el británico Richard Hawley ha rescatado del armario el traje de crooner melancólico con su octavo disco de estudio, Hollow meadows (Parlophone.Warner). Lo había olvidado con su anterior álbum, Standing at the sky´s edge, repleto de energía guitarrera y psicodelia. Sofisticado, íntimo y melancólico, este veterano y sensible músico, que se dio a conocer en el seno del grupo Pulp, se acerca a las sonoridades de Chris Isaak y Roy Orbison con canciones “íntimas y pequeñas”.

Hawley (Sheffield, 1967) es todo sensibilidad, además de un mago de las melodías y del pop más clásico. Cuando era un chaval lo intentó en grupos menores como Longpigs y Treebound Story, pero fue Jarvis Cocker, líder de Pulp, uno de los grupos más importantes del brit-pop, como prueban cimas incuestionables como Common people o Do you remember the first time?, el que lo sacó del anonimato y le permitió que tocara la guitarra en la recta final de la banda.

El propio Jarvis le animó a publicar sus canciones y en 2001, con Late night final, empezó su carrera, marcada por la sensibilidad de terciopelo y las producciones a lo Phil Spector, las orquestaciones, la sensibilidad exacerbada y un repertorio que exudaba romanticismo. Cuando editó Coles corner, en 2005, el mundo se rindió ante maravillas como Just like the rain o The ocean. Incluidos Arctics Monkeys, con quien colaboró posteriormente y a quienes les dio hasta vergüenza recoger el premio al mejor disco británico del año tras imponerse al de Sheffield.

Hawley y su tupé rockabilly no han firmado un disco malo desde entonces. Alguna gema más sí, como Lady´s bridge. Ahora edita Hollow meadows, que grabó en su estudio casero mientras se encontraba convaleciente de un problema de espalda y en una pierna. “La única diferencia respecto a los anteriores fue mi movilidad”, ha explicado el músico a Hmv.com. “Grabar en casa fue como regresar al principio, solos mi guitarra y yo. Fue muy simple, me gustan las cosas básicas”, ha apostillado.

Al igual que en discos anteriores, titulados con nombres de salas de baile o puentes de su ciudad natal, Hawley ha optado en este caso por Hollow Meadows, una zona de Sheffield en la que vivió su familia hace siglos y acogió un hospital psiquiátrico. “Estoy ligado a la ciudad, absolutamente. Nunca he entendido a esos músicos que deciden ir a grabar un disco a Nueva York, por ejemplo. ¿Qué significa eso? Es falso. Si no puedes inspirarte por lo que te rodea es que tienes un problema. Y Sheffield, su naturaleza y sus bosques urbanos siempre me han inspirado. Camino millas y millas y no veo ni una carretera”, explica.

Más calma Hollow meadows suena “más calmado” que su predecesor. Y menos épico, ya que las orquestaciones se reducen a algún cello, viola o violín ocasional. Eso sí, su romanticismo, elegancia y buen gusto siguen ahí, en un repertorio que bebe del Elvis más baladístico, de Chris Isaak, de la ingenuidad de Buddy Holly, del Roy Orbison llorón pero más comedido vocalmente, del Johnny Cash menos peleón y de sus admirados Walker Brothers.

“Lo siento, he estado lejos tanto tiempo? oh, todavía te quiero”. Así, con una oda al amor en forma de balada sentida y titulada I still want you, se inicia un disco de canciones “más íntimas y pequeñas”, sin la épica de antaño pero igualmente sensibles. Hawley canta con el sentimiento de siempre, sin impostaciones (si dice que la quiere, ella le cree, seguro) y su guitarra respira clasicismo, con esos efectos de trémolo de los 50. Y lo hace tras lograr un sonido propio que nos retrotrae a los viejos salones de baile “con bola de espejos”, como asegura él mismo en su página web.

Disco de producción excelsa, repleta de detalles y mimo por el sonido, Hollow Meadows incluye canciones que te masajean y hacen que te rindas ante la belleza de sus melodías sedosas, como The world looks down, Serenade of blue (un título que dice mucho de su autor) o la acústica What love means. También destaca el aire country (banjo y slide) de Long time down o esa caricia dedicada a la amistad que es Nothing like a friend, en la que toca el bajo Jarvis Cocker. La única concesión a la electricidad y a la fogosidad de su CD anterior es Which way mientras que la oscuridad psicodélica del lote lleva el nombre de Sometimes I feel. A medio camino está el single Heart of oak, accesible a la vez que rozando el rock.

“Todo lo que deseo es ganar lo suficiente para grabar de nuevo. Es simple, solo busco ser capaz de continuar. Siempre estoy componiendo, no paro. Pero no lo hago en términos comerciales”, asegura el británico, que reconoce que vivió como “un shock” el hecho de que su disco anterior llegara al número 3 de los más vendidos en Inglaterra. “Fue realmente divertido ver mi nombre junto al de Taylor Swift”, apostilla con sentido del humor. Hawley actuará el 16 de noviembre en el Teatro Barceló de Madrid y el 17, en la sala Apolo de Barcelona.