LO comparan con la Ópera de Praga, por su terciopelo rojo, pero bien es sabido que, pese a la impresionante tradición musical a orillas del Moldava, el Teatro Arriaga tiene una decoración más notable, con sus ménsulas, pinturas y óculos neobarrocos, ideados por Joaquín de Rucoba. Homenaje al compositor Juan Crisóstomo Arriaga, el Mozart español, el teatro municipal permitió en sus inicios que la gente escuchara óperas a través del teléfono. Esa es una de sus muchas originalidades, como la programación “constante y reconocida en todo el mundo”, según decía ayer, a través de un vídeo, la actriz Concha Velasco, “casi parte de la familia”.
La Gioconda, de Ponchielli, fue la primera ópera y el espectáculo que inauguró el Arriaga, el 31 de mayo de 1890. Los que tenemos algunas canas recordamos cómo en la época industrial había que limpiar la fachada de este coqueto edificio, porque, como en Edimburgo, se ennegrecía por los humos de los 70 y los 80... Fue dañado en las guerras carlistas, un incendio lo destruyó en 1914 y también experimentó una interesante restauración tras las graves inundaciones del 83... “que benefició al teatro, porque actualmente tiene más prestancia y nobleza”, definió ayer el alcalde Ibon Areso, antes de que se iniciara la gala por el 125 cumpleaños del teatro municipal bilbaino.
Los importantes avatares que ha atravesado el “Teatro de la Villa” no han impedido que haya despertado emoción, “lágrimas, aplausos, alguna caricia furtiva...”, enumeró con indisimulada ilusión su director artístico, Emilio Sagi, en una gala que resumió con acierto una trayectoria plagada de clásicos, vanguardia, conciertos, zarzuelas... En un collage en el que no faltaron el ballet Olaeta, La Otxoa, Igor Yebra, Blanca Portillo (en un vídeo) o, por ejemplo, un Ramón Barea recitando un texto sobrecogedor de Federico García Lorca, quien estuvo en el Arriaga, en 1935, maravillado por las dotes de Margarita Xirgú: “Si las pezuñas sustituyen a las alas, si el público se impone al teatro (...) dejará de ser un arte nobilísimo, una tribuna libre, barómetro del ascenso y descenso de un pueblo”.
Y cantó Ainhoa Arteta, toda glamour, de rojo y entre el respetable; tocó al piano Joaquín Achúcarro, cantó el coro Rossini y los actores Gurutze Beitia, Itziar Lazkano, Iñaki Maruri y Mitxel Santamaría sorprendieron apareciendo por doquier, barriendo a veces, cantando boleros otras, introduciendo a los protagonistas del cumpleaños... en un fino evento que logró su objetivo de homenajear y emocionar al público bilbaino y de otros orígenes, tal y como el Arriaga lleva haciendo largas décadas. No en vano Bilbao está considerada “buena plaza para el teatro”.
sonrisas y lágrimas El acertado revival de ayer invitó a recordar las obras inolvidables que ha albergado Arriaga Antzokia. Como la exitosa zarzuela El Caserío, la Carmen Carmen de una Concha Velasco enorme, la Madre Coraje de la Premio Max Rosa María Sardá, el humor de Moncho Borrajo o de Faemino y Cansado... Flotats nos hizo reír con exquisitez en Arte, mientras nos hizo temblar con La cena. La Cubana ha revolucionado el patio de butacas más de una vez y, por ejemplo, en la versión de Hamlet de Lluís Pasqual Eduard Fernández no conversaba con una calavera, sino con un cigarrillo...
El teatro municipal ha desplegado musicales muy sonados, como Mamma Mia, récord de taquilla, como lo fueron El Caserío y Los sobrinos del Capitán Grant. Paco de Lucía embriagó al respetable, así como la pasión y el talento de Sara Baras. Hasta bailarines con tutús han sorprendido en un escenario en el que han cantado desde Jabier Muguruza hasta Noa, desde Camarón hasta Benito Lertxundi. Y genios de la lírica, como cuando Josep Carreras regresó, hace meses, a las tablas operísticas con El Juez. Mítica la Carmen de Bizet, en la época de Luis Iturri, con pinturas de García Ergüin y de Rafa Villa...
La diputada Josune Ariztondo celebraba ayer cómo un teatro que había atravesado “muchos avatares” cumpliera años con tanta salud: “Estamos encantados, y el aforo está a tope”. Ibon Areso no podía ocultar su emoción, ya que “la gala será bonita, pero este teatro es una de las grandes instituciones de Bilbao, promotor de cultura en estado puro”.
En el escenario, escaleras, tormentas inesperadas; en off , la sublime aria que abre La Gioconda; relojes y lunas llenas. Entre los espectadores, Emma Jiménez, pianista esposa de Achúcarro, quien se “maravilla” con el Arriaga pero, como Concha Velasco, echa de menos a Iñaki Azkuna, tan decisivo en su devenir. Y, entre otros, el periodista Carlos Bacigalupe, muy conocedor del teatro. Una gran tarta, con un Zorionak, Arriaga, levantó al público del asiento y le hizo cantar...
Areso le desea “125 años más”. Larga vida al Arriaga, que siga soltando miles de inspiradoras musas al aire...