No es, ni mucho menos, la primera vez que alabamos desde estas páginas la labor desarrollada por el sello Gaztelupeko Hotsak, y su filial Errabal, esta última centrada en la promoción de músicas alejadas de los patrones comerciales y más convencionales, especialmente ligados a los sonidos negros y jazzísticos. El debut del quinteto vasco Organiks, que hoy actúa en la Kultur Etxea Zabiel, en Mutriku, en el marco del festival de jazz y blues que arrancó bajo el nombre de Debajazz, es otra prueba más de ello. Los donostiarras, liderados por el sonido clásico del Hammond B3, practican un jazz destinado "a hacer mover los pies", aseguran.
Organiks nace a finales de 2006, ampliando el grupo Dynamic Trio (el batería Juanma Urriza, el teclista Fredi Peláez y el guitarrista Mikel Romero) con dos saxos (Julen Izarra, al tenor, y Jose Gallardo, al alto). Desde 2006, cuando empezaron a trabajar en el seno del Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene, hasta hoy, han tocado en los festivales de Jazz de San Sebastián, Vitoria-Gasteiz y en numerosas salas y teatros.
curtidos y fogueados Ahora, Errabal edita el primer disco, homónimo, de este quinteto de Gipuzkoa cuyos integrantes se han curtido y fogueado en formaciones como Iñaki Salvador Trío, Acido C, Acid Gazz y Ortophonk, entre otras.
El álbum, que ha contado con la producción del propio Peláez, ofrece múltiples (algunas evidentes) deudas en la decena de composiciones que agrupa, todas ellas instrumentales y con títulos en euskera, inglés y castellano. Rastros de los sellos Blue Note y Prestige, de la música soul y r&blues, de artistas como Lou Donaldson, Jimmy Smith, Grant Green, el trío Soulive, Jack McDuff o Stanley Turrentine. Influencias dispares agrupadas bajo el patrón rítmico del funk, que culebrea en la base de gran parte de los temas.
"Hacemos jazz, pero sin olvidar nunca que nos gusta mover los pies. Queremos que la música nos haga bailar y, por eso, entre nuestros temas hay swing, claro, pero también funk, groove, latin... Y es que nuestra música no sólo va a la cabeza, sino también a los pies", asegura el quinteto, que entrega temas de claro aliento be bop como Blues for 5; guiños a los ritmos afrocaribeños en piezas como Sarea; funk marcado en Print error; juegos fantásticos de Hammond B3 en Zideko; y ofrece un gran gusto en medios tiempos y baladas como ES3, donde se luce su guitarrista.
"El jazz es, sin duda y más que ninguna otra cosa, creación en el momento e interacción entre los músicos. Pero también entre nosotros y el público que acude a vernos. Por eso, no podemos entender Organiks sin los conciertos. Es ese momento especial en el que nuestra música respira... y baila", concluye la banda.