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La herida invisible

Fernando Franco concluye el rodaje de su ópera prima, 'La herida', que se estrenará en diferentes festivales tras el verano "Es ficción, pero tiene planos con estética de documental", afirma el director

La herida invisibleOlaizola comunicación

BILBAO. Ana no sabe ser feliz. Tiene un buen trabajo que la satisface, que hace que se sienta útil, pero cuando deja atrás su jornada laboral se convierte en un ser extraño, incluso para sí misma. Le cuesta relacionarse con el resto del mundo. Ana sufre de trastorno límite de la personalidad (también llamado limítrofe o borderline), pero ella no lo sabe. La enfermedad invisible va haciendo mella en su carácter, en su personalidad, hasta que la situación se vuelve insostenible. Fernando Franco parte de este drama para erigir un relato tenso y profundo en La herida, su estreno como director de cine. Hasta ahora, el cineasta andaluz se había prodigado como montador en filmes como No tengas miedo, de Montxo Armendariz, o la galardonada Blancanieves, de Berger. "He aprendido mucho con ellos porque son directores curtidos y siempre me han arropado mucho", asegura Franco.

Además, el director se estrena con las espaldas cubiertas, porque La herida recibirá el apoyo financiero del Ministerio de Cultura español, del Gobierno vasco y de EITB. Franco se congratula por ello: "El proceso de financiación de una película de este tipo es relativamente largo, y más si tenemos en cuenta que ahora está todo complicado. Además, hay como una mala imagen del cine español, que parece que está subvencionado y que hay cuatro viviendo de eso, pero la realidad no siempre es así. Yo diría que es al contrario, que hay mucha gente involucrada en cada proyecto; un equipo completo de una película puede constar de unas 70 personas, gente que ahora lo está pasando mal. En cuanto a nuestro proyecto, quiero pensar que nos están ayudando porque les ha gustado el guion".

Franco no escatima piropos para el elenco de actores, entre los que destaca la protagonista, Mariàn Álvarez, que aparece en todas las escenas de la película: "Es un retrato psicológico de una persona y de alguna manera sentía una especie de compromiso para con el personaje, casi a nivel ético, y sentía que teníamos que ver la película a través de ella; así, todo el planteamiento de puesta de escena del filme pasa por ella, por su punto de vista".

La película se ha filmado en 16 mm, formato que se utiliza, sobre todo, en documentales. "Es un sistema más artesano. Yo estaba convencido de que era mejor rodar esta película en 16 mm porque, aunque es pura ficción, tiene algunos planos con estética de documental".

El rodaje ha durado cinco semanas y ha transcurrido entre Ma-drid, Donostia y Zumarraga. Las estrecheces presupuestarias han condicionado el plazo de grabación, pero Franco no se queja. Al contrario, estima que "se ha hecho un trabajo excelente gracias a que el plan de rodaje era muy bueno. Ahora es habitual que los rodajes se compriman, pero nosotros lo hemos hecho de forma cómoda, respetando el trabajo de los actores y, sobre todo, de Mariàn". La actriz ha exprimido las posibilidades de su personaje, según el director andaluz: "Sabía que era buenísima, por eso la pillé, pero ha ido mucho más lejos de lo que podría esperar de cualquier actriz. Le ha sacado muchas aristas al personaje y creo que para ella ha sido todo un reto. Ha tenido un aguante tremendo, tanto físico como emocional".

apuesta por los actores Ramón Barea ha participado en la cinta de Franco (interpreta a un paciente con Alzheimer). Barea apunta que "ha sido un placer trabajar con él, quien ha hecho una película rodando las secuencias en plano-secuencia, cosa extraña en un montador, porque así se niega la posibilidad de hacer montaje con lo rodado. Es una apuesta por los actores y por su trabajo porque nos la jugamos en cada toma. Es un trabajo arriesgado, fuera de lo común, donde explica una historia dura de una forma delicada y tranquila".