Hace un año y medio se fue Juan Cruz Unzurrunzaga, promotor cultural, abogado comprometido y galerista persistente, y su despedida fue como su vida: generosa, sin dejarse arrastrar por lo convencional, leal a los dictados de sus ideas y sus sentimientos. El fundador de la galería Ekain proporcionó instrucciones para su adiós: no quería un funeral ni una iglesia como marco. En lugar de eso, se celebró una sencilla ceremonia en la inmensidad del mar, asomado al Paseo Nuevo, con la escultura de Jorge Oteiza (el único "genio" que conoció) como testigo. Su sobrina y actual responsable de la galería, Rita Unzurrunzaga, se vio gratamente sorprendida por el "poder de convocatoria" de esta despedida laica. Fue el germen de un proyecto doble: una exposición que vio la luz en julio y un libro que se presentó ayer en la galería donostiarra. "Queríamos hacerle un homenaje digno desde Ekain", explica Rita, que mantiene vivo el sueño de la galería, cueva del arte contemporáneo vasco. La muestra estival contaba con los artistas de la exposición inaugural, en 1999, toda una declaración de intenciones: Eduardo y Gonzalo Chillida, Rafael Ruiz Balerdi, José Luis Zumeta, Juan Luis Goenaga y Vicente Ameztoy.

Seis meses después, nace el libro, un catálogo de obras de arte y reflexiones que proporcionan pistas sobre la personalidad carismática y vitalista de Unzurrunzaga. Se describe con pinceladas de ternura, humor o inteligencia la vida del galerista zarauztarra (1939-2009), un manifiesto contra la monotonía. Colabora en la publicación Artemio Zarco, que comparte biografía agitada con el homenajeado: abogado y escritor, participó en la defensa de los condenados a muerte en el Proceso de Burgos y emprendió aventuras cotidianas, como la fundación de la galería Altxerri con Unzurrunzaga y Raquel Martínez Ubano. También se implican el poeta Joxanton Artze, integrante de Ez Dok Amairu; Koldobika Jauregi y María Chillida, artistas con los que trabajó estrechamente; la periodista Itziar Elizondo, que le conoce desde que nació, y tres críticos de arte, Edorta Kortadi, Juan Antonio García Marcos y Rafael Castellanos Aztia. Muchos de ellos se reunieron ayer por la tarde en Ekain, en la presentación de aJUANCRUZi.

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Cultura y compromiso

El libro se retrotrae hasta el padre de Unzurrunzaga, que fundó la editorial Itxaropena en Zarautz e inculcó a sus seis hijos la afición a la literatura, la música y el teatro. Con ese bagaje el activista donostiarra estudió Derecho y al terminar la carrera se marchó de viaje a Sudamérica donde rubricaría su otra faceta, el compromiso político. A su regreso a Euskadi se dedicó a defender a los presos políticos vascos y cumplió condena en Carabanchel como miembro de ETA político militar.

Fue director de la promotora Albaina y Zum Zum; de ahí su colaboración en giras de Joan Manuel Serrat, Els Joglars o la Orquesta Mondragón.

Estableció la galería Altxerri en la Avenida, y cuando empezó a ser menos rentable la acompañó de una agencia matrimonial. Después, con su amiga la pintora Laura Esteve, montó otra pequeña galería en Gros, y finalmente, hace once años, fundó Ekain -un nombre que constituía un claro homenaje a nuestros ancestros, "los primeros artistas"- en la calle Iñigo, primero en la esquina con la calle Aldamar y desde 2002 en el emplazamiento actual del número 4.

Ayer, de sus paredes colgaba la exposición colectiva de Navidad que "recoge toda la cantera de autores que él dejó", apunta su sobrina. "En euskera decimos hartu eta eman, dar y tomar", resume Rita, coordinadora del libro y promotora de una iniciativa que refleja una existencia tan apasionada como para permitirse restar desesperación a su propio fallecimiento.

Dos meses antes de su marcha definitiva, confesaba: "He asumido la vida y la muerte. Es muy importante haber vivido tan intensamente. Estoy muy a gusto con las cosas más sencillas. Leo, voy al cine, al monte y eso me da una energía terrible, como ostras y les saco otro gusto. Es una época auténticamente feliz, esperando el final". Junto a su colección de cuadros, que dictó que se sortearan entre los 80 amigos más próximos, la entereza fue su último regalo.