Julieta mira a Romeo con los ojos vidriosos y le advierte: “En mis labios queda la marca de vuestro pecado”. Romeo no se achanta y replica desafiante: “¿Del pecado de mis labios? Ellos se arrepentirán con otro beso”. Con un guion de este calado se ha estrenado el grupo de actores y actrices que aglutina la Compañía Joven de Pabellón 6 (Zorrotzaurre, Bilbao). Comandados por Ramón Barea, Itziar Lazkano y Felipe Loza, nueve talentos incipientes se han asomado al terreno profesional, ensayando durante cuatro meses una pieza clásica repleta de trampas y matices. Romeo y Julieta, de Shakespeare, es un volcán vertido al papel y un clavo ardiendo para los intérpretes que han de enfrentarse al texto. Felipe Loza es consciente de ello: “Shakespeare aplasta. La traducción, que a su vez hemos adaptado, es de Neruda, pero el ritmo, el léxico retórico y renacentista es fiel al original, la rima no. Técnicamente es difícil de abordar porque tienes que hacer orgánico y emocionalmente creíble un texto artificioso, cargado de párrafos larguísimos”. Aún así, Loza se muestra sorprendido por la respuesta de las promesas: “El grupo ha destacado por su disciplina y por su capacidad de trabajo. Además, tienen una inteligencia especial para la convivencia; no hay competencia entre ellos. Son principiantes, pero muy distintos a cuando lo éramos nosotros: están más formados y están acostumbrados a trabajar con gente de nivel”. El actor y director de escena reconoce que él también ha aprendido de los retoños: “He aprendido lo importante que es trabajar bien con el cuerpo; incluso, algunas escenas de Romeo y Julieta están inspiradas en los ejercicios que hacen para calentar y estirar”.
Llevan programadas una veintena funciones, les quedan tres (18, 19 y 20 de marzo -20.00 y 19.00 horas-) y sus maestros reconocen que la obra “ha crecido de función a función”. “No puedes teorizar sobre eso”, reconoce Loza, “lo absorbes y ya, porque el de actor es un aprendizaje misterioso”. Ahora que afrontan el tramo final del proyecto, el director cree que si son capaces de hacer esto “pueden hacer cualquier cosa. El grupo de mentores ha estado comandado por Ramón Barea, que ha sabido “conectar con ellos”, según Loza. “Él ha salido de abajo y sabe ver la fuerza de cada artista, los valora por igual y no establece relaciones de autoridad. Es muy generoso, siempre lo ha sido, sabe mandar con coherencia y respeto. Por eso ha sido siempre el líder”.
Los responsables de Pabellón 6 aseguran que la respuesta por parte del público está siendo notable, con una media de “unas cien personas” por función. “Hemos visto que lo que cuaja es hacer producciones propias y programarlas durante varias semanas. Con Romeo y Julieta ha ocurrido lo mismo, y, además, está viniendo mucha gente joven”, afirma Itziar Lazkano.
Un regalo
Los nueve intérpretes de la Compañía superaron un casting y han recibido un salario durante los seis meses que ha durado el proyecto. La mayoría han salido de escuelas como Ánima o la de Getxo. “Todos juntos han sabido hacer un grupo maravilloso, se daban la mano antes de salir al escenario”, desvelan los promotores del proyecto.
Los directores se han afanado también por “aligerar” el clásico y la puesta en escena cuenta con elementos más modernos (por ejemplo, música de Adrián García de los Ojos), en aras de acercarse al público del siglo XXI. “De todos modos, es difícil no conectar con este texto, porque al final se trata de una historia de amor”, recalca Loza. Los actores y actrices comparten esta idea. “Sabíamos desde el principio que íbamos a interpretar Romeo y Julieta, y ha sido duro. Aún así, ha sido un regalo”, manifiesta Ioritz Benito. Ainhoa Artetxe subraya la dificultad del reto: “Hoy en día no se habla así. Los personajes lo dicen todo, hasta lo que piensan, y meter ahí la acción resulta difícil”. “El texto es complicado -añade la bilbaina-, tienes tres frases y muchos matices en cada una de ellas. Eso te obliga a trabajar casi cada palabra”. “Y tienes que hacerlo de forma que no resulte aburrido”, amplía Nerea Elizalde, la más joven del grupo, con 17 años. El zarauztarra Ander Iruretagoyena coincide con sus compañeras de reparto: “Para mí ha sido un reto en todos los sentidos, porque mi lengua materna es el euskera y aquí he tenido que recitar en castellano. Además, mi personaje, que es Fran Lorenzo, es todo lo contrario a lo que soy yo. Él es una persona serena y yo soy muy enérgico, pero he aprendido a canalizar esa energía. Ha sido un máster de teatro y de disciplina”.
Han aprendido escuchando a sus maestros, pero, sobre todo, mirando. “Estamos todo el rato en escena y eso es duro, pero he aprendido a escuchar”, relata Koldo Olabarri, que también se ha fijado en las reacciones del público: “Ha sido misterioso. En algunas funciones la gente se reía y en otras había un silencio total. Además, están tan cerca que les ves las caras, sus expresiones”. Pero, además de presión, el proyecto también les ha aportado seguridad en sí mismos, tal y como reconoce Artetxe: “Estaba acostumbrada a hacer cosas gratis, y ahora me siento más actriz que nunca, sé que tengo derecho a cobrar por mi trabajo”.
Mueren Romeo y Julieta y se escuchan las palabras de quienes los rodean, familiares y amigos: “aquí yacen los enamorados, por favor, que se apaguen las luces de la escena, nuestra misión aquí ha terminado”. Fundido en negro y aplausos. Acaba la función y empieza la carrera de nueve artistas valientes.