barcelona - La modelo Irina Shayk brilló ayer en el desfile de Pronovias, que arrancó con un vestido de encaje y flores incrustadas con toques brillantes, de manga larga y espalda al aire, al que siguió otro de crepe cortado al bies, liso y sin costuras delanteras, y que tenía unas aplicaciones que simulaban una joya dibujando el cuello.

Unas 1.900 personas de 105 países, representantes, clientes y amigos de la casa, asistieron al desfile de Barcelona, celebrado en una pasarela presidida por una instalación de 1.500 dimples colgados de una plataforma de 14 metros, obra del diseñador Beau McClellan, que simulaba un cielo, en consonancia con Le Ciel, el lema de las tendencias de la colección Atelier Pronovias 2017.

Bajo los leds, destacaron medio centenar de vestidos que resumieron las líneas por las que apuesta Pronovias, que tienen como director creativo al diseñador Hervé Moreau. Otras modelos internacionales como Romee Strijd, Jac Jagaciak, Cindy Bruna o Kate Grigoreva vistieron la moda Pronovias, confeccionada con materiales nobles como encaje, chantilly, crepe, tafetán, chiffon, gasa y tul.

Los nuevos diseños se caracterizan por los detalles de plumas, los hilos de seda y la pedrería para aportar sensualidad, y por muchas líneas suaves que aportan frescura y movimiento a las novias. Las espaldas y las transparencias que se trabajan con pedrería y con bordados hechos a mano son otra tendencia que se ha visto también en otras firmas de la pasarela de la Barcelona Bridal Fashion Week.