‘Pet sounds’, medio siglo de magia pop
EN SU 50 ANIVERSARIO, SE PUBLICAN EDICIONES ESPECIALES Y EXTENDIDAS DE ESTA EPOPEYA EXPERIMENTAL DE | The Beach Boys, disco clave de la música popular
las catalogaciones se quedan cortas y se muestran insuficientes para abarcar un disco como Pet sounds, de The Beach Boys. Epopeya rock, rock experimental, psicodelia, sinfonismo, disco barroco? Se cumple medio siglo de esta obra maestra, uno de los primeros discos de la música popular que desafió todos los géneros y, por ello, Universal acaba de lanzar ediciones especiales y extendidas (hasta cuatro CDs) de un álbum que hizo a los “chicos de la playa” alejarse del surf y crear un repertorio maduro y melancólico.
El 16 de mayo de 1966 se editó Pet sounds, un álbum que, curiosamente, apenas tuvo repercusión en Estados Unidos (algo más en Inglaterra) y que, con el paso de las décadas, se ha asentado como uno de los discos más importantes de la música pop de todos los tiempos. The Beach Boys, paradigma de la música playera y adolescente, había editado ocho discos en dos años de actividad, y Brian Wilson, su líder, logró que la banda le permitiera desvincularse de los conciertos para centrarse en la composición de su décimo segundo disco.
Y es que Pet sounds pasa por ser más una obra de Brian que del grupo como tal, cuyos integrantes completaron, sobre todo en el aspecto vocal y coral más que en interpretación instrumental, cuando el líder ya había invertido cuatro meses de grabaciones en 27 sesiones febriles con un amplio plantel de músicos de cuerda y metales.
Antes de las sesiones de grabación, se había dedicado a componer en clara competencia con The Beatles y con ayuda del LSD, lo que provocó que la peculiar personalidad retraída de Brian iniciara una fractura en el seno de la banda que ni el inminente éxito posterior de Good vibrations pudo reparar. “Todo el contenido de ese disco formaba un conjunto y le dije a la banda que me sentía desafiado a grabar un disco todavía mejor”, aseguró Brian.
Jugando con los trucos de estudio de George Martin y Phil Spector, el trabajo incansable fructificó en un disco complejo, superlativo, experimental y sofisticado que ahora se puede recuperar en un doble CD, ediciones en vinilo y hasta de coleccionista en cuatro CDs, ampliado con tomas alternativas y de directo. Importante resulta también la minuciosidad de sus créditos, que revelan quién y qué tocó y cantó cada músico en todas y cada uno de los trece temas que dejaron 26 minutos de música celestial para la historia.
Cambios radicales Pet sounds contrapone, desde su inicio con Wouldn´t it be nice, un sonido de melodías espléndidas y panorámicas y alardes vocales sustentados por una orquesta amplia, con baladas melancólicas como You still believe in me, los trazos psicodélicos de I’m waiting for the day, el preciosismo de God only knows y del único éxito del álbum, Sloop John B. Y si el cambio resultaba evidente en lo musical, sucedió lo mismo en su contenido lírico, más sofisticado, reflexivo y sentimental. De la propuesta festiva y playera anterior se pasó a canciones que reflejaban el estado sentimental de Wilson en la época, que vislumbraba ya la madurez a sus 23 años y se mostraba dolorido ante las incertidumbres de la vida amorosa y sus decepciones.
Brian empezaba el álbum soñando con convertirse en un adulto y “poder vivir juntos? y despertarnos juntos por la mañana”, para concluirlo con Caroline No, en la que canta “es tan triste ver morir algo dulce”. Se lamenta de haber abandonado a su pareja en That’s not me, confiesa su dolor sin ambages en Sloop John B, y se acerca a la revelación que todo ser humano busca en la barroca I know there’s an answer, en la que reconoce: “sé que hay una respuesta pero tengo que encontrarla por mí mismo”.