Los Ángeles - La policía confirmó ayer que el actor Robin Williams se suicidó, ahorcándose en su casa de California. El comediante, de 63 años y ganador de un Oscar, fue encontrado por su asistente personal con un cinturón atado al cuello, con el que se habría ahorcado. Según informó el agente Keith Boyd del condado de Marin, el actor intentó primero cortarse las venas, ya que sus muñecas presentaban varios cortes y había un pequeño cuchillo cerca del cuerpo sin vida del actor.

Asimismo añadió, en una multitudinaria rueda de prensa, que el célebre actor fue visto por última vez con vida por su esposa el domingo por la noche y encontrado muerto hacia el mediodía del lunes. La policía explicó que se efectuarán pruebas toxicológicas para determinar si el actor había ingerido alguna sustancia.

Williams “había estado luchando contra una severa depresión últimamente”, informó su portavoz Mara BuxBaum, en un comunicado. Su esposa, Susan Schneider, confesó tener “el corazón destrozado” por el adiós de su marido y “mejor amigo” y pidió que fuera recordado no por su muerte sino “por los incontables momentos de risas y alegría que hizo pasar a millones de personas”.

Williams había estado trabajando intensamente este año y en julio decidió ingresar durante varias semanas en un centro de rehabilitación en Minnesota “por precaución”, dijo entonces su representante.

Adicciones

Tenía un largo historial de abusos de cocaína y alcohol que se remontaba a 1980. Aunque mantuvo a raya sus adicciones durante años, recayó en 2006.

Williams, nacido en Chicago en 1951, había combinado desde bien joven un genio irresistible y una verborrea sin igual con una vida personal plagada de debilidades. Antes de saltar a la interpretación había empezado a estudiar Ciencias Políticas, una inquietud comprometida que nunca le abandonó en sus ácidas comparecencias públicas, como cuando en el Festival de Berlín presentó The Final Cut, uno de sus filmes más oscuros, y disparó una rueda de prensa en la que dijo “no sé qué hacemos buscando armas químicas en Irak cuando sería más fácil mirar en los albaranes del Pentágono”. Y antes de llegar a la fama, que se fraguó en la televisión con series como Happy Days y, sobre todo, Mork & Mindy en la segunda mitad de los setenta, ya había coqueteado peligrosamente con la cocaína, que compartió con otro amigo suyo malogrado, John Belushi. “La cocaína es la manera que tiene Dios de decirte que estás ganando demasiado dinero”, decía con ironía.

El Oscar le llegó a la cuarta nominación en 1997, la primera como secundario, en un papel tan agridulce como él mismo: el psiquiatra viudo de El indomable Will Hunting, de Gus Van Sant. Por primera vez, se quedó casi sin palabras al subir al escenario ante la ovación de toda la profesión, aunque enseguida se recuperó y empezó a bromear. Contrajo matrimonio en tres ocasiones, la primera de ellas con la bailarina Valerie Velardi en 1978, con la que tuvo un hijo, Zachary, y de la que se separó en 1988. Un año después se casó con Marsha Garces, con quien tuvo dos hijos, si bien su relación terminó en ruptura en 2008. En 2011 daba el sí quiero a Schneider. - Efe