bilbao -El New York Times definió a la compañía que Víctor Ullate creó hace casi ya 30 años como una “fábrica de estrellas”. El maestro de bailarines regresa a la capital vizcaina con la versión renovada de El amor brujo, de Falla, y sus actuales referentes de la Escuela, continuadores de la saga liderada por Tamara Rojo, Ángel Corella, Joaquín de Luz y Eduardo Lao.
Ha confesado que Bilbao le hace sentir bien.
-Siempre he tenido una vinculación muy fuerte con la ciudad. Estrené allí mi compañía en el Arriaga, con Luis Iturri, que entonces estaba al frente del teatro, y siempre creyó en mí. Además, he tenido grandes alumnos vascos como Lucía Lacarra, Igor Yebra, Rosa Royo o Leyre Castresana, que también interviene en El amor brujo, interpretando el rol de la Pitonisa. El personaje es tan hecho para ella, que resulta difícil que lo haga otra bailarina.
Y ahora su compañía llega a Euskalduna el día 17 y 18, en lo que será el primer ballet que incorpora la BOS en sus temporadas.
-Es un honor, un regalo porque para el bailarín bailar con orquesta no es lo mismo que con música enlatada, además todos sabemos que la BOS es fantástica. Se subirán al escenario los actuales referentes de mi escuela: Marlen Fuerte (Candela), Josué Ullate (Carmelo), Cristian Oliveri (José), Ksenia Abbazova (Lucía) y por supuesto, Leyre Castresana. Además, cantará en directo Carmen Linares.
Sus tres hijos son artistas, concretamente Josué está con usted en la compañía.
-Mi hijo pequeño, que ya tiene 21 años, es un bailarín maravilloso, con un peso sobre el escenario que te hace vibrar. Todo el elenco son primeras figuras porque la compañía tiene un nivel artístico muy alto. Eso es lo que nos ha permitido hacer giras internacionales y estar muchos año al pie del cañón.
¿‘El amor brujo’ ha sido una de sus principales apuestas?
-Resulta difícil elegir entre una de mis obras, son como mis hijos. Es como si me preguntaran, ¿a quién quieres más? ¡Pues a todos! Pero sí que es cierto que con esta obra de Falla he echado el resto porque había hecho una versión anterior, pero lógicamente no se podía reponer tal cual, ya que podía estar desfasada.
¿Y cómo es la nueva versión que veremos en Bilbao?
-Es una apuesta musical rompedora, en la que he incluido a Ins Laughter Natives, un grupo sueco de referencia en la corriente dark ambient. Una música muy gótica, que se suma a los efectos musicales creados por Luis Delgado para la versión original y que conducen al espectador a una travesía entre la vida y la muerte, un viaje hacia el más allá. Aparecen sobre el escenario, demonios, vampiros, ángeles... Un mundo maléfico en el que Candela va en busca de José y se da cuenta de que este es un monstruo. Estrenamos esta nueva versión en Vichy y acabamos de venir de París, donde ha sido un gran éxito. Espero que en Bilbao también guste tanto al público.
¿Ha sido difícil de inculcar esos sentimientos a los bailarines?
-Así es, porque es una obra muy pasional. Hay amor, celos, odio... Está lleno de elementos maléficos... Es espectacular desde que empieza hasta que acaba, una obra llena de magia.
En ‘El amor brujo’ ha echado el resto, incluso ha confesado que tuvo que hipotecar sus bienes para poder llevarla a escena...
-Tienes que avalar tus trabajos con tus bienes porque lógicamente si no, los bancos no te prestan el dinero. Pero lo llevo haciendo desde que abrí la compañía; para mí no es nada nuevo. Lo he hecho toda la vida, así que estoy acostumbrado , porque si fuera la primera vez, estaría de los nervios (ja, ja, ja). Además, tenía que montar una compañía de un nivel muy alto y lo he conseguido y estoy logrando mantenerme en ese nivel, pese a los contratiempos que ha habido con la crisis, etc, etc. Estoy salvando la papeleta y tengo que decir que Cristina Cifuentes (presidenta de la Comunidad de Madrid) es una mujer extraordinaria, con una sensibilidad increíble por la cultura y nos está apoyando muchísimo.
Se ha quejado en numerosas ocasiones de que es difícil ser un apasionado de la danza en un país de fútbol.
-La verdad es que me entristece ver qué poco se habla de arte en las noticias, con la cantidad de artistas y talento que hay y que muchos tengan que salir fuera... Como Lucía Lacarra que es una de las mejores bailarinas del mundo. Todo bailarín que quiera hacer carrera tiene que marcharse de España, aparte de que nadie es profeta en su tierra, no es un país donde la danza esté presente. En Francia, Italia e incluso Portugal, existe un interés por la danza impresionante pero en España es un arte desconocido. Si a un niño le inculcas esa afición por la cultura, llevándole a museos, a teatros, a conciertos... de mayor tendrá afinidades por lo bello. Aquí no se enseña más que matemáticas, física... Pero no hay interés por la cultura. Y, sobre todo, por la danza, que se lleva la palma.
¿La subida de un 21% del IVA en las entradas ha sido definitivo para acabar con esa afición?
-Ha sido un palo. Es como decir: “A vosotros, que os gusta un poco la cultura, la vais a tener que pagar y el que no pueda, pues que se fastidie”. Parece que en época de crisis la cultura sobra. Me da mucha envidia cuando viajo y veo, por ejemplo, como cada ciudad en Alemania tiene un teatro lleno de gente, una compañía de baile... una amalgama de cosas que se pueden ir a ver. En España, a pesar de que hay buenos artistas y teatros, no se acaba de despegar.
Hace 16 años fundó su propia Fundación para que ningún niño o niña se quedara sin su sueño...
-Estando en una mesa de operaciones, tras varios ataques de corazón, pensé me podía morir sin haber hecho algo que siempre había deseado. No sabía lo que me iba a pasar, era el segundo catéter que me tenían que practicar, pero pensé que no me quería ir sin ayudar a niños sin recursos, que les falta lo principal, la familia, el hogar... La fundación la creé para que todos esos niños tuvieran un hogar, una familia, que es la danza, para que pudieran disfrutar de ese placer que yo he tenido a lo largo de toda mi vida, que es bailar. La verdad es que tenemos 40 becas, nos las ingeniamos como sea para conseguir dinero, con espectáculos...
Incluso se puede apadrinar a uno de los niños de su Fundación.
-Pues sí, se pueden hacer cargo de ese niño y seguir su evolución. La Fundación les va a comunicar cómo van sus estudios, se envía fotografías, se les invita a los espectáculos cuando ese niño baile...
Y usted, ¿no echa en falta bailar? -Cuando dejé de bailar, dije “hasta aquí”. Había tenido muchos problemas físicos de rodilla, de talón de aquiles... Pensé que me iba a dedicar a la enseñanza y la verdad es que me he dedicado en cuerpo y alma a hacer bailarines, pero no cualquier bailarín, sino con un sello, bailarines que por donde vayan dejen huella. Siempre he dicho que se baila como se respira, y el baile es dar vida a ese movimiento. Yo hablo mucho con mis bailarines, les digo que no quiero ejecutores, no quiero gimnastas, quiero artistas.