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Gaizka Urresti: "Que no nos engañen, la cultura no es un lujo prescindible"

El director bilbaino defiende su profesión y reivindica unos valores que plasmará en un documental sobre el fundador del cooperativismo de Mondragón

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Bilbao - "No quiero ser un esclavo, quiero ser un ciudadano". Goya en mano, el cineasta Gaizka Urresti (Bilbao, 1967) exclamó esta declaración de intenciones en la pasada entrega de estos premios, donde se alzó ganador del mejor cortometraje de ficción por Agencias abstenerse. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV/EHU, es productor, guionista, director, gestor cultural y profesor de Cine y Televisión. Urresti, afincado en Zaragoza desde hace tiempo, está decidido a aprovechar el "empujón" del Goya en sus próximos proyectos: la comedia Bendita calamidad y un largometraje documental sobre la figura del padre José María Arizmendiarrieta, fundador del movimiento cooperativista de Mondragón.

Casi una semana después de la vorágine de los Goya, ¿ahora, qué?

-Iba a continuar igual en mi carrera con Goya o sin él, el objetivo no es ganar el premio, sino hacer cine. Eso sí, teniendo en cuenta la difícil situación actual, es cierto que puede que ayude un poco más. Lo que no se puede esperar es que por ganar un Goya te llamen a casa preguntándote qué te apetece hacer. Tienes que seguir ideando nuevos proyectos, presentándolos y moviéndolos. Quizá el Goya ayude, pero mejor te lo digo dentro de unos meses...

¿En alusión a qué proyecto?

-Llevo bastante tiempo trabajando en un largometraje, en una comedia (Bendita calamidad), y es cierto que he esperado a que transcurrieran los Goya para presentar el proyecto a Televisión Española, con la esperanza de que con un Goya le tomen a uno más en serio...

¿En qué fase se halla esta comedia?

-Estoy muy animado -¡pese a ser un cenizo hago comedia!- y espero comenzar a rodarla en verano. Se basa en la novela homónima escrita hace 20 años por mi amigo Miguel Mena, es muy divertida. Cuenta la historia de dos hermanos tarambanas que, aconsejados por un abogado con pocos escrúpulos, deciden realizar un secuestro exprés a un empresario adinerado, pero en su lugar, raptan al obispo de la zona durante la fiesta del Cipotegato...

Asimismo, tiene en mente un largometraje documental sobre el fundador del movimiento cooperativista de Mondragón, el padre José María Arizmendiarreta.

-Le considero adalid de unos valores en crisis hoy día; charlando con un amigo, me comentó que había que reivindicar su figura, ya que era bastante desconocido pese a su hazaña: un hombre de un pequeño pueblo del alto de Deba, en pleno régimen dictatorial (años 50), ideó un movimiento verdaderamente revolucionario para su época. Más crítico con el capitalismo que con el comunismo, lo primero que hizo fue apostar por la educación. La semana que viene viajo a París porque una productora francesa está interesada en coproducir el proyecto.

Goya en mano y agradecimientos aparte, en su discurso del pasado domingo fue bastante crítico.

-Sí, claro, no entiendo por qué la gente está empeñada en que quienes nos dedicamos a la cultura no tengamos opinión propia. Opino de lo que más conozco, y creo de cultura en general y de cine en particular, al que me dedico desde hace más de 30 años, sé bastante más que muchos de nuestros gobernantes. Me siento con el derecho -y la obligación- a manifestar mi parecer.

"La cultura no es prescindible, nos hace más libres", fueron sus palabras. Quizá no interese mucho eso de la 'ciudadanía libre'...

-En este país la cultura se entiende como un mal necesario, a diferencia de otros países a los que respeto, como Francia, donde la cultura está considerada un elemento fundamental de la identidad nacional y del desarrollo económico y social. Sin embargo, aquí la cultura es prescindible ante esta situación económica, donde lo urgente es que no nos embarguen ni nos cierren el hospital. Aspiro a una vida más rica, en la que también pueda disfrutar de historias, de música, teatro, cine, prensa. Corroboro las palabras de mi discurso en la gala de los Goya: no quiero ser un esclavo, quiero ser un ciudadano, y la cultura nos ayuda a eso.

Pero si hay que elegir entre cerrar un cine o un hospital, parece que el primero tiene las de perder...

-Claro, pero creo que esas comparaciones son peligrosas. No quiero que se nos engañe diciendo que la cultura es un lujo prescindible, si seguimos esa senda, al final todo va a resultar ser un lujo, al margen de trabajar y respirar.

¿Cree entonces que esa relación de prioridades es malintencionada?

-Caben dos posibilidades: o (los gobernantes) son muy tontos o son muy malos. Como ejemplo, ahí tenemos el IVA cultural, que los expertos califican de torpeza económica. Es una medida sin sentido. Francia también ha registrado un descenso en la asistencia al cine, en cambio allí se optó por bajar ese impuesto. Por otro lado, aquel modelo de patrocinio y mecenazgo del que tanto se habló ha resultado ser una mentira. Y si a todo esto le unimos declaraciones como las del ministro de Hacienda o el desplante del titular de Cultura, parece que lejos de querer arreglar los problemas, quisieran agravarlos. Con todo, esta situación no puede achacarse en exclusiva al gobierno actual...

¿A qué se refiere?

-En España en general no se ha apostado nunca por los bienes intangibles, desde el famoso ¡que inventen ellos! al ladrillo. En el país del Quijote, todos somos Sancho Panzas. Los molinos, mi tierra, mi casita... pero, ¿invertir en investigación o en un proyecto empresarial? ¡Eso que lo hagan otros! Además, la crisis no ha hecho sino agravar la situación. Es una tormenta perfecta, pues al recorte en inversión cultural se une el desarrollo tecnológico, que permite el acceso libre y gratuito... a contenidos por los que nadie quiere pagar. Hay menos dinero y se puede conseguir gratis, es complicado.

Imparte en Zaragoza Promoción del Audiovisual, ¿la eterna 'asignatura pendiente'?

-El cine español tiene una dificultad principal para competir con el norteamericano: las carencias en materia de promoción. No hay falta de talento, sino de recursos. La mitad del presupuesto de una película estadounidense se dirige a gastos de promoción, y hablamos de millones de dólares. En cambio aquí, apenas llegamos a producir la película, de modo que se recurre a los medios de comunicación para que se hable de ella, se defiende plaza por plaza. De otro lado, el público general se inclina por el espectáculo, prefiere gastarse los 8-9 euros de la entrada del cine en una superproducción como El Hobbit, con un gran despliegue de medios y efectos especiales, frente a filmes de gran calidad pero de presupuesto modesto. Jugamos con unas reglas dictadas por la industria del cine norteamericana.

¿Y no hay opción de eludirlas?

-Es muy difícil. Por ejemplo, ateniéndonos a las normas de exhibición que imperan hoy día, no disponemos de recursos económicos para entrar en esa dinámica norteamericana del hit&run (toma el dinero y corre). Hace 25 años las películas perduraban semanas en cartelera, ahora la rotación es muy rápida, si en los primeros días el filme no funciona, se descarta. Además, el cine español está lleno de tópicos: se juzga por malo sin haber visto siquiera una película, se le recrimina un supuesto exceso de filmes sobre la guerra civil cuando apenas se producen 2 o 3 al año (y son las que mejor funcionan)...

Ha recurrido al 'crowdfunding' en su comedia 'Bendita calamidad'. ¿Es esta iniciativa una tabla de salvación para el cine?

-Es una medida interesante, aquí aún novedosa. No está mal como vía complementaria de financiación, pero creo prácticamente imposible producir una película comercial sólo mediante este sistema de microdonaciones. En mi caso, me conformaría con lograr un 10% del presupuesto total. Después de varios meses y mucho trabajo por parte de una empresa de Portugalete que me está ayudando de forma desinteresada, hemos recaudado unos 5.000 euros, gracias a unas 70 u 80 personas a las que me siento muy agradecido. Aún así, el crowdfunding encierra ciertos peligros...

¿Cómo cuáles?

-Por un lado, corremos el riesgo de que lejos de apoyar el cine, ahora se nos diga oiga, deje de dar la lata y hágase un crowdfunding, abocándonos al cine amateur. Por otra parte, tiene cierto componente humillante, de pasar la gorra (con todos los respetos a quien recurra a esto). En ese sentido, soy más partidario del crowd que del funding, esto es, de entender esta iniciativa como una forma de conexión con el público y de crear comunidad.

¿A qué cree que se debe esa 'concepción amateur' del cineasta?

-Se remonta mucho tiempo atrás, obedece a esa visión romántica por la que el creador parece que debe pasar hambre y penuria para que su obra sea valorada y considerada auténtica. Kafka, ¡qué gran creador (porque pasaba hambre)! En cambio Mozart vivía de su trabajo... Yo quiero eso: una sociedad creativa que tenga cubiertas sus necesidades básicas. El problema es poder vivir decentemente del cine, pero se seguirá haciendo en cualquier caso porque necesitamos contar y que nos cuenten historias. El ciudadano tiene que tomar conciencia de que la cultura es necesaria para su desarrollo y tal vez si la reclaman y la incluyen en su agenda, los políticos se hagan eco de esa reivindicación.