Bilbao - Dieciséis años de trayectoria avalan a Alos Quartet, formación atípica que ha sobrevivido a más de década y media entre influencias de la música clásica, el folk, el jazz y la world music, y colaborando con múltiples artistas, desde Ken Zazpi y Kepa Junkera a Los Piratas o Dulce Pontes. Tras un lustro de ausencia ha regresado con Garden (NO-CD Rekords), su tercer disco, que presentará este domingo, en el teatro Campos de Bilbao, en el marco del festival euskaldun Loraldia, junto a Aukeran Dantza Konpainia y los txalapartaris Oreka TX.
Regresan tras un lustro. ¿Qué marca la agenda del grupo?
-No ha habido premeditación en la decisión y han influido muchos factores. Uno de los más importantes ha sido que han transcurrido 5 años desde el último disco y teníamos material suficiente para publicar otro. Durante esta última época hemos participado en numerosos proyectos y no es fácil centrarse en crear nuevos temas. Esta es nuestra forma habitual de funcionar, sin prisas y pensando a largo plazo.
‘Garden’ se articula en torno a la danza, ¿no?
-Sí, está compuesto alrededor del concepto de la danza, en un amplio sentido. Desde la estética de ritmos más tradicionales hasta atmósferas más contemporáneas, del fandango al vals, del arin arin al tango.
El título es juguetón.
-Sí, jugamos con los dos significados de la palabra garden. Por un lado, el concepto de diáfano o nítido, en euskera, con el que a veces se describe nuestra música, y por otro, el de jardín, en inglés. Cada una de las trece composiciones es como una flor silvestre de un jardín imaginario.
Hay dos temas cantados. ¿Cómo se eligieron? ¿Y a sus intérpretes?
-Es una de las novedades del disco, además de una decisión natural. En estos 16 años hemos tenido la gran suerte de colaborar con muchos artistas: Dulce Pontes, Kepa Junkera, Carlos Nuñez, Los Piratas y, desde los inicios, con Ken Zazpi. Hay una relación de amistad con Eñaut Elorrieta y teníamos un tema original con letra de Harkaitz Cano que necesitaba una voz. No dudamos en llamarle y es uno de los temas más especiales del disco. Igual que Vuelve, que compartimos con Silvia Iriondo, cantante argentina de origen vasco. La conocimos a través de Oreka TX y tiene una voz con una gran emotividad.
Hay otros colaboradores que aportan color y calor.
-Son amigos hechos por el camino, como el músico Bill Cooley al salterio; Oreka Tx con la txalaparta de piedra; Iñigo Egia a las percusiones e Iván Alzate al bajo. Todos aportan colores, matices y variedad tímbrica a las cuerdas de Alos. Ha sido un lujo contar con ellos.
¿Cómo surgió y se grabó el CD? No se realizarían muchas tomas.
-El germen fue Geltokia, el último espectáculo de la compañía de danza Aukeran, de cuya música me encargué. Vimos que podía ser un punto de partida interesante y después compusimos varios temas más. Y se grabó en dos fases, de manera rápida. El trabajo minucioso lo realizamos antes de entrar al estudio, con muchos ensayos para limar arreglos, interpretaciones y matices. Una vez allí, todo fue muy fluido. El cuarteto de cuerda es una formación que quiere una gran compenetración y tenemos la suerte de llevar muchos años juntos. Nos conocemos bien.
El folk y la música clásica son las dos ramas principales que les alimentan, aunque no las únicas.
-No es fácil poner etiquetas y no creemos en ellas. Bebemos de las fuentes del folk, clásica, pop, jazz, world music... La música no entiende de fronteras; la única está en la que emociona o no. Cada uno tenemos la mochila llena de experiencias diversas y se acaba traduciendo en la música. El cuarteto de cuerda es un vehículo para transmitir lo que sentimos y en ese punto está una de nuestras peculiaridades, en esa sonoridad especial.
El negocio está muy mal. ¿Cómo sobrevive un grupo tan atípico como Alos?
-Somos un proyecto a largo plazo, no flor de un día, y eso juega a nuestro favor porque vamos creciendo con un público fiel. Y Alos es un proyecto versátil, que tiene un papel relevante en la colaboración con otros músicos. Además de los escenarios, el estudio de grabación es también uno de nuestros espacios naturales. Es un trabajo muy específico en el que nos manejamos bien. Y las colaboraciones nos han permitido conocer otras formas de entender la música.
Han colaborado con gente muy dispar, de Esne Beltza a La Buena Vida, Carlos Núñez o Los Piratas.
-Todos están más cerca los unos de los otros de lo que pueda parecer. Y siempre nos acercamos con mucho respeto a lo que hacen, intentando adaptarnos, aprender y aportar nuestro toque. Fuera etiquetas podría ser nuestro lema. Tampoco creemos en músicas de primera o segunda división. Es una clasificación habitual dentro de la educación clásica que, por suerte, poco a poco se está superando.