tenemos mucho que aprender”, resume la escritora Belén Gopegui (Madrid, 1963) sobre su reciente tour literario-cinematográfico por el noroeste de Inglaterra. La autora de novelas como La escala de los mapas (Anagrama, 1993), Deseo de ser punk (Anagrama, 2009) y su último trabajo El comité de la noche (Penguin Random House, 2014), afirma que le ha interesado mucho observar de primera mano “la forma en que se estudia literatura en las universidades de Mánchester, Liverpool y Sheffield”, ciudades que ha visitado en una vertiginosa agenda y tediosas escalas y controles aeroportuarios.

Gopegui ha participado en diversos seminarios sobre traducción -su debut en narrativa, La escala de los mapas, fue traducido al inglés- ; así como en varios talleres sobre literatura y perspectiva de género, en los que ha respondido a las cuestiones y opiniones de los universitarios. “Las novelas surgen en un contexto determinado y es muy útil comprobar hasta qué punto pueden ser imaginadas y comprendidas desde coordenadas diferentes, por personas con edades y formación distinta”, valora sobre esta experiencia.

Además, la escritora asistió a la proyección del filme Las razones de mis amigos (Gerardo Herrero, 2000) en el Instituto Cervantes de Mánchester. La película está basada en su novela La conquista del aire (Anagrama, 1998), y la propia Gopegui es coguionista junto con Ángeles González-Sinde. Tras el visionado de la cinta, la autora participó en un debate abierto al público. Tímida pero a la vez cercana, recordó “qué diferente es el proceso de escribir una novela a un guión”. No obstante, aseguró que esta experiencia cinematográfica no influyó en su manera de escribir sus trabajos posteriores.

etiquetas Su última novela, El comité de la noche, tiene como protagonistas a dos mujeres que emprenden una lucha contra el tráfico de sangre, para lo que se adentran en el críptico mundo de las farmacéuticas. No es la primera vez, y seguramente tampoco la última, que Gopegui teje ficción muy apegada a la rabiosa actualidad. Algunos medios ya se han referido a este trabajo como “una novela contra la casta”. La autora reflexiona sobre este tipo de calificaciones: “El problema de las etiquetas es la limitación. Creo que la novela convierte sensaciones y pensamientos en imaginación, es algo que sólo se puede hacer mediante las historias y es un proceso muy diferente al de asignar una etiqueta a una idea”.

La elección de la sangre como hilo conductor de esta novela trasciende lo meramente simbólico. Según destacó en una entrevista anterior, la sangre representa “el centro de la vida”, y evidencia que expresiones como fuerza de trabajo o vender tu tiempo “no son abstractas”, sino que adquieren un sentido pleno y real que se refleja en esta novela, en la que es imposible obviar la omnipresencia de la crisis. “No creo que la crisis sea una excepción sino un proceso en marcha que empezó hace muchos años, en los 90, cuando se aprobaron las primeras leyes que permitían la privatización de los servicios públicos -sostiene- ; y muchísimo antes, cuando aceptamos un sistema cuyo objetivo final no es lo que la sociedad acuerde considerar bueno sino lo que genere mayor beneficio al capital”. En su opinión, superar la crisis pasa por cambiar previamente “las reglas del juego”; de lo contrario, “seguiremos perdiendo libertad, igualdad y justicia”, advierte.

La escritora se caracteriza por su crítica y compromiso social. Preguntada por si considera que aún cabe la esperanza para la resistencia colectiva y la defensa del bien común, Gopegui alude a la reflexión del periodista, filósofo y activista antinuclear Günther Anders: “Llámese cobardía a esta esperanza”, y se explica: “Donde no hay contradicción no hay vida, el día en que el individualismo no encuentre resistencia, la sociedad estará muerta. Los individuos no somos círculos cerrados sino organismos interdependientes. Más que esperanza, necesitamos fuerza”.