bilbao. Sadrac González, de 26 años, y Sonia Escolano, de 28, dirigen este filme de bajo presupuesto (3.000 euros) galardonado en diversos festivales internacionales. Escolano se encuentra indispuesta, y González aparece solo en la cafetería de un hotel de Bilbao, con una sonrisa en el rostro y ganas de hablar.

¿Por qué arriesgar con un único plano secuencia?

Cuando haces una película que te ha costado 3.000 euros, que es el caso de Myna se va, tienes que llamar la atención de alguna manera. Además, al no haber cortes, el filme da mayor sensación de realismo y nosotros lo que queríamos es que el espectador sintiera lo mismo que siente el personaje en escena.

¿Cómo fue el rodaje?

El rodaje fue relativamente fácil, pero los ensayos duraron tres meses. Normalmente no se ensaya tanto. Rodamos en un pueblecito de Alicante y la toma buena fue la que hicimos de noche, cuando estábamos ya todos cansados.

¿Por qué fue necesaria la presencia de una psicóloga?

La protagonista sufre una violación y llegó un momento en que para María del Barrio fue traumático porque cada vez que ensayábamos se tenía que meter en la piel de una mujer que sufre violencia. Una psicóloga amiga del productor estuvo presente, dio algunas anotaciones a los actores y nos ayudó muchísimo.

¿Era necesario llevar la historia a lo más crudo para contarla?

Gaspar Noe rodó en Irreversible una violación que es también un plano secuencia de 17 minutos. Nosotros ya habíamos visto esa película, y queríamos hacer lo mismo pero superándola. Para nosotros superarla era contar lo mismo sin mostrar nada, que no hubiera imágenes explícitas.

¿Por qué centrar la historia en una mujer inmigrante?

Hay mucha gente en España que está en contra de la inmigración y hay que recordar que hace pocos años los españoles emigraban a Francia y Alemania. Cuando emigras tienes miedo. Miedo a no caer bien, a que te deporten... y caes en el peligro de decir a todo que sí, de sufrir abusos de poder.

¿Por qué la protagonista es una mujer y no un hombre?

El motivo principal era María del Barrio, la actriz que en esos momentos conocíamos y que sabíamos que iba a poder hacer el papel sin desfallecer. Con un hombre la experiencia hubiese sido también muy interesante.

Una película sobre inmigración rodada e interpretada por nativos, ¿cómo no caer en paternalismos?

No pensamos en la posibilidad de integrar inmigrantes en el equipo porque es una película de bajo presupuesto y no podíamos pagar a nadie.

¿Hubo un contacto directo con la realidad migratoria?

Yo me centré en la parte técnica, pero Sonia pasó tres meses documentándose a través de los medios de comunicación y asociaciones.

Con ese presupuesto, ¿cómo han conseguido mover el filme?

Sólo ha tenido aceptación en festivales del extranjero. Los festivales en España son escaparates comerciales compinchados con los distribuidores y no hemos conseguido respuesta. Euskadi es otro mundo. Aquí nos han acogido tanto en el Festival de Cine de San Sebastián como en este ciclo en Bilbao.

¿Qué tiene que ver Spielberg con "Myna se va"?

La idea se nos ocurrió en Los Ángeles, después de ver Indiana Jones 2. Salimos del cine muy decepcionados, con la sensación de que se podía hacer otro tipo de cine. Ya en el autobús nos planteamos la posibilidad de hacer un largo y dimos la vuelta al proceso creativo habitual.

¿A qué se refiere?

Primero pensamos la estructura, una estructura en la que podía encajar casi cualquier historia: la duración de las secuencias, los giros de inflexión... Después pensamos que el tema de la inmigración era perfecto para una ópera prima porque nuestro objetivo era hablar de un montón de cosas pero, sobre todo, remover conciencias.