TODO empezó en un gaztetxe, después continuó en una nave “pequeñita” donde los recursos eran pocos y actualmente está afincada en una de las tantas naves que habitan en la península bilbaina de Zorrotzaurre. Se trata de Zirkozaurre, la mayor y más importante escuela de circo de Euskadi, en la que se imparten distintas modalidades del arte circense.
Gorka Pereira, además de ser uno de los pilares de la escuela, es también uno de los profesores que enseña sus técnicas en las clases. Explica que desde que estrenaron su nueva sede el pasado año en la antigua fábrica de galletas Artiach, “hemos conseguido los recursos que antes no disponíamos y es ahora cuando de verdad estamos creciendo”, explica el profesor de malabares y acrobacias.
El espacio de casi mil metros cuadrados, repartidos en tres plantas, facilita ofrecer más proyectos. Uno de ellos es Haztegia, el vivero de creación de Zirkozaurre que forma parte del programa Fábricas de creación del Gobierno vasco, la Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao. Haztegia se compone de tres modalidades: la profesional, dedicada a compañías de circo que tienen un proyecto artístico en fase de creación; la de laboratorio, que ofrece la posibilidad de relacionar el circo con otras artes escénicas; y la modalidad de inserción, en la que los protagonistas son artistas o colectivos “amateurs” que quieren profesionalizarse en la creación artística. A través de este plan, se da un “empujoncito” a aquellos artistas o compañías con un proyecto en mente pero con dificultad para ponerlo en práctica.
Desde otra perspectiva, la escuela es el único centro de creación especializada en circo que cuenta con el proyecto de Haztegia, lo que hace que, según cuenta Inés Delgado, gestora cultural de Zirkozaurre, “cojamos una dimensión que tiene en cuenta no solo a la parte profesional, sino también a otros sectores que se estén iniciando y necesiten ese apoyo para lanzar su proyecto”. Hasta el 31 de agosto, los candidatos podrán continuar enviando sus propuestas.
Gracias al mayor espacio, desde el curso pasado las clases de clown o de flexibilidad dialogan con otro tipo de materias, como el yoga aéreo, que consiste en un columpio de tela elástica que ayuda a desarrollar la elasticidad. También se incorporó el slackline, una especialidad vinculada al funambulismo en la que se trabaja el equilibrio sobre una cinta plana enganchada en dos puntos fijos, modalidad que hasta entonces no era posible por su dificultad a la hora de colocar los anclajes en un lugar cerrado. Por último se unió el pilates, “perfecto para trabajar el cuerpo, la elasticidad y la fuerza”.
En este nuevo curso se impartirán asimismo dos nuevas modalidades: teatro físico y vertiente de suelo, una especialidad que está dentro de las acrobacias.
desde un año hasta los 50 Una de las particularidades de la escuela es la diversidad de edades. Entre sus cuatro paredes hay alumnos desde un año de edad hasta los 50 . Este curso el centro también abrirá sus puertas con la idea de atraer al publico universitario.
Lo que les une a todos los estudiantes son las ganas de conocer otro mundo, ya que la preparación física juega un papel secundario. “No se necesitan conocimientos previos. De hecho, la mayoría de los alumnos de la escuela empiezan desde cero. Para ello, la escuela ofrece cursos de preparación, desde una base física pura y dura hasta clases de verticales, malabares o acrobacias que dan unos cimientos amplios para que luego el alumno pueda decidir a qué se quiere dedicar”, explica Inés. “Lo que hacemos con los más pequeños es trabajar con la familia. Les enseñamos malabares con piezas blandas o a familiarizarse con elementos aéreos, como el trapecio o la tela elástica”.
Por su parte, los alumnos de Gorka aprenden acrobacia a dúo, que consiste en hacer equilibrios entre dos o más personas, y malabares manejando un objeto cualquiera. Estos artistas circenses en proceso son “sobre todo gente joven con ganas de hacer deporte de una forma un poco más curiosa, no simplemente ir al gimnasio”, comenta sobre sus alumnos Gorka, quien empezó su afición por el circo cuando no llegaba a las dos cifras de edad.
Sin embargo, la escuela va un paso más allá en cuanto a la salud. Coral observa cómo cada vez el circo se usa más no solo como medio para estar en forma física, sino también mental. “Se utiliza para la concentración, la fuerza, la elasticidad y la resistencia”, comenta. En esta nueva era, la distancia que había entre el universo circense y el público sin experiencia se acorta. “Antes se escuchaba que el circo era para gente privilegiada, pero la gente se da cuenta de que son técnicas que se aprenden y además te da una muy buena forma física, incluso mental porque sirve para evadirte”, afirman desde la escuela.
No solo beneficia a la salud, también a las relaciones personales. “Es positivo que en una clase te puedas encontrar con una chavala de 12 años y una persona de 50. Hoy en día no es habitual rodearte con gente de edades diferentes y es muy importante”, continúa Coral, a lo que Inés añade: “La relación que hay aquí entre compañeros de clase no es la misma que en un gimnasio, son otro tipo de amistades”.
Más allá de las clases Además de los números circenses, la escuela también realiza galas, pasacalles, talleres o eventos, ya que “al final, -destaca Inés- el escenario natural para una persona del circo es la calle”. A Coral Martín le resulta llamativo el aumento de la demanda de talleres, sobre todo por parte de colectivos, colegios o institutos.
Y es que el circo está viviendo una nueva etapa. “Ahora se cuida más la faceta dramática porque empieza a haber espectáculos con contenidos teatrales”, apunta Coral. La llave de esta evolución la tienen las compañías de circo, quienes actualmente “están volviendo a hacer un producto adaptado a la sala, al espacio y al público”, concluye.