Loquillo vuelve al 'ritmo del garaje'
Se reedita su primer disco con Trogloditas 30 años después Incorpora un documental con información sobre el grupo y la época en la que se grabó
BILBAO. Sid Vicious y Eddie Cochran siguen vivos en El ritmo del garaje, el primer disco que Loquillo grabó con Trogloditas, el que incluía Cadillac solitario y uno de los clásicos del rock en castellano, que ahora se reedita, con un DVD adicional, treinta años después. El DVD incorpora el documental Los gatos del callejón, que explica los pormenores del grupo, de este álbum y de la época en la que se grabó, en la cima de la llamada movida y con el apoyo de Poch, Alaska y músicos de Sindicato Malone, Pegamoides y Glutamato Ye-Yé.
Los tiempos están cambiando, en alusión al clásico de Dylan. Así se tituló el debut de Loquillo junto a Los Intocables, su primer grupo. No tanto. En su continuidad, El ritmo del garaje (1983), El Loco incluía una nota que demuestra, hoy en día, que el paso del tiempo no va con el rockero barcelonés, tan orgulloso, valiente y chulesco entonces como ahora. "Lo que ahora tienes entre tus manos no es un disco cualquiera", afirmaba, para proseguir asegurando que "si eres de los que está acostumbrado a oír a Mecano o Miguel Ríos? y crees que el rock es música del pasado, lo mejor que puedes hacer es regalarle este disco a tu hermanito, a tu primo o a tu madre". Tal cual.
Esa nota, junta a recuerdos escritos del propio Loquillo y Sabino Méndez, aparece ahora en la reedición del disco, todo un clásico para los rockers del estado y un disco peculiar, ya que supuso el hermanamiento de una banda barcelonesa tan heredera del rock clásico como del punk, Trogloditas, con lo más moderno de la movida madrileña. Disueltos Los Intocables, con quienes había grabado su debut, y manteniendo a su lado a Sabino Méndez, un músico técnicamente justito pero certero en sus composiciones, Loquillo conformó Trogloditas con tres jóvenes de Vic: el guitarrista Ricard Puigdomènech, el batería Jordi Vila y el bajista Josep Simon Ramírez.
"Cambió el sentido de la historia porque logró reunir a lo más granado de la movida con un grupo barcelonés. Eran dos ciudades que se odiaban", rememora El Loco en el documental dirigido por Benet Román. El disco, que suma como extra Todos los chicos en la playa hacen surf, se grabó en Madrid durante una semana en unos estudios de 16 pistas -el anterior tenía la mitad y se registró en dos días- que visitó toda la modernidad de Madrid y ayudó a un grupo callejero a grabar "una especie de novela moderna que contaba una historia de jóvenes de nuestra edad, de ciudad, y de lo que veíamos a nuestro alrededor", recuerda Sabino que, sin saberlo, emuló el método de George Martin con The Beatles y añadió múltiples efectos -de manera artesanal- en la misma pista ante la escasez de canales de Doubletronics.
El ritmo? es un disco exultante, enérgico y macarra, repleto de rock, rockabilly, sentimiento punk y guiños al duduá y al surf. Incluye clásicos que han resistido las décadas y siguen sonando en sus conciertos, con El ritmo del garaje a la cabeza, en comandita con Alaska, al igual que el ingenuo y olvidado Quiero un camión; Cadillac solitario, que pasó desapercibido en su momento y solo logró el estatus de imperecedero en su versión posterior del disco doble en directo; esa María adolescente arrebatada por el rock´n´roll en la radio; o el imparable Pégate a mí. En él hay temas que merecieron mejor suerte, principalmente la sensible Accidente de circulación, que El Loco abandonó a su suerte tras el fallecimiento en carretera de su amigo Eduardo Benavente (Parálisis Permanente); No surf, Barcelona ciudad, Rocker City o su irónico y con mala leche No bailes rock and roll en el Corte Inglés, dardo contra la modernidad y los primos del rock.
sinceridad y verdad El documental de Benet da voz a los protagonistas de la historia, con El Loco a la cabeza. "Cuando de repente ves? ¡la movida! Y te empiezan a poner ahí con Nacha Pop, Los Secretos, La Unión? Dices ¿perdón?", se oye al barcelonés, "ese chico alto, guapo y con tupé", en palabras de Alaska y Poch, de Derribos Arias, que a la pregunta de Paloma Chamorro en el televisivo La edad de oro de si se puede ser rocker en 1983, responde: "Hombre, creo que la prueba la tienes aquí". Por su parte, Sabino recuerda "lo graciosa y divertida" que resultó la grabación porque "no se perseguía triunfar ni hacerse millonario sino, simplemente, hacer lo que uno tenía dentro". Olvido (Alaska) no podía faltar y resume, en dos frases, lo mejor (peor para algunos) de El Loco. "La esencia del punk era la transparencia, no ocultar nada. Es la sinceridad absoluta, no Green Day. Y El Loco viene de ahí también, no era una copia de los rockers ingleses, tenía personalidad", concluye.