AÑO 1937. En el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París, diseñado por los arquitectos Josep Lluís Sert y Luis Lacasa, la gente desfila en silencio ante el Guernica de Pablo Picasso, convertido en el grito de un pueblo que lucha por su libertad, por su dignidad y por sus derechos. Picasso había vomitado en el lienzo todo el horror que sintió cuando vio las imágenes de la localidad vasca bombardeada por la aviación alemana.

La exposición 1937. Sobre Gernika. Guerra y civitas muestra en el Museo de Bellas Artes de Bilbao el proceso de gestación y ejecución del famoso cuadro, así como la influencia que esta obra tuvo en otros creadores españoles e internacionales de la época. Se trata de uno de los casos de estudio del proyecto Tratado de paz de Donostia 2016, que explora cómo la obra de Picasso, un grito contra la barbarie, se convierte en icono de la paz.

La presentación de la muestra, patrocinada por Telefónica y en cuya realización han colaborado el Gobierno Vasco y el Ministerio de Cultura, contó ayer con la presencia de la consejera vasca de Educación y Cultura, Cristina Uriarte; el director de Donostia 2016, Pablo Berástegui; los comisarios Pedro G. Romero y Valentín Roma y el director del Bellas Artes, Javier Viar. La exposición se articula en tres apartados en los que se estudian el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937, Picasso y el Guernica, y la influencia del lienzo en otros artistas del momento. El primero reconstruye el contexto donde se exhibió el cuadro encargado por el gobierno de la Segunda República: se incluye una maqueta del Pabellón Español, junto con diversas obras que lo acompañaron y materiales de la época sobre la participación española en la Exposición Internacional. Así, se pueden ver algunos cuadros realizados sobre los milicianos, firmados por Ramón Gaya o Souto Feijoo, entre otros. Se incluye también un cuadro de Calder, Homenaje a Guernica de Picasso.

Tras el desmentelamiento del Pabellón, muchas de sus obras se perdieron, como un mural de cinco metros de Joan Miró, aunque en el Bellas Artes se presenta su pochoir sobre papel, Aidez l’Espagne.

periplo El segundo de los apartados de esta exposición recorre el proceso de ejecución del Guernica, desde los dibujos y óleos preliminares de Picasso hasta las fotografías con las que su compañera Dora Maar documentó su ejecución en el estudio parisino del pintor. El último de los apartados de la muestra recoge obras de artistas internacionales creadas bajo la impronta del Guernica como consecuencia de las tres giras que el lienzo realizó por ciudades europeas y americanas para recaudar fondos con destino al Comité Nacional de Ayuda a los Refugiados Españoles. La primera gira, organizada en 1938 por el galerista Paul Rosenberg, llevó el cuadro, junto con otras obras de Matisse, Braque y Laurens, a Oslo, Estocolmo y Copenhague. La segunda, por iniciativa de este Comité y coordinada por el poeta bilbaino Juan Larrea, recorrió diversas ciudades inglesas: Londres, Oxford, Leeds y Mánchester. La tercera arrancó en Nueva York en 1939 y desde allí visitó Los Ángeles, San Francisco y Chicago hasta regresar al MoMA para formar parte de la exposición Picasso. Forty years of his art, que itineró por once ciudades estadounidenses. Más tarde, en 1944, el Guernica viajó a México, Milán y Estocolmo, y a la II Bienal de Sao Paulo.

En 1958 el cuadro y sus dibujos preparatorios fueron depositados en el MoMA, siguiendo la voluntad de Picasso de que permanecieran allí hasta que la democracia volviese a España. En 1981 la obra pudo al fin regresar y se expuso en el Casón del Buen Retiro de Madrid. Desde 1992 se encuentra en el Reina Sofía.

“El resultado de dicho periplo afectó, en primer lugar, a la historia del arte por la influencia que el mural ejerció sobre numerosos artistas que pudieron observarlo en directo. Picasso, además, fue definitivamente encumbrado por el MoMA, el gran museo de la modernidad”, explicó Valentín Roma.

“El último ámbito de repercusión fue el mismo Guernica, que una vez consumada su odisea económica y diplomática, abrió tras de sí un vasto período -que dura hasta la actualidad- donde el mural alterna su naturaleza de mito ecuménico del pacifismo con su condición de sobreexpuesto y democratizado souvenir”, apuntó el comisario Valentín Roma.