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"El gran reto es llegar a sentir el miedo, aceptarlo y tocar"

Hace ya 18 años que el violinista eibartarra vive en Alemania, desde donde realiza una intensa labor como músico y docente. En los últimos meses ha actuado como concertino de la OSE y se ha incorporado a la plantilla de profesores de Musikene

"El gran reto es llegar a sentir el miedo, aceptarlo y tocar"Foto: deia

burdeos. Aitzol Iturriagagoitia (Eibar, 1975) lleva tanto tiempo fuera de Gipuzkoa que se le ha cambiado el acento. "Es normal, porque soy eibarrés, viví en Getxo, luego en Madrid y ahora en Alemania", bromea. Tiene su casa en Leipzig, ciudad de la que es natural su esposa y en la que trabaja como profesor. Desde septiembre es también docente en Musikene y no para de ofrecer conciertos como solista, concertino o músico de cámara. ¿Volver a Euskadi? "Esas cosas hay que pensarlas con mucha tranquilidad; no lo descarto, me haría ilusión porque allí están mis padres, pero de momento estoy afincado en Leipzig, donde tengo mi familia, mis amigos y mi trabajo".

Usted emigró al extranjero para formarse. ¿Sigue siendo necesario?

Yo creo que hoy en día puedes estudiar en España y llegar a un buen nivel, pero siempre recomiendo salir del país de cada uno. Es importante para aprender otros acentos, conocer otras mentalidades, otros intérpretes? Con la música es más fácil que con otras disciplinas porque, como decía Haydn, "mi lengua se habla en todo el mundo".

La OSE le ha requerido varias veces como concertino tras muchos años de trabajo en el extranjero?

Sí, es la cuarta vez que toco como concertino y me hace mucha ilusión. Conozco cada vez mejor a los músicos y me parece una orquesta con mucho que decir. No es nada fácil salir todos los días al escenario, son muy trabajadores y hacen música siempre al filo del precipicio. Y eso es lo que me gusta, encontrar el punto en el que estás arriesgando.

Hasta la fecha ha tocado principalmente como músico de cámara.

Sí, en enero abandoné el Cuarteto Arriaga porque es muy difícil conciliar la vida familiar con la de un cuarteto. Significa estar muy atado, es como tener dos familias. Además, quiero desarrollar nuevas facetas.

¿Y cómo se pasa de vivir con una familia de cuatro integrantes a habitar en una orquesta de casi 100 músicos?

La música es cuestión de filosofía y entendimiento. No puedes ser solo músico de orquesta, de cuarteto o solista. Cuando eres músico, tu visión se amplía cada vez más, se aprende con cada experiencia y logras mayor flexibilidad. Tocar con una orquesta no es mucho más difícil, solo es otro formato, otro filtro que tienes que poner en tu cabeza. Y eso enriquece mucho.

Pero ser concertino, es decir, el violionista que ejerce de lugarteniente del director, será una responsabilidad añadida.

No comparto ese concepto de la música tan jerárquico. Cuando uno ejerce de concertino debe estar a disposición de sus compañeros y no ocupar la posición de un lugarteniente. Tienes que ir viendo cómo funcionan las cosas e intentando crear buen ambiente porque ello redundará en una mejor comunicación con el público. Por eso creo que hay que intentar cambiar la mentalidad y el sistema de jerarquías. El concertino es importante, sí, pero el trabajo que hacen los músicos sentados atrás es también muy duro.

¿Qué características debe tener un buen violinista?

Mucha disciplina, mucha paciencia y mucho talento. Y también un gran amor por el sonido y por el detalle.

De usted se ha dicho que es un músico flexible, sensual e imaginativo.

(Risas) Si dicen eso fantástico, pero no trabajo con esos conceptos. Antiguamente la música clásica era otra ciencia más junto a las matemáticas, la astronomía o la física. En la Historia hay grandes genios que han compuesto músicas impresionantes, y yo intento escuchar aquello que el compositor quería decir.

¿Ese es el reto entonces?

Sí, cada lenguaje y cada compositor tiene su acento y yo intento acercarme poco a poco, trato de escuchar y entender los conceptos musicales, lo que está dentro de una sonata, sus armonías, los cambios de ritmo? La música abre puertas. A veces la gente llora en un concierto y no sabe por qué, pero yo sí: porque hay armonías que provocan ciertos pulsos en el corazón.

¿Aún debe afrontar muchos miedos cuando toca el violín?

Muchos. El reto es llegar a sentir el miedo, aceptarlo y tocar. Es como si tuvieras que dar una conferencia sobre Platón y llegar a la esencia. Es lo más difícil; cada vez que salgo al escenario intento llegar a la esencia.