Los sueños de Getxophoto
La fotografía se instala en Getxo y en octubre en Bilbao, con Bilboargazki
bilbao. EL avance de la fotografía es un hecho exponencial. Lejanos quedan los tiempos en que estaba un tanto apartada y hasta al margen del resto de las artes plásticas y audiovisuales, déficit que ha ido siendo subsanado hasta mejorar las bases formativas y de presentación del medio. Junto a las históricas asociaciones territoriales existe un museo y galerías dedicadas exclusivamente, concursos y hasta festivales que tienen como objeto la divulgación de la imagen. Pero no solo hay especialización, sino sobre todo es una alternativa procedimental que implica a todo el tejido artístico vasco.
Quizá por ello no sorprende que el mundo de la fotografía sea predominante en el nuevo curso expositivo. Hasta el 6 de octubre está abierta la convocatoria para jóvenes artistas/fotógrafos al objeto de la celebración de la segunda edición de la Feria Viphoto que organiza la Sociedad Fotográfica Alavesa y que cuenta con la colaboración del Gobierno vasco. En este momento se muestran doce fotos de creadores como Fede Merino o Willy Uribe en la Kultur Etxea de Erandio, las cuales son el punto de partida para el concurso Argihizkiak cuyo fin es el fomento del euskera. Además, están las individuales de Las casas baratas de Leire Ajuriagoxeascoa en el Photomuseum de Zarautz y Lugares de Ausencia de Alfonso Batalla en la Galería Vanguardia (hasta el 27 de septiembre). Se acaba de inaugurar en el ensanche bilbaino el Centro de Fotografía Contemporánea, que edita una revista trimestral gratuita. La institución también cuenta con un espacio donde se exhiben los trabajos de Alberto García Alix, Aitor Ortiz, Carlos Cánovas, Vicente Paredes y Ernesto Valverde.
Pero, sobre todo, septiembre es el mes de Getxophoto. Desde hace siete años se sucede en el entorno de Algorta una gran cantidad de hechos y acciones que tienen a la imagen como protagonista. Todo un impulso para relacionar e implicar al espectador. Bien para que acuda a espacios cerrados donde hay obras en formatos convencionales, bien enfrentándole a propuestas agrandadas que se disponen en lugares comunes y al aire libre: sobre una pared o encima de una estructura levantada en las proximidades de los arenales de Ereaga. Son muchos los dispositivos y formatos a los que se recurre. Abriéndose a la participación popular o registrando las fotos en los posavasos de una serie de bares. Un cúmulo de energías que invitan a reflexionar sobre la activa presencia del universo de la imagen en la sociedad contemporánea.
El festival que organiza el colectivo Begihandi ha invitado en esta ocasión al francés Christian Caujolle para que se haga cargo de las tres próximas ediciones. Su propuesta lleva el título Sueños, vocablo que inevitablemente hace pensar en el psicoanálisis de Sigmund Freud y en los planteamientos surrealistas. La selección consta de diecisiete creadores, nueve de los cuales son franceses. La primera acepción de la palabra es Acto de dormir en el diccionario de la RAE. Eso es lo que evoca Jean Louis Tornato, cuyas instantáneas de una pareja no ocultan el misterio de las distintas fases del sueño, pero no superan a la serie de los durmientes (1979) donde una joven Sophie Calle compartía cama durante una noche con una serie de personas anónimas.
Dentro del "acto de representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes" o "estos mismos sucesos o imágenes que se representan" se encuentran las levitaciones de Denis Darzacq sobre fondos de supermercados o centros comerciales, cuyos cuerpos recuerdan a los hiperreales dibujos del Robert Longo de comienzos de los ochenta. Los vuelos de Maia Flore plantean suspensiones en el aire que son fantasías de adolescentes colgados de unos globos o las velas desplegadas de un barco de juguete. Sobre la Gana de dormir y Cierto baile licencioso del siglo XVIII, cuarta y quinta manera de entender el término, no hay piezas que rememoren estas cuestiones. Acerca de la sexta hay bastantes experiencias. En ella se trata de evidenciar "cosa que carece de realidad o fundamento y, en especial, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse".
Más reales parecen ser las intervenciones de los robots de Vincent Fournier. La emoción está servida en el trabajo de Ruud van Empel, cuyo mundo presenta la sugerente belleza de unos niños negros vestidos a la manera occidental que están junto a bosques de altas plantas y espesas vegetaciones. Bernard Faucon es el más relevante y reconocido de los creadores representados. Sus Grandes vacaciones son una serie de fantasías experimentadas por niños que son auténticos maniquíes. Un universo de juegos y delirios plenos de imaginación y trágico sentido lúdico, en ocasiones. El proyecto de Wang Lin presenta una y otra vez a una azafata que ha sido despedida y encuentra su avión perdido en los más insólitos lugares. Las casas de Laurent Chéhère vuelan en las imágenes obtenidas de propuestas reales, como las que se pudieron percibir en el festival Estuaire de Nantes. Son instantáneas menos tecnológicas que la serie que puso en marcha hace años el navarro Carlos Irijalba donde cada edificio podía verse flotando entre las nubes. Las imágenes proyectadas de la serie Matrimania, concebida por Mahesh Shantaramn, proponen un exótico acercamiento a la escenografía holliwoodense de las bodas. Los monstruos pétreos proyectados sobre los árboles de Clément Briend hacen percibir la existencia de mundos paralelos que ofrecen terrores y pánicos, entre la vigilia y el insomnio. Cristina de Middel ofrece una narrativa de instantáneas captadas en Nueva York de una realidad capaz de generar sensaciones de extrañeza fíccional. Alban Lécuyer ofrece el contraste entre personas de color y los tonos apastelados de algunos edificios que transforman la percepción del entorno y generan nuevas ilusiones.
Harit Srikhao ofrece los rastros de viejas pesadillas experimentadas de modo real cuando era niño. En los autorretratos de Thomas Mailaender hay cierta monotonía al manifestar continuas recepciones de gigantescos cheques, como los que se conceden en los concursos televisivos. Hay también procesos a la personalidad en el kitsch de Gianni Cipriani y en las duales aportaciones acerca de la identidad de J. J. Levine que muestran a la misma pareja vestida indistintamente de hombre o de mujer. Imágenes que recuerdan aquella ruleta de mutaciones que Janine Antoni establecía con las imágenes intercambiadas de ella y sus padres. En este contexto de obra actual no encaja demasiado el trabajo estereoscópico de Jesús de Etxebarria. Una serie de imágenes que han sido recuperadas de un archivo familiar donde se reflejan algunas realidades de la primera mitad del siglo XX. GetxoPhoto es un festival que ha buscado un hueco en la búsqueda de nuevos formatos y en el análisis de modos de relación con las imágenes. El despliegue exhibido sigue siendo importante y sale reforzado frente a la crisis.