bilbao

UN arte concienzudo, serio y con garantías. Es lo que siempre se espera de Txuspo Poyo. Nacido en 1963, el creador de Alsasua, emplee los medios que use, sabe sacarles partido hasta relacionarlos con las ideas que están en la base de cada trabajo. Pinte o dibuje sobre papel prensa. Intervenga plásticamente con viejas cintas fílmicas o realice animaciones 3D que lleva a cabo en la actualidad. Siempre acota temas que tanto miran hacia la historia del arte como desarrollan cuestiones plenamente contemporáneas. Un proyecto plural y activo que rezuma eficacia y complejidad. El montaje está muy cuidado y se ajusta perfectamente al espacio y a los intereses de cada obra y su entrelazamiento. Todo está planificado en la alegórica urdimbre de relacionar elementos muy diversos. Una plataforma para descubrir sus actuales intereses y para introducirnos en la totalidad de sus trabajos fílmicos.

Pretecnología suspendida es el subtitulo de una presentación donde cada pieza estimula asociaciones y posee su propia carga de conocimiento. Universo denso constituido por referentes metalingüísticos y un exquisito tratamiento, cuyas obras son como estimulantes cargas de profundidad que continúan después de abandonar el espacio expositivo. Ficciones muy reales que están constituidas por una mezcla de la fábrica de sueños de Hollywood y la constatación de un mundo que es todo menos tranquilizador.

La campana que hay en el primer espacio no puede ya doblar por nadie ni para nada. Está constituida por la fundición de las monedas recogidas para las gestoras en bares de La Sakana. Un solidario esfuerzo mancomunado que no encuentra otro eco que la volatilidad de lo visual. Y es que el sonoro instrumento está conectado a unas anillas de loza que impiden el esfuerzo a no ser que se destruya su propia materia. Queda la sombra de lo que es, fue o pudo ser. Actos congelados que como en la caverna de Platón, encuentran la posibilidad de su representación en las cuidadas sombras que se perciben en el muro.

El juego de palabras del vídeo U.N (INVERSE) propicia una perspectiva insólita en torno a las Naciones Unidas y su sede, relacionando la magia del cine y una arquitectura cuya solidez salta por los aires.

Especie de ajuste de cuentas que se desarrolla en torno al edificio y a algunos de los simbólicos elementos que hay en el interior. Es lo que ocurre con el péndulo de Foucault y es también el caso del tapiz que reproduce el Guernica de Picasso. El primero se manifiesta no sólo in situ sino también a través de la proyección, como necesaria metáfora que alude a la conciencia del movimiento de la tierra y al bamboleo de la estrategia geopolítica. Mientras que el segundo referente es aludido para referenciar el insólito gesto de su ocultamiento durante el representado anuncio de la intervención armada norteamericana en Irak. Inusitado acto que se debía a la existencia de aquellas nunca encontradas armas de destrucción masiva.

Lo que sucede no es consolador ni tampoco lo son las representaciones simbólicas que se da el poder. Lleno de alusiones, el trabajo audiovisual se introduce en un pliegue deconstructivo que permite abrir los referentes e introducir un sesgo a las utopías idealistas en las que se asientan las perspectivas contemporáneas. Para ello recurre a la propia sede arquitectónica que es símbolo del gobierno mundial y crea a través de sus estructuras unos recorridos que permiten poner en evidencia sus mitos de trasparencia y armonía social en torno a los amenazadores mástiles y el monolito diseñado por Le Corbusier.

Además del sustrato político y del conocimiento que absorbe, interesa sobremanera la sensibilidad que manifiesta. El autor se basa en elementos reales para componer unos ambientes gélidos y artificiales que poseen una asfixiante trama, cuyo fascinante agobio se encuentra próximo a la estética metafísica.

En las páginas de prensa que emplea como soporte, confecciona un diario personal que se apoya en titulares e imágenes cuyas informaciones rezuman conflictos e intereses culturales. Nada de dibujar de modo improvisado, sino la plasmación tranquila del que va asumiendo los datos con paciente detenimiento. Una precisión con la que interpreta a políticos y estrellas mediáticas, como Buster Keaton, Pavarotti, James Brown o Michael Jackson.

El punto final lo ponen tres cajas de luz que simulan llevarnos hasta la salida y nos conducen a los anteriores trabajos del autor.