo de la oreja de uno de sus enemigos.
“Está siendo un trabajo muy físico”, corroboraba este reconocido actor que al menos no iba a empaparse de agua ni helarse de frío, algo que ha sido una tónica desde los inicios del rodaje de los exteriores hace ya cinco semanas.
Atmósfera “Nos ha tocado vivir de lleno el clima invernal de Euskadi. Ha hecho un tiempo fatal para nosotros, pero espectacular para la película ya que nos ha posibilitado crear esa atmósfera mortecina, oscura, que requiere la historia del herrero”, aseguraba Kevin Iglesias, auxiliar de dirección y responsable de comunicación de este proyecto cinematográfico, inédito en Euskadi tanto por su temática como por su exigente realización o la duración del proyecto. Encabezado por la productora alavesa Kinoskopik, en asociación con Ikusgarri Filmak y Gariza Films, la participación de la empresa gala The Project, y el apoyo del Gobierno vasco, las diputaciones forales vascas o ETB, el rodaje ha cumplido cinco de las siete semanas previstas. “Nos queda una semana más aquí en El Pobal y luego, en Vitoria, el rodaje en plató”. Para llegar aquí las cerca de sesenta personas del equipo -sin contar con el cerca del centenar de figurantes que participarán en algunos de los pasajes del filme- han pisado barro hasta hartarse. “La primera semana el equipo de rodaje estuvo en las localidades alavesas de Corres y en Antoñana y, posteriormente, recalaron en un bosque en Ubidea, en la herrería de Agorregi, en la iglesia de Itsaso y en un bar en Aizpurutxu, cerca de Donostia”, que recrea una taberna, en un bar de Ubidea y, desde el lunes, en la ferrería de El Pobal donde se están rodando en el interior, la casa del Herrero. “Aquí sucede unas de las partes más importantes de la película y gran parte de las escenas más relevantes”, apunta Iglesias quien recuerda que Patxi es un herrero “muy particular. Vive como un ermitaño que no es nada apreciado en el pueblo, a cuya herrería no dejan acercarse a los niños, porque es un personaje oscuro del que corren muchas leyendas de pactos con el diablo, de un pasado oscuro”.
Una historia que Paul Urkijo debe trenzar con no pocos mimbres a los que además de los actores seniors, se añaden varios niños y distintos animales que complican el rodaje. “Además es un proyecto ambicioso con numerosas localizaciones, donde se buscaban efectos climatológicos como la lluvia, la niebla, el barro, mucho fuego... Ello ha supuesto una gran dificultad logística”.
Una peripecia que también ha vivido día a día el lasartearra David Heras, reputado supervisor de efectos especiales (El ministerio del tiempo o Gernika), quien lidiará con la postproducción y reconoce que “cuando conocí el proyecto de Paul, no pude sino aplaudirle porque, a parte de ser un género complicado, está tratado de una forma muy seria que espero marque un camino a seguir”.