Sin colorantes ni conservantes. Ni siquiera un triste aditivo. Solamente hay que destapar el tarro de las esencias y disfrutarlas. Porque las actividades del nuevo museo Guggenheim Urdaibai van más allá de lo que se exhiba entre sus paredes o de los límites de su emplazamiento en Sukarrieta, contemplan toda una serie de lugares estratégicos donde dar rienda suelta a los sentidos. No sólo se come bien, no sólo se goza de un paisaje examinado con lupa por la Unesco, sino que las guías destacan hasta un total de veinticinco puntos de interés que arroparían el futuro museo.

En Busturialdea-Urdaibai el turista experimenta un auténtico paseo por las nubes. Por algo los expertos denominan la nube a los espacios que envuelven el proyecto del Guggenheim Urdaibai en una atmósfera cultural y turística de gran atractivo que lo convierten en una oferta casi, casi planetaria, tratándose de Euskadi. Planeando sobre esta estratosfera vuela un reclamo con mayúsculas, uno de esos que no necesitan campañas de marketing porque se venden solos, la Reserva de la Biosfera del Urdaibai. Mundaka y su famosísima Ola o las playas de Laida, Laga y San Antonio constituyen desde el punto de vista paisajístico una referencia de primer orden en el consumo turístico.

Más allá de los 3.500 empleos que creará, del impacto económico de 384 millones de euros que generará y del aumento innegable de recaudación que implicará, el Guggenheim Urdaibai se plantea como una comunión perfecta entre arte, cultura y naturaleza. Como en aquel anuncio de joven pero sobradamente preparado, el futuro museo se plantea como un edificio singular totalmente integrado y con una afección mínima al paisaje.

atractivos de primera categoría

Los "Honeypots"

Esta simbiosis a medio camino entre la excelencia y la vanguardia no es una mera declaración de intenciones. Se plasma en una veintena de polos de atracción ya existentes de los que el nuevo museo sería el epicentro. Son los llamados Honeypots o tarros de miel de la visita cultural, esos lugares de primera categoría con los que cuenta el entorno. No en vano, allí se ubican lugares tan cargados de simbolismo como la Casa de Juntas y el Árbol de Gernika, emplazamientos donde se puede leer la historia en directo como las Cuevas de Santimamiñe o donde se puede interpretar el arte en vivo como el Bosque de Oma y así hasta diez enclaves más que hacen de la zona un lugar para perderse.

Este laboratorio de sensaciones donde se podría disfrutar de las esencias del arte y de los aromas del entorno contaría con la visita de 148.000 personas al año que podrían verse incrementadas por una oferta turística que va mucho más allá de una galería de arte a la antigua usanza. Destapar el tarro de las esencias en Urdaibai no es una misión sencilla aunque se constate que no siempre los lugares de más nivel suscitan el mayor interés. Es el caso del asentamiento romano de Forua que confirma la ocupación romana en suelo vizcaino. Porque, a pesar de ser un referente para los expertos, no ha conseguido captar la atención del gran público.

Sin embargo, un somero repaso ayuda al turista a separar el grano de la paja. La famosa ola izquierda de Mundaka, la mejor considerada de todo el continente europeo en el mundo del surf, eleva también la potencialidad de Mundaka como destino. Pocos kilómetros más allá, en Gernika, sobresale el Museo de la Paz, un museo temático difusor de la cultura de la paz. Un emblema inexcusable es la Casa de Juntas y el Arbol de Gernika por su significado político e histórico. En Kortezubi destacan las cuevas de Santimamiñe y su centro de interpretación en la Ermita de San Mamés que permite seguir los trabajos de excavación. O el laureado Bosque de Oma, pintado por Agustín Ibarrola, donde la visita adquiere ahora tintes futuristas al seguirse con autoguías en formato MP3.

Pero el listado de enclaves atractivos se estira y se estira y el patrimonio cultural e histórico puede obligar al turista a convertirse en viajero. Así en Gernika se puede disfrutar de Iglesia de Andra Mari o del Museo de Euskal Herria además de relajarse en el parque de los pueblos de Europa con las esculturas de Henry Moore y Chillida.

La Iglesia de San Andrés en Ibarrengelu, el Centro de Biodiversidad de Euskadi ubicado en la Torre Madariaga de Busturia o el castillo de Arteaga, son otras de las visitas absolutamente recomendadas. Ya en Bermeo el visitante multiplica las opciones al poder adentrarse en el Museo del Pescador, conocer una fiel reproducción de cómo se pescaba en el siglo XVII a través del Ballenero Beti Aita Guria o pasear bajo la muralla y la Puerta de San Juan, uno de los pocos restos de lo que en su día conformó el sistema defensivo de la villa.

Pero para dar salida a este conjunto de ofertas, los impulsores del proyecto resaltan la necesidad de ejecutar los proyectos previstos por carretera, incrementar el aparcamiento, creando un parking específico en Sukarrieta y mejorar los medios de transporte público. Los informes apuestan por ampliar la oferta comercial y las actividades de ocio que aún resultan incompletas. Al igual que la oferta hostelera, que, aunque ha crecido notablemente, todavía requiere adecuar alojamientos y restaurantes.

Con este ambicioso planteamiento, el Guggenheim Urdaibai se transforma en el paradigma cultural de la nueva década y en un desafío apasionante para poner a Busturialdea-Urdaibai en el mapa del mundo, como ya ha conseguido hacer su hermano mayor.