Triple salto mortal sobre la red
El Palacio Euskalduna se engalanó con una decoración de aire industrial para la presentación en sociedad de la Fundación Azkue, una herencia que ahora se recoge para enriquecerla.
Cuentan las crónicas de sucesos que Resurrección María de Azkue murió ahogado en la ría, aunque otras voces aseguran que su cuerpo fue rescatado con vida y que el fundador de Euskaltzaindia falleció intoxicado por el agua que bebió. No tienen importancia los detalles para la metáfora, porque la realidad es que si alguien sacó a flote el euskera, si alguien lo aireó, sacándolo a luz de las academias, ése fue aquel cura de Lekeitio cuya memoria pervive casi sesenta años después de su muerte.
Tal es así que ayer, arrancado ya el siglo XXI, se presentó en público la Fundación Azkue, una institución que nace para llevar al euskera hacia los tiempos modernos, colocarlo en la red -Wiki plaza es una idea de muchos quilates...- y darle el aliento que precisa un idioma que goza de buena salud. La escenificación de la puesta de largo tuvo lugar en el vestíbulo del Palacio Euskalduna, en un acto presentado por Agurne Anasagasti e Ibon Garate, que contó con ilustraciones atléticas, un grupo de acróbatas callejeros que llenaron la tarde de triple saltos mortales. Para entonces, las pantallas repartidas por un andamiaje de atmósfera industrial, ya habían cumplido su misión: enviar el mensaje en la botella que Resurrección María de Azkue había enviado a la posteridad.
Preside la Fundación, digámoslo ya, la diputada de Cultura, Josune Arzitondo, aunque sea Rodrigo Gartzia Azumendi, su director gerente, a quien le han encargado las bridas de la diligencia. Ambos saludaban ayer a los invitados al acto, desde el diputado general, José Luis Bilbao, al alcalde de la villa, Iñaki Azkuna, pasando por Josu Madaraiga, Miren Dobaran Jon Bilbao, Ana de Castro, el actual presidente de Euskaltzaindia, Andrés Urrutia, el reciente director de Euskal Herriko Ikastolak, Imanol Igeregi, Iñaki Etxezarreta, el rector de la Universidad de Deusto, Jaime Oráa, el vicerrector de la UPV/EHU, Jon Irazusta, Roberto San Salvador, Martxelo Otamendi, Iñaki Agirre, Inaxio Arregi, Belén Greaves, Juanjo Loroño, el biólogo Juan Ignacio Pérez, Iñaki Mujika y un sinfín de gente con voluntad de llevar el euskera hacia un porvenir rosado como el revés de un naipe.
Iban y venían las palabras y los hombres de goma entre los invitados. Fueron testigos de todo ello Xabier Basañez, Javier Font, María Loizaga, Ana Madariaga, Jon Ortuzar, Nekane Alonso, Carlos Royuela, Juan Mari Saiz de Buruaga en nombre de la BBK, Asier Abaunza, Arantza Aurrekoetxea, Juan Mari Aburto, Fran Aspiazu en nombre de Cebek, Pedro Campo, Jon Andonio Zarate, Jorge Aio, los reyes del acordeón -es decir, Amagoia y Asier Loroño...-, Ruper Ormaza, Patxi Baztarrita, Enrique Thate, Ángel Menoyo, el presidente de Bilbao Dendak, Javi López, Xabier Jon Davalillo, Irune Pascual, el presidente de la Cámara de Comercio, Ignacio Echeberria, el alcalde de Getxo, Imanol Landa, Jon Aritz Bengoetxea, Beatriz Marcos y un sinfín de gente que ayer adquirió el compromiso moral de tomar el testigo del viejo sabio de Lekeitio, un legado que nos pide no dejar morir el idioma, regarlo hasta que un día florezca en todos los rincones de Eukal Herria.