GASTEIZ - Como es habitual cada temporada, el otoño arranca en Artium este fin de semana, y lo hace con una nueva revisión de sus fondos, otro buceo entre las 3.500 piezas que conforman la colección, una lectura distinta puesto que, como en las ocasiones anteriores, el fundamento temático que sostiene la exposición es diferente. En este caso, el humor, en su más amplio sentido, sale a la palestra para conformar los cimientos de una muestra que aparece ante el público bajo el título de La trampa en la sonrisa.
En cualquier expresión de la creación, la herramienta del humor es fundamental, aunque su uso sea denostado por muchos. Desde el chiste fácil hasta su formulación más cruda, permite crítica, descaro, insulto, alabanza, malicia,... comportamientos y discursos que pueden referirse a cualquier tipo de circunstancia, incluso ante aquellas que para la sociedad suelen suponer un tabú como la violencia, la muerte, el sexo, la identidad nacional... Nada ni nadie se escapa.
Ahí se encuentra el fundamento del trabajo que, como comisario, ha realizado Kike Martínez Goikoetxea, responsable de los fondos del museo alavés. Así lo podrán comprobar quienes acudan a perderse en su propuesta, que se inauguró el viernes (entre otros actos, con un concierto de los gasteiztarras Viento de Locos) y estará abierta hasta el 4 de septiembre de 2016. En total, 148 obras (algunas de ellas habituales para los más fieles al centro, otras que aparecen por primera vez) pertenecientes a 97 autores como los alaveses Pepo Salazar, Mintxo y Alfredo Álvarez Plágaro o los hermanos Roscubas, Joan Fontcuberta, Joan Miró, Txomin Badiola, Jon Mikel Euba, Naia del Castillo, Esther Ferrer, Antonio Saura, Néstor Sanmiguel, B. Wurtz y Eva Lootz por citar sólo algunos nombres cercanos y lejanos en lo geográfico.
Con más de un guiño a la figura del desaparecido poeta Leopoldo María Panero, la exposición dice articularse en distintas partes para responder así a diferentes intenciones, aunque el recorrido por la sala Norte hace que esas buscadas separaciones, aunque visibles, sean fáciles de unir. Y como no hay nada mejor que empezar a reírse, para bien o para mal, de uno mismo, es el propio arte el que se refleja en el espejo del humor, más allá de que la imagen proyectada sea incluso grotesca.
“Puede que el arte contemporáneo sea complejo, pero no es aburrido en absoluto. Y, dentro de su complejidad, también hay humor. De hecho, se pueden observar todas las exposiciones de arte del mundo con humor”, defiende el director de Artium, Daniel Castillejo. De ahí que el museo proponga esta muestra, este recorrido que no busca la sonrisa superficial, aunque por momentos sea posible. Más bien al contrario, La trampa en la sonrisa es, como tantas veces sucede (por ejemplo, en el teatro), una invitación a dejar que la puerta se abra para dejar pasar al análisis, la acidez, el matiz.
De todas formas, ahora es el momento del visitante y de su disposición a compartir, o no, el particular sentido del humor del arte contemporáneo que busca reflejar el centro de la calle Francia, un museo que afronta ya la penúltima inauguración de este año (la última llegará a finales de este mes con el proyecto Punk. Sus rastros en el arte contemporáneo). Como es habitual en estos casos, la entrada este fin de semana será bajo la tarifa Tú decides.