Valladolid. Thomas Bidegain impone desde su fisionomía de pelotari aficionado o contundente jugador de rugby. Detrás de esa contundencia se esconde una de las narrativas más interesantes del panorama europeo. Aunque viva en París, su lugar de inspiración y retiro espiritual está fijado en Maule. "Ahí es donde nació buena parte del guión de El profeta", admite a DEIA mientras acompaña a Jacques Audiard, homenajeado en la Seminci. Ambos conforman un equipo envidiable. Bidegain representa el papel modelo del guionista que no se limita a entregar su trabajo y se desentiende después. Es de los que cree que el arte de escribir historias es una permanente reescritura. Es el tipo de guionista (en peligro de extinción) que va al rodaje, comenta lo que ve y condiciona con sus comentarios la dirección. "Los de Iparralde somos como peces voladores. Errantes, de aquí y de allá", sugiere.
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