BILBAO - “Tanto la primera parte, Pelota, como Pelota II son dos historias de amistad”. Hace más de cinco décadas que el director danés Jørgen Leth (Aarhus, 1937) puso un pie por primera vez en tierras vascas. En la década de los 60 decidió visitar a un amigo poeta que vivía en Ezcaray y rápidamente quedó prendado de un fascinante deporte con una larga tradición en Euskal Herria: la pelota. “Luego volví de nuevo en los 70, y en los 80... y decidí que haría una película sobre aquello que me fascinó, pero también sobre el pueblo vasco”.
Aquellos fueron los inicios de Pelota (1983), el famoso documental que mostró al mundo “una manera diferente” de acercarse a este deporte y a sus protagonistas. Treinta años después de su estreno, Leth vuelve a Bilbao con Pelota II, un filme realizado junto a la antropóloga Olatz González Abrisketa.
Este reencuentro con la capital vizcaina está resultando emotivo para el danés, que afirma sentirse “como en casa” cada vez que visita Bilbao, una ciudad que ya le otorgó el Gran Premio del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje (Zinebi) por la primera de las dos entregas. Esta vez presentará la segunda parte ante el público bilbaino en el auditorio del Museo Guggenheim. Lo hará pasado mañana, sábado, a partir de las 19.30 horas, en un acto en el estarán presentes ambos realizadores.
NUEVA VISIÓN
A través de Pelota II, el reputado cineasta danés vuelve a los frontones de Euskal Herria para abordar una nueva visión de la película que le abrió las puertas del público vasco, a pesar de no ser sus destinatarios iniciales. “El primer documental no lo hice pensando en la audiencia vasca, sino en el público europeo, y realmente fue un éxito en todo el mundo”, confesaba Jørgen Leth en la presentación que tuvo lugar ayer en el Azkuna Zentroa.
No obstante, la reacción de los vascos fue la que más ilusión le produjo por aquel entonces: “lo que me alegró mucho fue que les entusiasmara mi trabajo y que gracias eso se me descubriera como director en Bilbao y Donostia”, lugares en los que posteriormente ha participado en charlas y ciclos sobre su cine y donde conoció a Olatz González Abrisketa.
En el año 2000, la antropóloga y profesora de la UPV/EHU se encontraba inmersa en plena investigación para elaborar su tesis sobre la pelota vasca cuando dio con una pequeña referencia al documental Pelota en una hemeroteca. Fue en ese momento cuando “vi que esa era la forma en la que quería hacer cine porque era un documental que tenía mucho de antropológico” y decidió ponerse en contacto con Leth.
Esta prolífica amistad, epistolar en un principio, fue desarrollándose hasta que en una conferencia saltó la chispa que supuso el inicio del proyecto cinematográfico que ambos estrenan. “No fui exactamente yo la que propuso a Leth hacer un documental juntos, sino que fue un espectador el que le preguntó si volvería a rodar sobre la pelota vasca y él contestó que sí, pero que lo haría conmigo; a partir de aquel momento, comenzamos a pensar en hacer Pelota II”, rememora la antropóloga.
UN FILME
“radical” Cuatro años de trabajo después de aquella primera idea ve la luz esta “nueva historia de amistad”, en palabras del director danés, que define Pelota II como un documental “muy radical”, algo con lo que González Abrisketa se muestra totalmente de acuerdo. Ambos emplean este término para referirse al ritmo deliberadamente lento en los 71 minutos que dura la cinta y que va “en contraposición con la forma rápida de hacer cine comercial”, tal y como explica Leth.
Si en la primera parte de la serie ahondó más en la parte poética de la pelota y los frontones, en este caso ha optado por detenerse en cada detalle para apreciar ese mundo “como si pudiéramos verlo por un microscopio”. En esta línea, los directores se han centrado en las pelotas, el material utilizado para jugar, y en la compleja relación que con ellas establece el pelotari. “Queríamos que se oyera el sonido de la pelota al chocar, que el público lo escuchara y tuviera protagonismo”, apunta la antropóloga. Asimismo, han optado por no cortar varias de las escenas principales como la conversación entre Atano X y Atano XIII o la que establece Juan Martínez de Irujo con su médico.
El tercer elemento vertebrador del proyecto ha sido Carlos Juárez, de la productora bilbaina Basque Films, que se embarcó en esta aventura a través de un amigo común. “Todo son obstáculos cuando tratas de hacer una película con una temática que potencialmente no es tan comercial, pero la presencia de Leth nos ha abierto todas las puertas gracias a su prestigio internacional; hemos conjugando su gran experiencia y el increíble empuje de Olatz”, concluye.