BILBAO. A la gente le gustan los mitos, quiere que Itoiz sea una leyenda pero no lo es, era gente muy normal". Las palabras llegan desde muy lejos, pero desde muy adentro. Ángel Azkarraga, conocido en el ámbito musical como Matxitxa, fue el mánager y el técnico de sonido de Itoiz desde la época en la que aún se llamaban Indar Trabes y hasta la despedida definitiva, en 1988. Hoy día vive en La Habana, en la nostálgica y lejana capital de Cuba, pero sabe de lo que habla. Sus palabras llegan desde muy lejos, pero desde muy adentro.

Sin embargo, las canciones de Itoiz siguen sonando en la radio y sus discos siguen encabezando las listas de ventas de Elkar -discográfica con la que DEIA venderá dos discos de la banda el 14 y el 21 de marzo: Itoiz suite y un recopilatorio inédito-. Itoiz tiene algo que lo hace imperecedero. Quizá sea que, habiendo marcado tanto a una generación, siguiesen siendo gente tan normal.

"No solíamos vernos en exceso más allá de los conciertos y los ensayos", explica Matxitxa. Él manager no solía prodigarse mucho por los ensayos que la banda solía realizar en un viejo baserri de San Miguel de Basauri, a las afueras de Bilbao: "A algún que otro ensayo sí que fui pero, por lo general, se juntaban ellos cinco y practicaban". "La razón por la que no nos veíamos más a menudo era que cada uno era de una punta", rememora: "Juan Carlos y Foisis vivían en Bilbao, Arrabit en Iparralde, yo estaba en Mutriku...". Por eso mismo, cada uno andaba con su cuadrilla o con su novia cuando la banda descansaba. Aunque también se corrieron buenas juergas.

La edad de oro "El mejor momento de Itoiz, como banda y como grupo de amigos, fue entre el 83 y el 86", recuerda Matxitxa. "Fue la época en la que Itoiz se convierte en una banda pop y tiene muchísimos más seguidores. Aquellos años fueron también los más farreros". Es la época de Jean Mari Ekai, Jimmy Arrabit, Antton Fernández, Foisis y J. C. Pérez. La época en la que firmaron Espaloian, su disco más vendido. "Después de cada concierto nos íbamos de fiesta -continúa-. Además en esa época se abrieron muchos bares nuevos, muchos pubs en los que ponían pop: U2, Simple Minds, Police... también cosas que llegaban de Madrid como Radio futura, Siniestro total... Sin duda esos fueron los años más callejeros". Pero a lo largo de los diez años de vida de Itoiz -y los cuatro anteriores de Indar Trabes- hubo una pequeña localidad vizcaina en la que "éramos secuestrados de lujo", dice con sorna Matxitxa. En San Román, un barrio de Muxika, cerca de Gernika, tocaron todos los años que estuvieron activos. "Empezábamos a la tarde y no parábamos hasta el amanecer". Lo mejor llegaba al final: "¡Siempre nos íbamos a casa con un montón de pimientos de Gernika cada uno!".

Iparralde es un lugar importante para Itoiz, por ser el origen de dos miembros especialmente destacables -Arrabit y Ekai- y, también, porque era uno de los pocos lugares a los que podían viajar todos juntos, en una vieja furgoneta Mercedes. "Esos viajes eran importantes para el grupo porque podíamos hablar largo y tendido, sin prisas". Y es en esos momentos en los que se refuerza el sentimiento de grupo.

Los días de ensayo y fechas en las que quedaban para charlar de la situación del grupo solían juntarse alrededor de una mesa para comer o cenar. En Mutriku, en Bilbao, en Itziar y, con un sabor especial, en Zaratamo. En esta localidad, cercana a Arrigorriaga, ocupaban una de las mesas de la ya desaparecida taberna Txabiri y, entre tragos y comida, pasaban las horas, hablando de esto y de aquello, dirigiendo los próximos pasos del grupo.

Viajando mentalmente a aquellos años, Matxitxa no duda en afirmar que "todos los técnicos tenemos una banda que nos ha marcado de forma especial; la mía, sin duda, es Itoiz. Gracias a ellos me he podido dedicar a esto". Itoiz abrió las puertas a Matxitxa y él hizo su camino. De un mito surgió otro, por mucho que desde La Habana, el mutrikuarra lo maquille de normalidad.