Bilbao
l a mayoría eran artistas o artesanos en otros países, aunque algunos han descubierto AmiArte una vez en Bilbao, y ahí se van sumergiendo en sus obras y en los trabajos de equipo, aparcando sus problemas y dignificando sus duras vidas. Incluso los hay que llegaron en pateras, a través del estrecho de Gibraltar, o bien que se han quedado sin trabajo y sin ayudas y saben lo que es dormir en la calle... En cambio, sus óleos, acuarelas, dibujos y esculturas son como poesías. Pues sí, por si quedaba alguna duda, sin recursos se puede hacer arte de calidad.
Es una mañana gris y lluviosa, pero el escaparate del amplio local de Gordóniz, 41 ya anuncia colores, paisajes y luz. Una vez dentro, el ambiente es distendido y sosegado, y los artistas veteranos y los principiantes se concentran con atención en sus trabajos. La música de Falla, de fondo, contribuye a ello. Se les ve meticulosos y la mayoría retoca o aborda sus dibujos y cuadros con finas pinceladas. Perfeccionistas, tranquilos. Los resultados son realmente asombrosos, pasando por esos campos africanos, una serie de jirafas senegalesas, el casi puntillismo de los campos del marroquí Moustafa Laawid, las lunas y velas abstractas de Héctor Martínez, bellas ensoñaciones...
Todos se guían de sus respectivas inspiraciones, pues "es un taller, no una academia", aclara Begoña Intxaustegi, impulsora de AmiArte, doctora en Pintura Mural, ex componente del colectivo de Artistas Vascos, amiga de Jorge Oteiza y con un largo currículum que ha puesto al servicio de este original proyecto de inclusión social. Proyecto "consolidado", pero que cada vez cuenta con ayudas más escasas.
Tras diez años de andadura, con el apoyo y participación de artistas tan importantes como Iñaki García Ergüin, Jesús Lizaso o Mikel Jauregi, AmiArte ha logrado que centenares de personas se desarrollen en diferentes facetas artísticas, expongan, incluso en museos, y vendan obra. Y, ahora que la crisis económica se ha recrudecido, que tengan un apoyo a la hora de gestionar su supervivencia -comida, ropa, vivienda, asesoramiento legal-. Como el trabajo es en equipo, a priori sería Abdel Manim quien se encarga del acompañamiento en asuntos legales, mientras Lander Jauregui arregla los temas económicos, pero al final es fácil que lo mismo Begoña que ellos dos, u otros responsables, como Ana Murguia, vayan con el carro al supermercado a reponer leche para el desayuno o a comprar algo de abrigo a uno de los usuarios, pues sólo cuenta con una camiseta.
Y es que buena parte de los que participan en este proyecto reciben la comida del mediodía en comedores sociales y solventan desayunos y cenas como pueden. Ahí AmiArte apuntala, ofreciendo, en un espacio para ello, café, té, galletas, etc., más alimentos para la última hora del día. Con un concepto de autogestión y de trabajo en equipo, todos se ayudan e intentan mejorar. Y eso se percibe.
flores en el desierto Llama la atención cómo personas con carencias tan básicas pueden desarrollar trabajos tan potentes y a la vez tan líricos. Como ese Brancusi que emerge del Parque de Doña Casilda, de Ioan Buda, a quien gustaba el dibujo "en el colegio" en Rumanía pero estudió Electrónica y Mecánica. En AmiArte ha ido abordando cuadros interesantes y complejos, como ese paisaje del nacimiento del Nervión en Araba. También está adquiriendo muchas dotes fotográficas. Lo encontramos empezando un lienzo sobre un violín. En el caso de Khalifa Samegha, de Mauritania, evoca las espigas de trigo, el cereal de su país, con muchísimo gusto. Algunas de sus composiciones cuentan con una abstracción muy equilibrada.
Las sorpresas son muchas y gratas en el recorrido por el local. Hay zonas de paisaje, de retrato, de informática, para murales... En uno de los espacios, el nigeriano Friday pinta un cuadro con colores luminosos. Friday era historiador en Nigeria, pero la situación está "difícil" en aquel país. En AmiArte da rienda suelta a sus inquietudes mientras capea el temporal económico. Algo parecido le ocurre a su compatriota Agustín, quien incluso sufrió prisión, pero cuenta con expresión dulce que le gusta el color, tal y como demuestran sus obras con tonos rosas.
Muy cerca se halla Pape, senegalés cuyo tío se dedica al cine y ha estado en el Zinemaldia donostiarra. No han tenido tanta suerte sus padres, y él se vio forzado a atravesar el Estrecho en una patera, confirma con amabilidad y sin atisbos de acritud. Y sí admite que puso en riesgo su vida, pero él prefiere pintar esas mujeres, una embarazada y otra con su bebé en brazos y un gran corazón, en medio de la sabana...
Ibra Lo, paisano suyo, está vendiendo muy bien sus lienzos de jirafas del amor. "Con el estilo de Chagall", se admira Intxaustegi, quien subraya que "aquí lo que hay es mucho amor". Y sí se respira buen ambiente, como una isla en medio del Océano... Ibra sabe de ello, pues tiene seis hijos en Senegal, adonde fue a rodar una película y se está reciclando en nuevas tecnologías, para poder avanzar. Con tesón y amor al arte.
Coincide que Gotzone, una médico, se encuentra comprando acuarelas para los regalos de su clínica. "En lugar de otro obsequio, esta es una buena opción", opina, encantada con esos pequeños cuadros enmarcados. "Son preciosos, mira aquí cómo vuelan los verdes", define con pasión Begoña, quien acostumbra a casar pintura con poesía.
Ahora se hallan "muy ilusionados" con la maqueta que preparan para la coreografía del Conservatorio de Bilbao. Antes del verano estuvieron en Basauri, en un espectáculo protagonizado por Gurutze Beitia, Maribel Salas, Las Fellini... "Queremos contribuir a una oportunidad, una ilusión para unas personas que están pasando un momento complicado de su vida", afirmó Salas. Algo parecido pensaron Lizaso y García Ergüin cuando apoyaron los murales de AmiArte en Bilbao Art District. AmiArte suele realizar exposiciones en su sede de Gordóniz y en otros foros diversos, aunque las galerías al uso son bastante reacias a exhibir el arte que producen personas en el límite.
Un día, pasaba por Gordóniz la boliviana Sandra y "los cuadros me llamaron", cuenta a DEIA. Entró en AmiArte y desde entonces está diversificándose, pues ella siempre ha pintado manteles, camisetas, pantalones... Incluso hace ramos en porcelana fría. "Soy feliz haciendo las cosas que me gustan", afirma, aunque ya se le ha acabado la prestación por desempleo. A su lado trabaja laboriosamente Moustafa Laawid, quien lleva casi dos años en Bilbao. El nigeriano Kelvin Ogbeide sonríe al hablar de arte: dice que hasta se le olvida comer cuando pinta.
"Mis problemas son salvables", teoriza Ioan, pero "el dinero es como la sangre, si no circula se bloquea. La crisis es más difícil de arreglar". "La cultura también alimenta", observa Lizaso. "El arte les empodera", apostilla Begoña. Ciertamente, no tienen nada y su actitud es de quien tiene paz interior. Desde luego, la visita a AmiArte es una lección de humanidad, mucho más allá del arte.