PARA algunos fue "flojo", a otros, en cambio, les convenció su sonido potente y agresivo. En cualquier caso, el (único) concierto que ofreció Nirvana en Bilbao -en el pabellón de La Casilla, en julio de 1992- fue "memorable", tal y como apunta Luis Herrera, promotor musical de Muskerra. "Acababa de empezar a trabajar en conciertos, para una empresa de Donostia. Por aquel entonces me encargaba de trasladar a los grupos del aeropuerto al hotel, de que estuviera listo el catering y todo lo que pudieran necesitar los músicos, etc.", explica.

En un principio, su labor en aquel concierto era ocuparse de los teloneros Teenage Fanclub. No obstante, "las circunstancias" le llevaron por otros derroteros? "Tuve que acompañar a Kurt Cobain y a su tour manager al hospital de Cruces", donde una embarazadísima Courtney Love -de "7 u 8 meses", calcula Herrera-, esposa del malogrado líder de Nirvana, permanecía en observación, aquejada de fuertes dolores y contracciones. "Durante el concierto, Love comenzó a sentirse mal y la llevaron a Cruces. Cobain estaba informado del estado de su mujer, así que se le notaba algo nervioso en el escenario", admite Herrera.

Tal vez eso explique que algunos de los asistentes al concierto se sintieran decepcionados con la puesta en escena de la banda llamada a liderar el movimiento grunge. "Como muchos, descubrí Nirvana a raíz de Nevermind, un discazo; fui con muchas ganas de verles en directo y me llevé un chasco, la verdad. El mejor, sin duda, fue Dave Grohl (batería); y Teenage Club también, les conocí allí y me encantaron", comenta el autor de la fotografía sobre estas líneas, donde se aprecia a Cobain a punto de destrozar su guitarra (otra más). "Todas las fotografías me salieron movidas -se lamenta-, no me quedé muy contento, pero al menos conseguí capturar ese instante".

Otros, en cambio, disfrutaron tanto de Nirvana como de Teenage Club (parece que sí hay unanimidad respecto al buen hacer de los teloneros). "Sonaron muy fuerte, no me decepcionaron, fue intenso y agresivo. Recuerdo aquellas luces estroboscópicas, que creaban un efecto psicodélico muy acorde con el sonido de Nirvana", señala el periodista y escritor Gotzon Hermosilla.

Mientras tanto, Love protestaba en Cruces, en demanda de más medicación para calmar sus dolores.

Tras una breve actuación y un bis de una sola canción, Cobain, su tour manager y Herrera se desplazaron raudos al hospital de Cruces. "Al final, Love solicitó el alta voluntaria y la ingresaron en una clínica privada de Indautxu. Ella insistía en regresar esa misma noche a Estados Unidos porque quería que su hija (Frances Bean Cobain) naciera allí. Pero en aquella época eso era inviable, no había vuelo ni a Madrid". Al día siguiente, la misma limusina que les trajo les acercó de nuevo al aeropuerto, donde tomaron el vuelo de regreso a casa.

El promotor de Muskerra vivió otra anécdota (menor) antes de semejante vorágine. "En la tarde de aquel sábado (4 de julio), fui a buscar a los de Teenage Club al hotel, para llevarles a la prueba de sonido. Me encontré con Dave Grohl, y al principio no le reconocí y le confundí con otro miembro de los teloneros. Él me aclaró quién era, y me dijo que necesitaba que alguien le llevara a La Casilla, así que nos fuimos todos juntos para allí", relata.

Cuenta Herrera que los componentes de Nirvana (Kurt Cobain, Dave Grohl y Krist Novoselic) solían viajar por separado. Mientras los dos últimos llegaron "bastante tranquilos" a la villa, Cobain apareció en limusina junto con Love y varias amigas de ésta. "Iban bastante colocados", desvela. Afirma que mantuvo un trato cordial con todos los miembros de la banda, que cuando llegaron a Bilbao "se encontraban en el punto álgido de su carrera".

su estela Entre quienes se perdieron aquel concierto se encuentra una arrepentida Estibaliz Sainz. "Tenía 14 años, fue un grupo muy influyente en mi juventud; y creo que no sólo para mi generación sino para el devenir del rock -sostiene la periodista-. Estuve a punto de ir a La Casilla con una amiga, pero al final no nos atrevimos, empezamos a preguntarnos qué haríamos allí entre tantos mayores, cómo volveríamos luego a casa? ¡Fíjate cómo éramos!", recuerda entre risas. "Cuando Cobain murió me arrepentí de no haber ido a ese concierto, aunque muchas personas que fueron me contaron que fue patético. Eso sí, tengo muchos conciertos de ellos grabados con los que disfruto muchísimo", afirma.

Por su parte, el músico Javier Letamendia Leta no pudo acudir a la cita porque ofrecía un concierto el mismo día junto a su banda, El inquilino comunista. "Nos quedamos con las ganas", reconoce. Por suerte, años más tarde tuvo la oportunidad de coincidir, en escenario y camerinos, con Dave Grohl, esta vez no como batería de Nirvana sino como cantante y guitarra de los exitosos Foo Fighters. "Les teloneamos en Madrid, en el 96; pude conocerle y la verdad es que aprendí bastante de él. Una de las cosas que más me sorprendieron fue que la batería que utilizaban llevaba unos platos más grandes de lo habitual -si el estándar se sitúa entre 16 y 18 pulgadas, su batería superaba las 20 pulgadas, entre 22 y 24-.

Grohl ya era un referente para Leta desde Nirvana -"me fijaba en sus ritmos y redobles"-; de hecho, admite que en cierto modo ha seguido "su estela", puesto que también ha pasado de tocar la batería en El inquilino comunista a llevar la voz y guitarra de su nuevo proyecto musical Planetaleta (el próximo 17 de mayo actuará en el MAZ de Basauri, junto a Zea Mays y Willis Drummond, entre otros).

Visión depresiva El mismo año que Cobain decidió poner fin a su vida, la banda de Santurtzi Zarama dejó los escenarios. "Nirvana no me influyó demasiado quizá porque nuestra existencia fue coetánea, y creo que tendemos a idolatrar a las generaciones anteriores", razona el periodista y músico Roberto Moso, quien fuera la voz de Zarama. Tampoco es un grupo que le gustara especialmente, más allá de un par de canciones, "las más conocidas, como Smells like teen spirit y Lithium", indica. "En general, en el rock siempre me ha gustado buscar energía y optimismo, que te inviten a vivir ¡y no lo contrario! -comenta-; aunque sé apreciar la melancolía en la música, Nirvana y el grunge en general poseen una visión muy depresiva de la vida, que no va conmigo". Asimismo, confiesa que la relación entre Cobain y Love le daba la impresión de ser "enfermiza, insana".

Como curiosidad, señala que Nirvana ha vuelto a llegar a sus oídos no a través de alguien de su generación sino por medio de su hija de 19 años. "Aita, ponme la de Lithium, me dice, y yo, como padre, me quedo un poco mosca, ¡a ver si le va a gustar precisamente lo más deprimente de todas!", bromea.

Quizá no tanto en grupos como Zarama pero, en mayor o menor grado, la influencia de Nirvana sí puede apreciarse en bandas agrupadas bajo la etiqueta de Getxo Sound, desde el citado El inquilino comunista a Lord Sickness -grupos que versionaron a Nirvana en algunos de sus directos-, así como Electrobikinis, "en su primera etapa, cuando se hacían llamar Elektra", puntualiza Gotzon Hermosilla. "Fueron muchos quienes siguieron a Nirvana, creo que ha influido tanto en bandas de rock duro y metal como en indies y/o pop", conviene Luis Herrera, quien cita a Zea Mays como una de las bandas vascas que considera bebieron mucho de Nirvana y del grunge. "A nivel estatal, la influencia de Nirvana en el panorama indie es clara", asevera Roberto Moso.

En opinión de Estibaliz Sainz, el ma-yor legado que dejó Nirvana en los grupos vascos fue "la distorsión". Recuerda que Nevermind desbancó al mismísimo Michael Jackson en la lista Billboard. "Su influencia en la música fue indirecta: al convertirse en algo masivo, contribuyó a normalizar grupos considerados hasta entonces underground", señala la periodista, quien valora asimismo la humildad con la que el trío forjado en el garajero Seattle irrumpió en un panorama copado por el heavy metal y machotes tipo Axl Rose.

Sin embargo, esa fama y éxito sin precedentes -que se dice Cobain fue incapaz de asimilar- provocaron a su vez que muchos seguidores y músicos renegaran de Nirvana. "Muchas bandas nombran como referentes a Sonic Youth o a Dinosaur Jr., pero pocas veces citan a Nirvana", observa Hermosilla. "Parecía que no quedaba bien reivindicar a Nirvana, quizá por esa tendencia esnob por la que algo deja de ser interesante cuando se populariza", sopesa. "Con independencia del éxito que tuviera, Nevermind es un gran disco", defiende.

Leta es de la misma opinión. "Hay quien critica que una banda entre en una multinacional; no es mi caso, y creo que siguieron influyendo en bandas como Los Planetas o Australian Blonde". Considera que su energía en el escenario y contar con productores de la talla de Steve Albini contribuyeron al éxito de la banda.

Pocos niegan que el trágico suicidio de Cobain mitificó su figura y elevó a Nirvana "por encima de su mérito musical", reconoce Hermosilla. "Pero la mitificación es inherente al rock -contrapone-, y Nirvana fue la última cara B del rock, que vino a provocar una ruptura con lo establecido... que luego el mercado, como siempre, supo asimilar".