Regreso continuista pero disfrutable
DOS años después de su debut en solitario y convertido en estrella, el ex White Stripes vuelve con un CD continuista y fiel a su (eterna) indagación en la música de raíz de USA. Apuesta por la comodidad y el clasicismo, y se adentra en el territorios hard rock y blues, con el folk y el country como amantes ocasionales. Las baterías suenan secas y las teclas copan tanto espacio como las guitarras en un disco con arreglos de violín, pedal steel y armónica. Noquean los riffs de Three women y That black bat licorice, el lirismo de Temporary ground, la rítmica funk-rapera de Lazaretto, la oscura World you fight for my love? y la stoniana Just one drink. Disfrutable, pero sin riesgos.
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