Margaret Atwood: "No me considero una escritora visionaria"
La novelista canadiense Margaret Atwood abre esta tarde el festival Gutun Zuria en la Alhóndiga
Bilbao. Su ironía y lucidez la han convertido en una de las voces más poderosas de la literatura canadiense y en una de las grandes novelistas mundiales. Eterna comprometida con los derechos humanos, las causas de la mujer, la naturaleza y los animales, Margaret Atwood (Ottawa, 1939) ha viajado a Bilbao para inaugurar hoy el Festival literario Gutun zuria, que organiza la Alhóndiga, y que va a abordar hasta el próximo día 21 la estrecha relación entre la labor creativa de los escritores y las referencias literarias que marcaron su vocación y su dedicación a la escritura.
Premio Príncipe de Asturias por la profunda mirada con la que disecciona las relaciones humanas, para Margaret Atwood, cuyo nombre suena constantemente para el Nobel, es su primera visita a la capital vizcaina. Narradora, cuentista, ensayista y poeta, aprovechó ayer para tomar el primer contacto con la ciudad, visitar el Guggenheim y, sobre todo, para empaparse con la cultura vasca y el euskera, lengua por la que muestra un gran interés. "¿Habláis euskera? Por favor, decidme algo en esta lengua para ver cómo suena. Dicen que es diferente a todas, ¿verdad? Tengo que reconocer que no conozco a ningún escritor vasco. Yo soy canadiense y como tal tengo que esperar a que alguien en el Reino Unido o en Estados Unidos se decida a traducir estas novelas", dijo Atwood, nada más empezar la entrevista con la curiosidad que ha dominado toda su carrera.
huir de las etiquetas Margaret Atwood, que escribe en inglés y francés y ha sido traducida a más de treinta idiomas, aunque no al euskera, vivió su infancia entre los bosques del norte de Canadá -su padre era zoólogo y se había especializado en entomología forestal- y empezó a escribir poesía cuando tenía 16 años, aunque pronto la compaginó con la prosa. La dama de las letras canadienses suele decir que cuando escribe novela "es como si construyera una casa" y cuando hace poesía se siente "como un pájaro cuando canta", y añade que "la poesía se escribe con la mano izquierda y corresponde a una zona del cerebro que se encarga de la música y de las áreas más creativas". Unas palabras que ponen de manifiesto la necesidad de metamorfosear la realidad con su poesía y meterse en ese "universo aural", como ella lo denomina, y que plasma así: Sabiendo que somos solamente/las sombras vacilantes que proyecta una vela.
Atwood siempre ha huido de las etiquetas aunque ha sido encasillada en numerosas ocasiones dentro del género de la literatura feminista. De hecho, fue de las primeras autoras en abordar temas relacionados con el feminismo, en la década de los 60. Su primera novela, La mujer comestible, cuenta la historia de una mujer que, a punto de casarse, descubre una vena de rebeldía que la hace empezar a tomar decisiones distintas a las que la sociedad espera de ella. El cuento de la criada, una de sus novelas más conocidas, es comparada por la crítica con obras como Un mundo feliz, de Aldous Huxley, ya que presenta la visión de un futuro desolador en el que, tras unas guerras con armas nucleares, los Estados Unidos se han transformado en la República de Gilead donde las mujeres han quedado relegadas a unos pocos papeles: esposa, madre y ama de casa.
Aunque en las librerías a menudo sus novelas están en la sección de ciencia ficción, ella no se considera a sí misma una autora de este género, sino que prefiere el término de ficción especulativa. Siempre ha dicho que la ciencia ficción se refiere a cosas que pueden ser imposibles y que sus novelas son cosas que podrían suceder ahora mismo o en un futuro próximo. Pero lo cierto es que, en ocasiones, parece convertirse en una pitonisa. Como cuando escribió en 2003 Oryx y Crake, en la que hablaba ya del calentamiento global, las pandemias y la ingeniería genética. (Fue publicado en 2003 antes de la gripe aviar y de la revolución del genoma).
En El año del diluvio, su última novela, inventa un desolador futuro que proyecta una imagen posible que dibuja nuestra realidad más próxima. Describe la catástrofe planetaria resultante del descontrolado abuso de las industrias farmacéuticas y de los poderes políticos y económicos que desoyen los alegatos de las ciencias ecológicas. Y en Payback: Debt and the Shadow Side of Wealth abordó la crisis actual y la bancarrota.
"¿Escritora visionaria? En absoluto. En realidad, elegí el tema hace años. Pero el dinero siempre está detrás de todo. Me interesa mucho el periodo victoriano, me apasionan las novelas de aquella época. Creo que he sido una académica victoriana en otra vida. Cuando somos jóvenes pensamos que versan sobre el amor, pero no es así, el dinero es un tema subyacente. Si escarbamos un poco, tienen connotaciones financieras. Por ejemplo, en Jane Austen, los matrimonios se hacen en función del dinero", asevera.
nuevas tecnologías Atwood, que anuncia nueva novela para otoño, cerrando la trilogía que comenzó con sus otras dos novelas apocalípticas, confiesa que se lleva muy bien con las nuevas tecnologías. Tiene un blog, facebook (que lo lleva su editorial) y un twitter muy activo: "Es como enviar señales de humo, casi como tener tu propia estación de radio. Además es bueno para difundir tus campañas y expresar ideas políticas, porque estoy en contra del secretismo político". Y no ha dudado incluso hasta en subastar algunos de sus personajes de sus novelas para obtener fondos para sus campañas benéficas. Han llegado a pagar hasta 7.000 dólares para quedar inmortalizados como personajes en uno de los libros de la novelista canadiense.