Mikel Alvira: “Esta novela nace de la necesidad de no conformarme”
El escritor iruindarra vuelve a la carga con ‘La novela de Rebeca’, un juego literario que encierra una historia dentro de otra y viceversa, un trabajo en el que, según él, da un paso “audaz”
IRUÑEA - Mikel Alvira no descarta la poesía, pero en la novela ha encontrado un cauce más directo para tentar a sus lectores y lectoras.
Hace dos años, con motivo de la publicación de ‘En tierra de los nombres propios’, comentamos el ritmo trepidante de publicación que llevaba usted, con una novela por año; esta vez, sin embargo, se ha tomado más tiempo.
-Sí, llega un momento en que hago un alto, me planteo qué hacer y hacia dónde, y me reservo ese tiempo, que igual durante los últimos años no me había dedicado a reflexionar y a buscarme. Y fruto de esa búsqueda surge esta novela. Efectivamente, el plazo ha sido distinto.
Hay quien diría que esta es una ‘novela trampa’ o un libro matryoshka porque contiene dentro varias novelas.
-Sí que tiene ese toque de novela muñeca rusa porque hay una novela dentro de una novela, donde nada es lo que parece y hasta el final estamos un poco engañados. Pese a eso, es sencilla, se sigue bien y engancha al público porque tiene mimbres de novela negra, con asesinatos, y a la vez ingredientes de una novela más reposada, más introspectiva. Casar todo eso hace que sea una novela muy lúdica.
Después de leerla, queda claro que una de las mayores dificultades habrá sido montar el andamiaje.
-Para mí ha sido un desafío. Todos mis lectores saben que cada novela es un reto. En este caso, el reto era escribir una novela dentro de una novela, pero sin que eso se convirtiera en un puzzle indescifrable para el público, sino todo lo contrario, que fuera el público quien fuera construyendo la novela. Eso hace que el lector la siga capítulo a capítulo con la satisfacción de que no le vence la estructura, sino que la historia le engancha.
Aunque ya ha anticipado algo al principio de esta conversación, ¿qué le llevó a meterse en este lío?
-No he atravesado un desierto de desazón y agonía como pasa Simón, el protagonista, pero sí una necesidad de seguir haciéndome preguntas y de continuar explorando. Todo esto surge por la necesidad de no conformarme. Hubiera sido relativamente fácil seguir con el colchón de El silencio de las hayas, pero quería avanzar. Como creador me sigo haciendo preguntas, el día que deje de hacérmelas será el día en que dejé de hacer novelas.
¿Ha conseguido alguna respuesta con ‘La novela de Rebeca’?
-He respondido a mi pregunta: ¿seré capaz de escribir algo distinto a todo lo demás, pero manteniendo la esencia del estilo de Mikel Alvira? Pues de momento estoy aquí, con esta novela, y el público y la crítica está diciendo que no me ha ido mal con esta respuesta. Pero espero seguir teniendo preguntas, claro, sobre los personajes, sobre las historias, sobre el papel que las letras tienen en la sociedad...
¿Quién es este Simón Lugar, empezando por el nombre, que ya es peculiar?
-Toda la novela es un juego literario de paisajes, de tiempo, de estructura, de lo que parece real y lo que no. Y el nombre tenía que ser algo diferente. Ponerle el apellido Lugar tiene mucho que ver con esa idea mía de lo importantes que son los lugares. Por ejemplo, cada vez que vuelvo a Iruñea siempre digo que vuelvo a mi lugar, no a mi ciudad... Además, Simón es un persona que tiene mucho de mí, aunque no es mi álter ego. Esta novela no es biográfica y yo no soy histérico y metódico como él, pero ambos compartimos algo, nos hacemos preguntas a la hora de escribir. Y eso también coincido con Rebeca. Yo siempre me he sentido a gusto con los personajes femeninos y éste también tiene mucho de mí.
Simón muestra al lector las tripas de la creación literaria. ¿Quería enseñar todo esto?
-El libro no tiene una vocación didáctica, no es una reflexión sobre el hecho de escribir ni es un libro de autoayuda para escritores. Simplemente, pongo en boca de Simón muchas de mis reflexiones sobre el hecho de escribir, sin la intención de sentar cátedra.
¿Y qué tiene de Rebeca?
-Con Rebeca comparto ese gusto que tiene por la decoración y el interiorismo. En el libro hay salpicones de consejos sobre este tema que nos da ella y que también es un juego literario. En una novela tan seria y tan sesuda, me parecía divertido meter esas pinceladas. Además, comparto con ella el compromiso con las causas justas.
Para el protagonista, escribir supone un desprendimiento máximo y es muy doloroso. ¿Le pasa lo mismo a Mikel Alvira?
-Sí, creo que escribir es un acto de valentía y no concibo escribir sin entregarme, sin desnudarme. Si saliera indemne de una novela, sería que a ese texto le falta un hervor.
Simón Lugar se siente más poeta que novelista...
-Yo soy poeta, lo que pasa es que no me queda más remedio que hacer novela. Este es el típico titular que me puede hundir la carrera (ríe)... Pero sí, tengo mucho de poeta, y en esta novela hay mucha poesía, no tanto en forma de versos y estrofas, sino en el tono. Aparte de eso, escribo mucha poesía, es inherente a mí, lo que ocurre es que este género no tiene el recorrido comercial que tiene la novela.
¿Y escribe con la cabeza, con las manos o con las tripas?
-Si no están conjugadas las tres, esto no sale. Hay mucho de cabeza, porque esto tiene mucho de autodisciplina, de método,... Escribo con las manos, porque hay que teclear y, por último, no sé si escribo con las tripas o con el pecho, con ese mundo interno que nos dice hacia dónde tiene que ir una historia.
Hay una constante en toda la narración y es el rechazo visceral de Simón a todo el entramado editorial. ¿Qué le ha dicho la suya?
-Tengo suerte con mi agente, Antonia Kerrigan, que es estupenda, una mujer que tiene unas tablas y un recorrido impresionante. Con ella no he vivido las situaciones que vive Simón con Úrsula. En mi agencia es todo sencillo y cómodo, y lo mismo me pasa con mi editora, Carmen Romero, de Ediciones B.
Pero le mete un buen meneo al negocio del libro y reflexiona mucho sobre lo que se vende...
-De vez en cuando hay que sacudir un poco el árbol. Me apetecía. Si estoy hablando de un escritor, esto es parte del proceso también, todo lo que rodea al hecho intelectual de escribir, que es el mercado.
¿Qué supone esta novela dentro de su trayectoria?
-No cabe duda de que hay un antes y un después. Igual que El silencio de las hayas me supuso ser un autor reconocido, veo que Rebeca va a suponer un cambio. Con Ediciones B hay una distribución por todo el Estado y otra dimensión. A eso hay que sumarle que he sido audaz al hacer una novela que se sale de los cánones que hasta ahora eran reconocibles en mí. Habrá un antes y un después y lo vivo con tanta naturalidad y tan consciente que está siendo una gozada.
La novela ya está en las librerías...
-Ahora el público tiene la palabra, es inteligente y con esa vocación está escrita esta novela. No quiero hacer didáctica al escribir, hay que tratar al público como merece y, a partir de ahí, su criterio es tan válido como el del más importante de los críticos.
¿También necesita usted una Eme en su vida?
-Eme es un personaje delicioso de la novela. Parece secundario, pero está en el talón de Aquiles de todo lo que pasa y representa la voz interior que tiene el autor. Yo también necesito mis Emes, las busco y tengo la suerte de que las voy encontrando.
Más en Cultura
-
Shinova responde a su exbajista: "Hubo agresiones verbales contra miembros de la banda"
-
Agorrijazz 2025 y los musicales de Pozalagua marcan el ‘finde’ musical
-
Maitane San Nicolás: "Las coordinadoras de intimidad son fundamentales en los rodajes de las películas con escenas de sexo"
-
Siete discos vascos entre los mejores 80 estatales de este milenio, según Rockdelux