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La magia de la arquitectura de Gehry, Príncipe de Asturias 2014

El galardón reconoce “el impacto transformador de sus edificios en las ciudades, como ha logrado en Bilbao con el Guggenheim”

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oviedo - A la larga lista de galardones internacionales , el arquitecto Frank Gehry añadió ayer uno nuevo: el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Y lo recibió, según explicó Felipe VI al entregárselo, porque “su nombre se asocia con una arquitectura mágica, llena de vitalidad y asombrosamente hermosa que produce un impacto transformador en la ciudad, como ha logrado alcanzar en Bilbao con la construcción del Museo Guggenheim”.

Gehry fue uno de los galardonados más agasajados por los más de 1.500 invitados que asistieron a la ceremonia de estos premios en Oviedo, que a partir de 2015 será Leonor de Borbón quien dé nombre a unos galardones creados en 1980. El arquitecto estadounidense, de origen canadiense, recibió el premio entre entusiastas aplausos y el calor de los ovetenses.

Con el galardón, dotado de 50.000 euros y una escultura de Joan Miró, Gehry se ha convertido en el sexto arquitecto en obtener el Premio de las Artes. El jurado ha reconocido la relevancia y la repercusión de sus creaciones “con las que ha definido e impulsado la arquitectura en el último medio siglo”, obras caracterizadas por un “juego virtuoso con formas complejas, por el uso de materiales poco comunes, como el titanio, y por su innovación tecnológica, que ha tenido repercusión también en otras artes”.

Pero, si han valorado un edificio a la hora de concederle el premio, ese ha sido el Guggenheim Bilbao, que le ha elevado al olimpo de la arquitectura. Hace ya casi dos décadas desde que Gehry aterrizó por primera vez en Sondika acompañado por el aquel entonces director de la Fundación Guggenheim, Thomas Krens, para buscar un lugar donde ubicar un museo. No lo sabía, pero estaba a punto de inscribir su nombre en la Historia y de paso, lanzar a Bilbao al futuro. Fue entonces cuando realizó los primeros esbozos en papel del Guggenheim Bilbao, unos simples garabatos que acabaron convirtiéndose en una gran obra maestra. El Museo Guggenheim Bilbao fue elegido por la revista Vanity Fair como el edificio más significativo de las últimas tres décadas. Gehry, por su parte, fue proclamado “el arquitecto más importante de nuestra era”.

En 1989 recibió el premio más importante de arquitectura, el premio Pritzker en reconocimiento a su trabajo. Después de que el Guggenheim Bilbao abriera sus puertas en octubre de 1997, a Gehry le llovieron los proyectos. Decenas de ciudades querían sus museos Guggenheim. Pero como él mismo confesó “el milagro del efecto Bilbao es difícil de repetir. Este proyecto tan especial fue posible por el consenso alcanzado entre todos los agentes implicados para cambiar una comunidad de manera positiva, algo que me permitió explorar con libertad ideas que no había podido explorar en el pasado”.

Gehry ha confesado que se siente orgulloso de su implicación en la transformación de la ciudad pese a contar con un presupuesto “muy modesto - 80 millones de euros- que no fue excesivo ni pomposo”. “No sabía que era posible, pero la historia de Bilbao muestra que los edificios pueden marcar la diferencia”.

Su segunda construcción vasca fue el hotel de las bodegas Herederos del Marqués de Riscal, en Eltziego, un edificio también con formas onduladas y revestido de titanio, aunque en este caso de tres tonalidades distintas: rosa (en alusión al vino tinto), oro (por la malla que cubre las botellas) y plata (en referencia a la cápsula que cubre el tapón de corcho). Este edificio, inaugurado en 2006, fue definido por su creador como “un animal galopando por el campo, un edificio que expresa movimiento.

El arquitecto se mostraba ayer muy satisfecho. Lejos quedaba ya la fugaz polémica que protagonizó el jueves a su llegada a Oviedo, cuando le dedicó una peineta a un periodista que le preguntó si sus edificios eran arquitectura-espectáculo. Gehry se disculpó minutos más tarde, el jet lag le había jugado una mala pasada. Hoy estará en Bilbao - en su casa, como a él le gusta recordar- para poner la primera piedra simbólica de un nuevo puente sobre la ría, que llevará su nombre. Bilbao “le debe muchísimo a Gehry”, según ha reconocido el alcalde, Ibon Areso.

otros galardones L os otros siete premios Príncipe de Asturias entregados ayer correspondieron al hispanista francés Joseph Pérez, el de Ciencias Sociales; el humorista gráfico argentino Joaquín Salvador Lavado, Quino, el de Comunicación y Humanidades, y los químicos Mark E. Davis, Galen D. Stucky y Avelino Viejo, el de Investigación Científica y Técnica.

También fueron distinguidos el escritor John Banville (Letras), el Programa Fulbright (Cooperación Internacional) y la periodista congoleña Caddy Adzuba (Concordia).

El Premio Príncipe de Asturias de los Deportes fue a parar al Maratón de Nueva York por ser la carrera “más popular de cuantas se celebran en el mundo, un ejemplo de convivencia pacífica y de unidad”. En nombre del maratón de la Gran Manzana recogieron el galardón en el teatro Campoamor de Oviedo Mary Wittenberg, presidenta y directora ejecutiva de Nueva York Road Runners; su compañero y fundador de la carrera, George Hirsch; la keniana Tegla Loroupe, que en 1994 se convirtió en la primera mujer africana en ganar la prueba, y el mexicano Germán Silva, que se la adjudicó consecutivamente en 1994 y 1995.

Los cuatro tuvieron un gesto simpático cuando levantaron un brazo y una pierna imitando el movimiento en carrera para agradecer desde el escenario los aplausos del público.