DOnostia. El responsable del Zinemaldia. Un productor joven pero experimentado. Y un cineasta que dirigió cuatro títulos producidos por Elías Querejeta. Los tres recuerdan para este periódico la figura de una de las personalidades más influyentes del cine español.

José Luis Rebordinos comienza su relato con una divertida anécdota que no acierta a ubicar en un año concreto. "Yo aún no había entrado en el Zinemaldia y llevaba poco tiempo trabajando en Donostia Kultura. Me lo encontré a las dos de la madrugada en el María Cristina y me felicitó por los libros de la programación Nosferatu. Y luego me preguntó. Por cierto, ¿tú no serás uno de esos gilipollas a los que les gusta Tarantino, no? (Risas) Era muy provocador, le encantaba discutir, y esa noche terminamos muy bien, hablando de Jim Thompson y de novela negra", recuerda. Con el tiempo forjaron "una cierta amistad" y hablaban regularmente. "Le tenía mucho cariño y respeto. Probablemente ha muerto el mejor productor de la Historia del cine español, ha marcado varias décadas de nuestro cine, que hoy no podría entenderse sin la personalidad ni la obra de Elías", sostiene el responsable del Zinemaldia.

"Convirtió la producción en compromiso político y su obra tiene un componente intelectual muy fuerte. Hizo de su labor algo sostenible y rentable y elevó al productor a la categoría de autor", añade. Para él, la "grandeza" de Querejeta es que aunque los filmes que producía llevaban su sello, estos "seguían siendo de sus directores". Tras confesar su predilección por La caza (1966), "una obra maestra absoluta", y Tasio (1984), "una película sorprendente", Rebordinos ve "muy difícil" encontrar a alguien que tome el relevo del hernaniarra: "Es irreemplazable". Acto seguido, elogia el trabajo de la nueva generación de "importantes" productores que trabajan con una "personalidad muy definida".

personalidad e independencia Uno de esos jóvenes es Koldo Zuazua, renovador del cortometraje vasco y productor de películas como La pelota vasca (2003) y Caótica Ana (2007). Actualmente tiene pendientes varios proyectos, entre otros La herida, de Fernando Franco, y Violet, una película que el también donostiarra Luis Berdejo ha rodado en California con un casting de actores españoles.

"Coincidí con él en alguna entrega de premios aunque nunca llegamos a hablar. Por supuesto, es un referente indiscutible para mí", responde Zuazua a la pregunta de si el trabajo de Querejeta ha sido fuente de inspiración para él. Desde pequeño ha estado familiarizado con su cine, y año tras año aguardaba intrigado la proyección de sus películas en el Festival. "Luego las estudiamos todas en la escuela de cine, así que sí: puedo decir que ha sido un referente clarísimo". Para él, lo más atractivo de su carrera es "su personalidad, su independencia y sus ideales claros". "Siempre ha seguido la misma línea, la libertad de las personas y la creativa, y lo hizo en un tiempo en el que todo ello escaseaba en este país", sostiene Zuazua. Al hilo de la etiqueta de "productor-autor" que siempre acompañó a Querejeta, destaca el "nivel intelectual" que le permitió discutir con los directores de tú a tú. "Los productores suelen tener un perfil más administrativo y financiero, pero Elías conjugó criterios económicos y creativos. Por eso le respetaban sus directores", afirma Koldo Zuazua, que entre las producciones de Querejeta elige los largometrajes de Víctor Erice y Tasio.

el cine como aventura El director de esta última película, Montxo Armendáriz, ha estado al tanto de la enfermedad que en los últimos meses ha ido apagando la vida de su productor y amigo. "Profesionalmente me cambió la vida y me brindó la posibilidad de entrar en el cine, pero lo más importante es que he perdido a un amigo", decía ayer.

Colaboraron en Tasio (1984), 27 horas (1086), Las cartas de Alou (1990) -Concha de Oro- e Historias del Kronen (1995). De esos once años de vínculo profesional, Armendáriz se queda con "las largas horas de charla, disfrute y aprendizaje del conocimiento humano" y "con su vitalidad y honradez, pues defendía hasta el final aquello en lo que pensaba". Pero jamás sintió que Querejeta estuviera interfiriendo en su trabajo. "Si hacía una película era porque realmente la sentía. No solo con el director, sino con el resto del equipo. Me parece un modelo positivo del que aprender", asevera.

"Él creía que los de Hernani eran los más cabezones hasta que se encontró conmigo, un navarro. Podíamos discutir hasta las cuatro de la mañana sobre un plano, pero si ninguno convencía al otro terminaba prevaleciendo mi decisión porque la última palabra la tenía el director", dice Armendáriz, que no olvidará que Querejeta "decía que había que involucrarse a fondo en las películas que uno siente porque el cine es como la aventura vital en la que dejamos parte de nuestra vida".