Bilbao- Habrá que esperar hasta el 13 de diciembre para disfrutar en directo de Huyendo conmigo de mí (Warner), el sexto y continuista disco en estudio de Fito y Fitipaldis. Pero no para escucharlo, ya que hoy sale a la venta tras un lustro sin nuevas canciones del vizcaino. “Me cuesta mucho hacer canciones”, confiesa a DEIA un músico que ve “un puto lujo” su estatus. “¿Superman? Soy más Peter Pan, la música rejuvenece”, apostilla.
Han sido otros cinco años sin canciones nuevas.
-Voy cumpliendo la media (risas). Si fuera una condena, sería la hostia.
¿Tan duro le resulta componer?
-Me cuesta mucho hacer canciones. Me mantengo en mi torpeza (risas). Tengo la teoría de que no es cosa de la inspiración, sino de hartazgo, de que nos vamos alejando de las musas porque van faltando ganas de buscarlas. Alguien que pinta, que hace música o escribe tiene la capacidad siempre, pero?
¿Independientemente de la edad?
-Debiera ser, pero la historia no me da la razón. En mi caso, de joven vivía solo en una dirección, solo pensaba en la música porque no tenía familia.
El Springsteen más joven decía lo mismo, que apenas tenía vida al bajar del escenario.
-Es así. Me recuerdo con veinte y picos años levantándome y luego poniéndome a escribir y a tocar la guitarra. Comía y me juntaba con los Platero y luego empapelábamos el Casco Viejo con papeles de una actuación en Gatika, por ejemplo. Eran 24 horas al día. Mis aitas no eran mayores, yo no tenía hijos ni problemas. Ahora, me cuesta más encontrar el motivo musical que me abstraiga de todo lo demás. Al encontrarlo, me vuelco, eso sí.
¿Y en directo, pasa lo mismo?
-Ahí la magia no cambia nunca. Tienes al público delante y te alimentan que te mueres. Ahora estamos de ensayo, pero no solo con las nuevas sino también otras, como Soldadito marinero. Hay que hacerlo para el de las luces, pero no tienes con ella el mismo power que con las recientes. Ahora, llega el concierto, hacemos tararara (tararea la melodía) y el público se vuelca con un grito? y ahí se te olvida las veces que la has tocado.
¿Se llegan a ver las sonrisas y los gestos de satisfacción?
-Sí, sobre todo en la última gira, la de teatros. Quizás haya sido la mejor.
¿Sigue sintiéndose un privilegiado?
-Lo mío es un puto lujo porque sé cómo está el panorama musical. Hay que ser consciente de las cosas maravillosas que suceden en el día a día, no a toro pasado. Grabo en un estudio fantástico, estoy rodeado de gente maravillosa y voy a tocar a un BEC lleno mientras la mayoría de mis amigos músicos no lo pueden hacer. Sería un puto capullo si no me diera cuenta. Somos cuatro los privilegiados en este momento.
El nuevo CD se titula ‘Huyendo conmigo de mí’, y el single, ‘¿Entre la espada y la pared?’, parece una duda enorme con patas.
-Y cada día, más. Se piensa que con 40 o 50 años se estará de vuelta de todo, pero a mí me gusta recapacitar y poner todo lo conseguido en entredicho. Cuestionarlo todo, por eso hay tantas dudas en mis canciones. Y las necesito para poder escribir. Y cuando escribo y me trato de explicar, me salen. Sin dudas, sería Superman.
Habla de Superman y Peter Pan en el CD. Es más el primero que el segundo ¿verdad?
-(Risas). Por eso canto “hice agujeros a la capa del disfraz de Superman”. No me veo como él, nunca. Como Peter Pan, sí.
¿Por ingenuidad y rebeldía?
-Puede ser, pero es la música la que nos convierte en Peter Pan. Es algo que sucede si tocas rock o eres rockero, sin más; o un motero. Veo a un tío de 50 años y me parece un viejuno. Es verdad, no te rías. En conclusión, la música rejuvenece.
¿Y cómo convive tanta duda con su éxito?
-Es que la gente no ve a la persona real, ve a un garabato, una imagen proyectada. Lo canto en el disco nuevo también.
Ya, pero le llama para colaborar MClan y Dani Martín dice que solo faltó usted en su último CD. ¿Se siente en la parte alta de la pirámide?
-Sí, soy consciente. Si no lo fuera y me quejara, sería un hijo de puta. ¿Qué pensaría entonces la mayoría de la gente? Mis quejas y dudas son personales, no profesionales. Si es que? (duda) no sé cómo he llegado aquí y me ha tocado la varita mágica.
Le entiendo, los Ramones apenas tocaban, Dylan y Waits tienen unas voces extrañas?
-Eso es. Los artistas que me gustan no son los más cirqueros. No lo era J. J. Cale, por ejemplo.
Le ha salido un disco?
-? otra vez (risas). ¡Esa es la noticia! Si es que ya no espero nada más del disco. Ni casi de la música porque si no vendo más, que espero que sí, ya lo he hecho por encima de lo que nunca pensé. Ahora, los discos están para hacerme feliz y vivir momentos increíbles.
Un single muy suyo, tres ‘rockanroles’, una balada blues, un boogie, una versión, un instrumental en clave swing? ¿Un disco continuista?
-Sí, esa es mi filosofía y esos son mis gustos. Para mí, el rock es eso también, hacer una versión del Javier Krahe más poético y juvenil porque fue importante en mi vida, un instrumental? y meter ahí un saxo (risas). El instrumental está dedicado al bar bilbaino Umore Ona, pero la escribí antes de saber que cerraba. Ha sido una casualidad
¿Está ya ultimando la gira?
-Vamos a hacer una inversión fuerte en escena e infraestructura porque la gira de teatros me gustó tanto que la única forma de volver a pabellones es liarla muy grande. La vamos a liar parda.
En el CD se oye también: “No me salen bien las mezclas: sexo, drogas, rock’n’roll”. Cuidado entonces, ¿no?
-(Carcajada). Lo digo en pretérito. Nunca mezclé bien. Ahora ya no lo hago, lo hago todo pero ya nunca al mismo tiempo (risas).